Colin se planto delante de Fats demasiado tarde para protegerlo, pero de todas formas corrio las cortinas. En la sala en penumbra donde Fats les habia confesado a sus padres que habia sacado a la luz la enfermedad de su padre, donde habia confesado todo lo que se le habia ocurrido con la esperanza de que lo consideraran loco y enfermo, donde habia tratado de echarse toda la culpa posible sobre las espaldas para que acabaran dandole una paliza o acuchillandolo o haciendole las cosas que creia merecer, Colin apoyo suavemente una mano en el hombro de su hijo y lo guio hacia la cocina iluminada por el sol.)

En el exterior de St. Michael and All Saints, los portadores se disponian a recorrer con los feretros el sendero hasta la entrada de la iglesia. Entre ellos iba Dane Tully, con su pendiente y el tatuaje de una telarana en el cuello, hecho por el mismo, y con un pesado abrigo negro.

Los Jawanda esperaban con las Bawden a la sombra del tejo. Andrew Price no andaba muy lejos, y a cierta distancia se hallaba Tessa Wall, palida e imperturbable. El resto de los asistentes formaba una falange distinta en torno a las puertas de la iglesia. Unos esbozaban expresiones hoscas y desafiantes; otros parecian resignados y hundidos; unos cuantos vestian prendas baratas de luto, pero la mayoria llevaba vaqueros o chandales, y una chica lucia una camiseta cortada y un aro en el ombligo al que el sol arrancaba destellos. Los feretros avanzaban por el sendero, resplandecientes a la intensa luz.

Era Sukhvinder Jawanda quien habia elegido el feretro rosa para Krystal, segura de que ella lo habria querido asi. Era Sukhvinder quien lo habia hecho practicamente todo: organizar, decidir y convencer. Parminder no paraba de mirar de soslayo a su hija y de encontrar excusas para tocarla: le apartaba el cabello de los ojos, le alisaba el cuello del vestido.

Al igual que Robbie habia vuelto del rio purificado y convertido en martir del arrepentido Pagford, Sukhvinder, que habia arriesgado la vida tratando de salvar al nino, habia emergido convertida en heroina. Gracias al articulo sobre ella en el Yarvil and District Gazette y a la energica proclamacion de Maureen Lowe de que pensaba recomendarla para un premio especial de la policia, asi como al discurso que la directora pronuncio en su honor ante profesores y alumnos reunidos, Sukhvinder experimento, por primera vez en su vida, que se sentia al eclipsar a sus hermanos.

Y habia odiado cada minuto de toda esa atencion. Por las noches, volvia a sentir el peso del nino muerto en sus brazos, arrastrandola hacia las profundidades; recordaba la tentacion de soltarlo y salvarse, y se preguntaba cuanto tiempo la habria resistido. La cicatriz en la pierna le picaba y le dolia, tanto al moverse como al quedarse quieta. La noticia de la muerte de Krystal Weedon habia tenido un efecto tan alarmante en ella que sus padres habian solicitado ayuda psicologica, pero Sukhvinder no se habia cortado ni una sola vez desde que la habian sacado del rio; haber estado a punto de ahogarse parecia haber purgado esa necesidad.

Entonces, el primer dia de su vuelta al instituto, con Fats Wall todavia ausente y con miradas de admiracion siguiendola por los pasillos, Sukhvinder habia oido el rumor de que Terri Weedon no tenia dinero para enterrar a sus hijos, de que no tendrian lapidas y solo los feretros mas baratos.

—Me parece muy triste, Jolly —habia comentado su madre esa noche, cuando la familia cenaba ante la pared de fotografias de los hermanos.

Su tono fue tan dulce como lo habia sido el de la agente de policia; ya no habia brusquedad en la voz de Parminder cuando hablaba con su hija.

—Quiero intentar que la gente de dinero —declaro Sukhvinder.

Sus padres intercambiaron una mirada en la mesa de la cocina, sintiendose instintivamente reacios a pedirle a la gente de Pagford que donara dinero para una causa como aquella, pero ninguno de los dos dijo nada. Ahora que le habian visto los antebrazos, les producia cierto temor contrariar a Sukhvinder, y la sombra del orientador psicologico al que aun no conocian parecia pender sobre todas sus interacciones.

—Y me parece —prosiguio Sukhvinder con una energia febril como la de la propia Parminder— que el funeral deberia hacerse aqui, en St. Michael, como el del senor Fairbrother. Cuando iba al St. Thomas, Krys asistia aqui a todos los servicios religiosos. Apuesto a que no habia pisado otra iglesia en su vida.

«La luz de Dios brilla en todas las almas», se dijo Parminder, y, para sorpresa de Vikram, contesto de pronto:

—Si, de acuerdo. Veremos que se puede hacer.

