soporto que no me ames como antes, y ?detesto que me hagas suplicar!

Eso era absurdo. Completamente ilogico. Era tan erroneo que Harry no supo que decir para enderezarlo. Abrio la boca pero no encontro las palabras, asi que la cerro y lo intento de nuevo.

Pero fue demasiado tarde. Ella ya se habia marchado.

El se quedo alli, atontado, intentando imaginar que le habia dejado en ese estado. Ella lo era todo para el. ?Como podia pensar, ni siquiera por un segundo, que no la amaba? Era el centro de su mundo, el aliento de su vida. Era la unica persona a la que podia amar.

Se dejo caer en el borde de la cama y apoyo la frente en las manos. ?Ella creia que no la amaba? Queria aullar.

Una puerta chirrio y a Harry se le erizo el vello de la nuca, porque el ruido no provenia del pasillo. Venia del otro lado de la habitacion.

Alzo la cabeza. Habia un lavabo… El vientre se le tenso cuando se abrio la puerta y aparecio un hombre. Alto, guapo, con mucho pelo en la cabeza.

Ren Gage sacudio la cabeza y miro a Harry con lastima.

– Tio, se te ve jodido.

Y no le sorprendio que se lo dijese.

17

– Porcini!

Una ramita humeda golpeo a Isabel en la cara cuando Giulia la solto delante de ella entre los matorrales. Sus zapatillas de lona nunca volverian ser las mismas tras aquella excursion matinal por el bosque, que seguia enlodado por la lluvia del dia anterior. Se acerco a un arbol caido y se acuclillo junto a Giulia frente a un circulo de porcini aterciopelados de color marron, con el hongo lo bastante grande como para dar cobijo a un duendecillo.

– Mmm… Oro de la Toscana. -Giulia saco una navaja del bolsillo, corto la seta por la base y la metio en la cesta. Los fungaroli jamas utilizaban bolsas de plastico, segun le habian dicho a Isabel, solo cestas que permitian que las esporas y los restos de raices cayesen al suelo para asegurar la produccion del ano siguiente-. Ojala Vittorio hubiese venido con nosotros. Se queja cuando le despierto tan temprano, pero le encanta buscar setas.

A Isabel le habria gustado que Ren las hubiese acompanado. Si no le hubiese pedido que regresase a la villa la noche anterior despues de hacer el amor, tal vez habria conseguido sacarle de la cama para aquella excursion matinal. A pesar de haber hecho el amor tan solo veinticuatro horas antes, se habia sorprendido a si misma buscandole la noche anterior, despertandose al no encontrarlo a su lado. El era como una droga. Una droga peligrosa. Cocaina mezclada con heroina. Iba a necesitar un programa de doce pasos para poner fin a su aventura.

Se toco el brazalete de oro. Respira. Centrate y respira. ?Cuantas veces tendria la oportunidad de salir a buscar porcini en los bosques de la Toscana? A pesar de la humedad, de la ausencia de Ren y de lo que parecia un crujido permanente en su espalda cada vez que se agachaba para echarle un vistazo a una seta, estaba disfrutando. La manana era clara y brillante, Steffie estaba a salvo e Isabel tenia un amante.

– Huele. ?No te parece un aroma indescriptible?

Isabel inhalo la acre esencia terrestre del funghi y penso de inmediato en sexo. Pero en ese momento cualquier cosa la hacia pensar en sexo. Estaba deseando regresar a casa y ver otra vez a Ren. La gente del pueblo iba a reunirse a las diez para acabar de desmontar el muro, y el estaria alli para echar una mano.

Ella recordo el mal humor de Ren justo antes de irse la noche anterior. En un principio habia pensado que se debia al hecho de que ella le echase, pero no era eso. Ella le pregunto que estaba mal, pero el dijo que simplemente estaba cansado. Sin embargo, parecia mas que eso. Tal vez era una reaccion tardia al haber encontrado a Steffie. Una cosa estaba clara: Ren era un maestro de la ocultacion, y si queria que ella no supiese que pasaba en su interior, Isabel tenia muy pocas oportunidades de descubrirlo.

