—Enormes mamas bamboleantes —anadio Fats en voz alta, sin apartar la vista del arrugado y cenudo rostro—. Grandes y suculentos pechos de talla 120 G.

La anciana, sonrojada, giro lentamente la cabeza y volvio a mirar al frente. Andrew apenas podia respirar.

Bajaron del autobus en el centro de Yarvil, cerca de la zona comercial, de la via peatonal donde estaban todas las tiendas, y se abrieron paso entre los compradores, fumando los cigarrillos que habia liado Fats. A Andrew no le quedaba ni un centimo: el sueldo que iba a pagarle Howard Mollison le vendria muy bien.

El letrero naranja chillon del cibercafe parecia llamarlo desde lejos, hacerle senas para que se acercara. No conseguia concentrarse en lo que le estaba diciendo Fats. «?Te atreveras? —se preguntaba—. ?Te atreveras?»

No lo sabia. Sus pies seguian moviendose, y el letrero iba haciendose mas y mas grande, atrayendolo, seduciendolo.

«Si me entero de que le has contado a alguien una sola palabra de lo que hablamos en esta casa, te despellejo vivo.»

Pero la alternativa era la humillacion de Simon al mostrarse ante el mundo tal como era, y el efecto que tendria sobre la familia el hecho de que lo derrotaran, como sin duda sucederia, tras semanas de expectacion e imbecilidad. Entonces vendrian la rabia y el rencor, y el empeno en que los demas pagaran por su descabellada decision. La noche anterior Ruth habia comentado alegremente: «Los chicos pueden ir a colgar tus panfletos por Pagford.» Andrew habia visto con el rabillo del ojo la mirada de horror de Paul y como intentaba atraer su atencion.

—Quiero entrar ahi —mascullo Andrew, y torcio a la derecha.

Pagaron los tiquets y se sentaron cada uno ante un ordenador, separados por dos asientos ocupados. El hombre de mediana edad que Andrew tenia a su derecha apestaba a sudor y tabaco, y no cesaba de sorber por la nariz.

Andrew entro en internet y tecleo el nombre de la pagina web: «concejo… parroquial… de… Pagford… punto… com… punto… uk».

La pagina de inicio mostraba el escudo de Pagford en azul y blanco, y una fotografia del pueblo tomada desde algun punto no muy lejano de Hilltop House, con la silueta de la abadia de Pargetter recortada contra el cielo. Era una pagina anticuada, obra de aficionados, como Andrew ya sabia porque la habia visto en el ordenador del instituto. No se habia atrevido a abrirla desde su portatil; su padre quiza fuera un completo ignorante en lo referente a internet, pero no cabia descartar que encontrara a alguien en el trabajo que lo ayudara a investigar, una vez que estuviera todo hecho…

Aunque Andrew lo hiciera desde aquel local tan anonimo y concurrido, no habia forma de evitar que apareciera la fecha de ese dia en el mensaje; tampoco podria decir que el no habia estado en Yarvil cuando sucedio; pero Simon jamas habia entrado en un cibercafe, y quiza ni siquiera sabia de su existencia.

El corazon le latia tan deprisa que le dolia. Rapidamente se desplazo por el foro, donde no parecia haber mucha actividad. Habia temas titulados: recogida de residuos-una pregunta, y ?alcance de zona escolar de los colegios de Crampton y Little Manning? Aproximadamente cada diez entradas habia una publicacion del administrador, que adjuntaba las actas de la ultima reunion del concejo parroquial. Habia un tema titulado fallecimiento del concejal Barry Fairbrother. Este habia recibido ciento cincuenta y dos visitas y tenia cuarenta y tres comentarios. En la segunda pagina del foro encontro lo que buscaba: un post del difunto.

Un dia, hacia un par de meses, un joven profesor suplente habia vigilado la clase de informatica de Andrew. Se las daba de enrollado para despertar el interes de los alumnos, pero no deberia haber mencionado las inyecciones SQL. Andrew estaba seguro de que el no habia sido el unico que habia ido derecho a casa a investigar que eran. Saco el papel en que habia anotado el codigo conseguido en las horas muertas en el instituto, y entro en la pagina web del concejo. Todo se basaba en la premisa de que la pagina la habia hecho un aficionado hacia mucho tiempo, y que nunca la habian protegido ni de los mas sencillos ataques de piratas informaticos.

