Simon apenas se aparto y Andrew tuvo que pasar de lado para salir al porche, sin soltar el papel. Temia que le exigiera vaciar los bolsillos para comprobar si llevaba cigarrillos.
—Bueno, adios.
Su padre no contesto. Andrew se dirigio al garaje y, una vez alli, saco la nota, la desdoblo y la leyo. Sabia que no estaba siendo racional, que lo que habia anotado alli no podia modificarse por arte de magia a causa de la mera proximidad de Simon, pero aun asi, quiso asegurarse. Tras comprobar que todo estaba bien, volvio a doblarla y se la metio en el fondo del bolsillo, que se cerraba con un corchete; entonces saco la bicicleta de carreras del garaje y salio por la cancela hasta el camino. Sabia que su padre lo observaba a traves de la puerta de cristal del recibidor, y estaba seguro de que le habria encantado verlo caerse o causarle algun desperfecto a la bicicleta.
Pagford se extendia alla abajo, algo neblinoso al debil sol primaveral; se respiraba un aire frio y penetrante. Andrew supo que habia llegado al sitio donde Simon ya no podia verlo desde la casa porque sintio como si le quitaran un peso de los hombros.
Bajo como un rayo por la colina hasta Pagford, sin tocar los frenos, y torcio por Church Row. Cuando llego hacia la mitad de la calle, redujo la velocidad y entro pedaleando con decoro en el sendero de la casa de los Wall, esquivando con cuidado el coche de Cuby.
—Hola, Andy —lo saludo Tessa al abrirle la puerta.
—Hola, senora Wall.
Andrew aceptaba la opinion generalizada de que los padres de Fats eran ridiculos. Tessa era regordeta y sin encanto, llevaba un peinado extrano y su forma de vestir daba verguenza ajena, mientras que Cuby era ansioso hasta un extremo comico; sin embargo, Andrew sospechaba que, si los Wall hubieran sido sus padres, seguramente no se habria llevado demasiado mal con ellos. Eran tan civilizados, tan cordiales… En su casa nunca tenia la sensacion de que el suelo podia ceder en el momento menos pensado y sumergirlo en el caos.
Fats estaba sentado en el primer peldano de la escalera, poniendose las zapatillas de deporte. Del bolsillo de la pechera de su chaqueta asomaba un paquete de tabaco de liar.
—Arf.
—Fats.
—?Quieres dejar la bicicleta de tu padre en el garaje, Andy?
—Si, gracias, senora Wall.
(Tessa siempre pronunciaba aquel «tu padre» con cierta formalidad. Andrew sabia que ella detestaba a Simon, y esa era una de las razones por las que a el no le importaba pasar por alto aquella ropa holgada y horrible que llevaba, ni aquel flequillo tan poco favorecedor.
La antipatia de Tessa se remontaba a un horroroso incidente ocurrido anos atras, cuando Fats, a la sazon de seis anos, fue a pasar la tarde del sabado a Hilltop House por primera vez. Intentando coger unas raquetas de badminton guardadas en el garaje, ambos amigos se encaramaron a una caja y, sin querer, tiraron el contenido de un estante desvencijado.
Andrew todavia recordaba el instante en que la lata de creosota se estrello contra el capo del coche y se abrio; y el terror que sintio y su incapacidad para hacerle entender a su risueno amigo la que se habian buscado.
Simon oyo el ruido e irrumpio en el garaje con su menton por delante y emitiendo aquel grunido animal; a continuacion, se puso a gritarles y amenazarlos con terribles castigos fisicos, con los punos apretados a escasos centimetros de sus caritas, mientras ellos lo miraban con los ojos como platos.
Fats se orino encima. El chorro resbalo por sus piernas y formo un charquito en el suelo del garaje. Ruth, que habia oido los gritos desde la cocina, salio corriendo para intervenir: «No, Simon… Simon, no… Ha sido sin querer.» Fats estaba palido y temblaba; queria marcharse a su casa, queria a su mama.
Cuando llego Tessa, Fats corrio hacia ella con los pantalones empapados, sollozando. Fue la unica vez en su vida que Andrew vio a su padre quedarse sin saber que decir, echarse atras. Tessa se las ingenio para transmitir una rabia intensa sin levantar la voz, sin amenazar, sin golpear. Extendio un cheque y se lo puso a Simon en la mano, mientras Ruth repetia: «No, por favor, no hace falta, no hace falta.» Simon la siguio hasta el coche tratando de quitarle importancia a lo ocurrido, pero Tessa lo miro con desprecio mientras ponia a Fats, aun sollozante, en el asiento del pasajero, y luego cerro la puerta del conductor en la cara todavia sonriente de Simon. Andrew se fijo en la expresion de sus padres: ademas de llevarse a Fats, Tessa se llevaba consigo, colina abajo, un secreto que solia permanecer oculto en la casa de la cima de la colina.)
