sentado en silencio.
—… descargarse de la responsabilidad, lo que a mi me parece bastante egocentrico y autocomplaciente…
—Mira, que interesante que utilices la palabra «responsabilidad» —dijo Miles—, porque creo que ese es el meollo del asunto, ?no te parece? La cuestion es: ?donde exactamente trazamos la linea divisoria?
—Mas alla de los Prados, por lo visto. —Kay rio, condescendiente—. Lo que tu propones es trazar una linea divisoria bien clara entre las clases medias de propietarios y las clases trabajadoras…
—Pagford esta lleno de trabajadores, Kay; la diferencia es que la mayoria trabaja. ?Sabes que proporcion de habitantes de los Prados vive a costa de las prestaciones sociales? Hablas de responsabilidad, pero ?que ha pasado con la responsabilidad individual? Hace anos que los admitimos en la escuela del pueblo: son ninos en cuyas familias no hay ni un solo miembro que trabaje; el concepto de ganarse el sustento les resulta completamente ajeno; hay generaciones enteras de gente que no trabaja, y se supone que tenemos que costearselo todo…
—Y la solucion que propones tu consiste en trasladarle el problema a Yarvil, sin analizar la coyuntura subyacente…
—?Pastel de chocolate de Misisipi? —pregunto Samantha.
Gavin y Mary recibieron sus porciones y dieron las gracias; Kay, para irritacion de Samantha, se limito a levantar su plato como si esta fuera una camarera; toda su atencion estaba concentrada en Miles.
—… la clinica para toxicomanos, que es absolutamente imprescindible, aunque por lo visto hay un grupo de gente presionando para que la cierren…
—Ah, bueno, si te refieres a Bellchapel —Miles nego con la cabeza con una sonrisita de suficiencia—, espero que te hayas estudiado bien el porcentaje de exitos, Kay. Patetico, la verdad. Francamente patetico. He visto las cifras, precisamente estaba repasandolas esta manana, y no te voy a mentir: cuanto antes la cierren…
—?Y a que te refieres en concreto?
—Al porcentaje de exitos, Kay, ya te lo he dicho: el numero de personas que han dejado de consumir drogas, que se han rehabilitado…
—Lo siento, pero ese es un punto de vista muy ingenuo. Si pretendes juzgar el exito solo por…
—Pero ?me quieres explicar de que otra manera tenemos que juzgar el exito de una clinica para drogodependientes? —la interrumpio Miles con tono de incredulidad—. Que yo sepa, lo unico que hacen en Bellchapel es repartir metadona, que la mitad de sus pacientes, ademas, consumen combinada con heroina.
—El problema de la adiccion es sumamente complejo, y seria ingenuo y simplista reducirlo a terminos de consumidores y no consu…
Pero Miles negaba con la cabeza y sonreia; Kay, que hasta ese momento se habia divertido con su duelo verbal con aquel abogado tan ufano, se enfurecio de pronto.
—Pues mira, puedo ponerte un ejemplo muy concreto de lo que hace Bellchapel: una familia con la que trabajo, una madre con una hija adolescente y un nino pequeno. Si la madre no tomara metadona, estaria en la calle buscando como pagarse la adiccion. Sus hijos estan muchisimo mejor…
—Los ninos estarian muchisimo mejor lejos de su madre, por lo que cuentas —la interrumpio Miles.
—?Y adonde los llevamos, segun tu?
—A una casa de acogida decente. Seria un buen principio.
—?Sabes cuantas casas de acogida hay y cuantos ninos que las necesitan? —replico Kay.
—La mejor solucion habria sido darlos en adopcion al nacer…
—Fabuloso. Espera, que me monto en mi maquina del tiempo.
—Pues nosotros conocemos a una pareja que estaban desesperados por adoptar —intervino Samantha, tomando sorprendentemente partido por Miles.
No pensaba perdonarle a Kay su forma grosera de tenderle el plato de postre; aquella mujer era combativa y condescendiente, exactamente igual que Lisa, quien solia monopolizar las reuniones con sus opiniones politicas y su trabajo de abogada especializada en derecho de familia, y despreciaba a Samantha por tener una tienda de sostenes.