Se pusieron en marcha otra vez, con ojo avizor, utilizando los bastones que Giulia habia traido consigo para apartar los matojos que crecian entre las raices de los arboles y junto a los troncos. La lluvia habia revitalizado el reseco paisaje, y el aire llevaba el aroma del romero, la lavanda y la salvia. Isabel encontro un grupo de aterciopelados porcini bajo una pila de hojas y los anadio a la cesta.

– Eres buena en esto. -Giulia hablo en un susurro, como habia estado haciendo toda la manana. Los porcini eran un material precioso, y buscar setas era una operacion secreta. Su cesta tenia incluso una tapa para esconder su tesoro por si acaso pasaba alguien por el bosque. Bostezo por cuarta vez en pocos minutos.

– ?Es demasiado temprano para ti? -pregunto Isabel.

– Tuve que reunirme con Vittorio en Montepulciano anoche, y en Pienza anteanoche. Volvi muy tarde.

– ?Te reunes con el siempre que esta fuera?

Giulia arranco unos hierbajos.

– A veces. Algunas noches.

Significara lo que significase.

Despues regresaron a la casa, llevando por turnos la cesta. La gente del pueblo habia empezado a aparecer, y Ren estaba en el jardin estudiando el muro. Llevaba unas botas sucias, vaqueros y una gastada camiseta que le daban cierto aire moderno. Cuando la vio, su sonrisa derritio los ultimos restos del frio de la manana, y se hizo mas amplia cuando vio la cesta.

– Dejame que ponga eso a buen recaudo.

– Oh, no, tu no.

Pero ya era tarde. Ren ya habia cogido la cesta de manos de Giulia y se habia metido en la casa.

– Deprisa. -Isabel agarro a Giulia por el brazo y la hizo entrar en la cocina, pisandole los talones-. Devuelvele la cesta inmediatamente. No eres de fiar.

– Hieres mis sentimientos. -Su mirada reflejaba la inocencia de un monaguillo-. Justo cuando iba a ofrecerme para preparar una cena para los cuatro esta noche. Nada muy complicado. Podemos empezar con porcini sautee sobre pan tostado. Despues, tal vez unos espaguetis con una suave salsa, muy sencilla. Salteare las setas con aceite de oliva, ajo y un poco de perejil. Podemos asar los mas grandes y hacer con ellos una ensalada de arugula. Por supuesto, si no os apetece…

– ?Si! -exclamo Giulia como una nina-. Vittorio estara en casa esta noche. Se que nos toca a nosotros invitaros, pero tu eres mejor cocinero, y acepto por los dos.

– Os veremos a las ocho. -Los porcini desaparecieron dentro de un armario.

Satisfecha, Giulia volvio al jardin para unirse a algunos de sus amigos. Ren le echo un vistazo a su reloj, alzo una ceja de forma significativa y senalo con el pulgar hacia el techo con arrogancia.

– Tu. Arriba. Ahora. Y date prisa.

Pero el no era el unico que sabia fanfarronear. Ella bostezo con displicencia.

– No lo creo.

– Al parecer, tendre que ponerme duro.

– Sabia que iba a ser un buen dia.

El solto una carcajada, la llevo hasta el salon, la apreto contra la pared y le dio un beso que le puso la piel de gallina. Pero entonces Giulia les llamo desde la cocina, y se vieron obligados a dejarlo.

Mientras trabajaban, la gente del pueblo hablaba con emocion y dramaticos gestos de lo aliviados que se sentirian cuando encontrasen el dinero secreto de Paolo y dejasen de tener miedo. Isabel se pregunto si todo un pueblo podia ganar un Oscar.

Tracy bajo desde la villa con Marta y Connor. Harry aparecio media hora mas tarde con Jeremy y Steffie.

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