Ahora, Fats intentaba complacer a Simon. Cuando subia a Hilltop House, se tomaba la molestia de hacerlo reir; y a cambio, Simon lo recibia bien, disfrutaba con sus chistes mas groseros, le pedia que le contara sus ultimas travesuras. Sin embargo, a solas con Andrew, se mostraba completamente de acuerdo en que Simon era un hijoputa de 24 quilates categoria A.
—Yo creo que es tortillera —dijo Fats cuando pasaron por delante de la antigua vicaria, oscura bajo la sombra del pino escoces y con la fachada recubierta de hiedra.
—?Quien, tu madre? —pregunto Andrew, que iba ensimismado en sus pensamientos y no le hacia mucho caso.
—Pero ?que dices, tio? —salto Fats, profundamente ofendido—. ?No, imbecil! ?Sukhvinder Jawanda!
—Ah, si. Ya.
Andrew rio, y Fats tambien, aunque un momento mas tarde.
El autobus de Yarvil iba muy lleno; Andrew y Fats tuvieron que sentarse uno al lado del otro y no ocupando dos asientos dobles, como les gustaba. Al pasar por el final de Hope Street, Andrew echo un vistazo a la calle, pero estaba desierta. No se habia encontrado a Gaia fuera del instituto desde la tarde en que ambos habian conseguido el empleo en La Tetera de Cobre. La cafeteria abriria el fin de semana siguiente; Andrew se ponia euforico cada vez que lo pensaba.
—Simoncete ya ha puesto en marcha la campana electoral, ?no? —pregunto Fats mientras liaba un cigarrillo. Tenia una de sus largas piernas cruzada en el pasillo, y la gente pasaba por encima en lugar de pedirle que se moviera—. Cuby ya esta cagado, y eso que solo ha empezado a redactar el panfleto.
—Si, anda muy ocupado —dijo Andrew, y soporto sin pestanear una oleada de panico en la boca del estomago.
Penso en sus padres sentados a la mesa de la cocina, como habian hecho todas las noches de la semana anterior; en la caja de panfletos estupidos que Simon habia encargado en la imprenta; en la lista de puntos clave que Ruth lo habia ayudado a recopilar y que el utilizaba en sus llamadas telefonicas, cada noche, a todas las personas que conocia en el distrito electoral. Simon hacia todo eso como si le costara un esfuerzo tremendo. En casa se mostraba muy nervioso, y mostraba una creciente agresividad hacia sus hijos, como si llevara sobre los hombros una pesada carga que ellos hubieran eludido. En las comidas, el unico tema de conversacion eran las elecciones, y ambos adultos especulaban sobre las fuerzas contrarias a Simon. Se tomaban muy a pecho que hubiera otros aspirantes a la plaza de Barry Fairbrother, y se imaginaban a Colin Wall y Miles Mollison pasandose todo el dia conspirando, mirando hacia Hilltop House, concentrados en derrotar al hombre que vivia alli.
Andrew volvio a palparse el bolsillo donde llevaba el papel doblado. No le habia contado a Fats lo que pensaba hacer: temia que lo divulgara. No sabia como hacerle entender a su amigo que era necesario guardar un secreto absoluto, como recordarle que aquel psicopata capaz de hacer que un crio se orinara encima estaba vivito y coleando en su propia casa.
—A Cuby no le preocupa mucho Simoncete —dijo Fats—. Cree que su gran competidor es Miles Mollison.
—Ya.
Andrew habia oido a sus padres hablar de eso. Ambos pensaban que Shirley los habia traicionado; que ella deberia haber impedido a su hijo desafiar a Simon.
—Para Cuby esto es una puta cruzada —continuo Fats, liando un cigarrillo entre el indice y el pulgar—. Ha recogido la bandera del regimiento de su camarada caido. El bueno de Barry Fairbrother.
Con una cerilla, metio hacia dentro unas hebras de tabaco que sobresalian por el extremo del cigarrillo.
—La mujer de Miles Mollison tiene unas tetas gigantescas —comento luego.
La anciana que iba sentada en el asiento de delante volvio la cabeza y miro a Fats con desaprobacion. Andrew volvio a reir.