La mayor parte de los gastos la habian afrontado los Jawanda y los Wall, pero tambien habian puesto dinero Kay Bawden, Samantha Mollison y un par de madres de las chicas del equipo de remo. Sukhvinder insistio entonces en acudir a los Prados en persona, a explicarle a Terri lo que habian hecho y por que; lo del equipo de remo, y por que el funeral Krystal y Robbie debia celebrarse en St. Michael.

A Parminder la habia preocupado mucho que su hija fuera sola a los Prados, por no hablar de a aquella mugrienta casa, pero Sukhvinder estaba convencida de que todo iria bien. Los Weedon y los Tully sabian que habia intentado salvarle la vida a Robbie. Dane Tully habia dejado de grunirle en las clases de lengua, y habia impedido tambien que lo hicieran sus amigos.

Terri accedio a todo lo que le propuso Sukhvinder. Su aspecto era descarnado y sucio, y se mostro monosilabica y pasiva. A Sukhvinder la habia asustado un poco, con sus brazos llenos de marcas y su boca medio desdentada; era como hablar con un cadaver.

En el interior de la iglesia, los asistentes se dividieron en dos bandos, con la gente de los Prados ocupando los bancos de la izquierda, y los pagfordianos los de la derecha. Shane y Cheryl Tully llevaron hasta la primera fila de bancos a Terri, que, con un abrigo dos tallas grande, no parecia saber muy bien donde estaba.

Los feretros se colocaron uno junto al otro en unas andas frente al altar. Sobre el de Krystal habia un remo de broncineos crisantemos, y sobre el de Robbie un osito de crisantemos blancos.

Kay Bawden se acordo de la habitacion de Robbie, con sus escasos y ronosos juguetes de plastico, y el programa de la ceremonia le temblo entre los dedos. Habria una investigacion en el trabajo, naturalmente, porque el periodico local clamaba que la hubiese, y habian publicado ya un articulo en primera plana en el que sugerian que se habia permitido que el nino viviera al cuidado de un par de yonquis y que su muerte podria haberse evitado si los negligentes asistentes sociales lo hubiesen puesto a salvo. Mattie habia vuelto a pedir la baja por estres, y se estaba valorando como habia llevado Kay la revision del caso. Esta se preguntaba como afectaria eso a sus posibilidades de encontrar otro empleo en Londres, cuando todos los organos municipales estaban recortando las plazas de asistentes sociales, y como reaccionaria Gaia si tenian que quedarse en Pagford. Aun no se habia atrevido a hablarlo con ella.

Andrew miro a Gaia, sentada a su lado, e intercambiaron leves sonrisas. En Hilltop House, Ruth ya estaba preparando la mudanza. Andrew notaba que su madre, con su eterno optimismo, tenia la esperanza de que su recompensa por sacrificar la casa y la belleza del paisaje fuera un renacimiento. Su concepto de Simon seguia obviando sus ataques de ira y su deshonestidad, y confiaba en dejar todo eso atras, como cajas olvidadas en la mudanza. Pero Andrew se dijo que al menos estaria un paso mas cerca de Londres, y Gaia le habia asegurado que estaba demasiado borracha para saber lo que hacia con Fats, y a lo mejor los invitaba a Sukhvinder y a el a tomar cafe a su casa cuando acabara el funeral…

Gaia, que pisaba por primera vez el interior de St. Michael, escuchaba a medias la cantinela del parroco y paseaba la mirada por el techo alto y estrellado y los vitrales como piedras preciosas. Pagford era un pueblo muy bonito, y ahora que se iba le parecia que quiza lo echaria un poco de menos.

Tessa Wall habia preferido sentarse al fondo, sola. Eso la situaba justo debajo de la serena mirada de san Miguel, cuyo pie reposaba eternamente sobre aquel demonio que se retorcia, con sus cuernos y su cola. Tessa se habia deshecho en lagrimas en cuanto habia visto los dos relucientes feretros y, por mas que intentaba contener el llanto, sus suaves gorgoteos eran audibles para quienes estaban cerca. Casi habia esperado que alguien de la familia Weedon la reconociera como la madre de Fats y la increpara, pero no habia pasado nada.

(Su vida familiar habia dado un vuelco. Colin estaba furioso con ella.

—?Que hiciste que?

—El queria saber lo que era la vida real, queria ver el lado sordido de las cosas… ?no comprendes a que venia todo ese contacto con la pobreza?

—Asi que decidiste contarle que podia ser el resultado de un incesto, y que yo intente suicidarme porque el habia entrado a formar parte de la familia, ?es eso?

Tantos anos tratando de reconciliarlos, y para conseguirlo habia hecho falta la muerte de un nino y el profundo conocimiento que Colin tenia de la culpa. Tessa los habia oido hablar a los dos la noche anterior en la buhardilla de Fats, y se habia detenido a escuchar al pie de las escaleras.

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