Con sumo cuidado, utilizando solo el dedo indice, introdujo la linea de caracteres magica.

Los leyo dos veces para asegurarse de que todos los acentos estaban donde debian, titubeo un segundo, casi jadeando, y entonces pulso la tecla enter.

Dio un grito ahogado de jubilo, como un nino pequeno, y tuvo que contener el impulso de gritar o levantar un puno triunfal. Habia conseguido penetrar en aquella web de pacotilla al primer intento. En la pantalla aparecieron los datos de usuario de Barry Fairbrother: su nombre, su contrasena y su perfil completo.

Andrew aliso el magico papel que habia guardado en la almohada toda la semana y puso manos a la obra. Teclear aquel parrafo lleno de tachaduras y correcciones iba a ser un proceso mas laborioso.

Habia buscado un estilo lo mas impersonal posible; el tono desapasionado de un cronista de periodico serio:

Simon Price, aspirante a concejal parroquial, piensa poner en marcha un programa para reducir el despilfarro del concejo. Al senor Price no le son desconocidas las medidas para abaratar los costes, y seguramente podra poner sus numerosos y utiles contactos a disposicion del concejo. En el ambito domestico, ahorra dinero equipando su casa con articulos robados —el mas reciente, un ordenador personal—, y es el contacto para cualquier trabajo de imprenta a precio rebajado que se pueda pagar en negro, de los que se ocupa cuando el director de la imprenta Harcourt-Walsh se marcha a su casa.

Leyo dos veces el mensaje de principio a fin. Ya lo habia repasado mentalmente infinidad de veces. Podria haber acusado a Simon de muchas cosas, pero no existia ningun tribunal ante el que Andrew pudiera presentar las verdaderas acusaciones que tenia contra su padre, ni aportar como pruebas sus recuerdos de terror fisico y humillaciones rituales. Lo unico que tenia eran pequenas infracciones de la ley de las que lo habia oido jactarse, y habia escogido esos dos ejemplos concretos —el ordenador robado y los trabajos de imprenta hechos a escondidas fuera del horario laboral— porque ambos se relacionaban directamente con su trabajo. Los empleados de la imprenta sabian que Simon hacia esas cosas, y podian haberlo comentado con cualquiera: sus amigos, sus familiares.

Tenia el estomago encogido, como cuando Simon perdia los estribos de verdad y la emprendia con el primero que se le cruzaba. Ver su traicion plasmada en la pantalla, negro sobre blanco, era aterrador.

—?Que cono haces? —le susurro Fats al oido.

Aquel individuo apestoso ya se habia marchado; Fats se habia cambiado de asiento, y estaba leyendo lo escrito por Andrew.

—Hostia puta —dijo Fats.

Andrew tenia la boca seca y la mano quieta sobre el raton.

—?Como has entrado? —musito Fats.

—Inyeccion SQL. Esta todo en internet. Tienen una proteccion de mierda.

Fats se mostro entusiasmado y muy impresionado; Andrew, entre complacido y asustado por la reaccion de su amigo.

—Esto tiene que quedar entre…

—?Dejame escribir uno sobre Cuby!

—?No!

Andrew aparto el raton rapidamente para evitar que Fats se lo arrebatara. Aquel horrible acto de deslealtad filial habia surgido del primigenio caldo de rabia, frustracion y miedo que se removia en su interior desde que tenia uso de razon, pero lo unico que se le ocurrio decir para transmitirle eso a Fats fue:

—No lo hago solo para divertirme.

Leyo el mensaje de cabo a rabo por tercera vez y entonces le anadio un titulo. Notaba la excitacion de Fats a su lado, como si estuvieran viendo otra sesion de porno. El deseo de impresionar un poco mas a su amigo se apodero de Andrew.

—Mira —dijo, y cambio el nombre de usuario de Barry por «El Fantasma de Barry Fairbrother».

Fats solto una carcajada. A Andrew le temblaban los dedos sobre el raton. Lo deslizo hacia un lado. Nunca sabria si habria llegado hasta el final si Fats no hubiera estado mirando. Con un solo clic, aparecio un nuevo tema en la parte superior del foro del Concejo Parroquial de Pagford: Simon Price, no apto para presentarse al

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