—Adam y Janice —le recordo a Miles en un parentesis, y el asintio con la cabeza—. Y no habia forma de que les dieran un bebe, ?verdad?
—Ya, un bebe —dijo Kay, y puso los ojos en blanco—, todo el mundo quiere un bebe. Robbie tiene casi cuatro anos. Todavia usa panales, tiene un retraso evolutivo considerable y casi con toda seguridad ha presenciado escenas de sexo. ?Crees que a vuestros amigos les gustaria adoptarlo?
—Pero el caso es que si se lo hubieran quitado a su madre cuando nacio…
—Cuando el nino nacio, ella habia dejado las drogas y estaba avanzando mucho —replico Kay—. Lo queria y queria quedarselo, y en ese momento estaba en condiciones de satisfacer las necesidades del nino. Ya habia criado a Krystal, con un poco de apoyo familiar…
—??Krystal?! —exclamo Samantha—. ?Dios mio! ?Estamos hablando de los Weedon?
Kay se horrorizo por haber mencionado un nombre; en Londres no habria tenido importancia, pero por lo visto era cierto que en Pagford todo el mundo se conocia.
—Lo siento, no deberia…
Pero Miles y Samantha se estaban riendo, y Mary parecia tensa. Kay, que no habia tocado su pastel y apenas habia probado el plato principal, se dio cuenta de que habia bebido demasiado vino para calmar los nervios, y ahora habia cometido una indiscrecion grave. Sin embargo, era demasiado tarde para arreglarlo; la rabia que sentia anulaba cualquier otra consideracion.
—Krystal Weedon no es precisamente un ejemplo de la capacidad de una madre para criar a sus hijos — observo Miles.
—Krystal hace todo lo que puede por mantener unida a su familia —replico Kay—. Adora a su hermanito y la aterra pensar que puedan llevarselo…
—Yo no dejaria sola a Krystal Weedon ni vigilando como se cuece un huevo —opino Miles, y Samantha volvio a reir—. Ya se que dice mucho en su favor que quiera a su hermano, pero el nino no es ningun muneco de peluche…
—Si, ya lo se —le espeto Kay al recordar el trasero sucio y lleno de costras de Robbie—, pero lo quieren.
—Krystal le hacia
—Mira, todos sabemos que Krystal ha tenido mala suerte —continuo Miles—, eso no lo niega nadie. La que me saca de quicio es su madre drogadicta.
—Pues la verdad es que ahora esta respondiendo muy bien al programa de Bellchapel.
—Pero con su historial —dijo Miles—, no hay que ser licenciado en fisica cuantica para saber que recaera, ?no?
—Si aplicas esa regla a todo, tu no deberias tener carnet de conducir —le solto Kay—, porque con tu historial seguro que volveras a conducir borracho.
Miles se quedo pasmado un instante, pero Samantha respondio con frialdad.
—Me parece que eso no tiene nada que ver.
—?Ah, no? Pues es el mismo principio —objeto Kay.
—Bueno, si, aunque a veces los principios son el problema —aporto Miles—. A menudo lo que hace falta es un poco de sentido comun.
—Que es como suele llamar la gente a sus prejuicios —remacho Kay.
—Segun Nietzsche —se oyo una nueva y aguda voz que sobresalto a todos—, la filosofia es la biografia del filosofo.
Plantada ante la puerta que daba al recibidor, habia una Samantha en miniatura, una chica de pecho abundante, de unos dieciseis anos, con vaqueros ajustados y camiseta de manga corta; estaba comiendo un punado de uvas y parecia muy satisfecha de si misma.
—Os presento a Lexie —dijo Miles con orgullo—. Gracias por tu aportacion, genio.
—De nada —respondio Lexie con descaro, y desaparecio escaleras arriba.
Un pesado silencio se abatio sobre la mesa. Sin saber muy bien por que, Samantha, Miles y Kay miraron a