—Parece una estrella de Bollywood.
A continuacion, Samantha se dio cuenta de que ninguno de los presentes se habia molestado en decirle que la cena estaba muy rica, que era lo minimo que exigia la buena educacion, aunque estuviera todo incomestible. Ya que no le estaba permitido atormentar a Gavin, decidio fastidiar un poco a Miles.
—Vikram es lo unico bueno que tiene vivir en este pueblo de mala muerte, creeme —anadio—. Es el sexo personificado.
—Y su mujer es nuestra medica de cabecera —aporto Miles—, y miembro del concejo parroquial. A ti debe de contratarte la Junta Comarcal de Yarvil, ?no, Kay?
—Si —confirmo—. Pero paso la mayor parte del tiempo en los Prados. Tecnicamente pertenecen a Pagford, ?no es asi?
«Los Prados no —penso Samantha—. Por lo que mas quieras, no menciones los malditos Prados.»
—?Ah! —dijo Miles, y esbozo una sonrisa cargada de sarcasmo—. Si, bueno, tecnicamente los Prados pertenecen a Pagford. Tecnicamente. Es un tema delicado, Kay.
—?En serio? ?Por que? —se intereso ella con la esperanza de que todos participaran en la conversacion, porque Gavin seguia hablando en voz baja con la viuda.
—Veras, es una historia que se remonta a los anos cincuenta. —Todo indicaba que Miles iba a embarcarse en un discurso muy bien ensayado—. Yarvil queria extender la urbanizacion de Cantermill y, en vez de construir hacia el oeste, donde ahora esta la autovia…
—?Gavin? ?Mary? ?Otra copa de vino? —tercio Samantha interrumpiendo a Miles.
—… fueron muy astutos; compraron los terrenos sin aclarar que uso iban a darles, y entonces fueron y expandieron la urbanizacion mas alla de su limite territorial, invadiendo el de Pagford.
—?Como es que no mencionas al viejo Aubrey Fawley, Miles? —pregunto Samantha. Por fin habia alcanzado ese delicioso grado de embriaguez en que su lengua se volvia malevola, en que perdia el miedo a las consecuencias y se dejaba llevar por las ganas de provocar y fastidiar, sin buscar mas que su propia diversion—. La verdad es que el viejo Aubrey Fawley, que era el dueno de todos esos maravillosos pilares de esquina, o lo que fuera que te ha contado mi marido, cerro un trato sin consultar con nadie…
—Sam, eso no es justo —intervino Miles, pero ella no se arredro.
—… vendio los terrenos donde se construyeron los Prados y se embolso… no se, creo que cerca de un cuarto de millon…
—No digas tonterias, Sam. ?En los anos cincuenta?
—… pero entonces, al darse cuenta de que todos estaban muy enfadados con el, hizo como si no supiera que aquello podia causar problemas. Un imbecil de clase alta. Y un borracho —anadio Samantha.
—Eso no es verdad —declaro su marido con firmeza—. Para entender bien el problema, Kay, necesitas saber un poco de historia local.
Samantha, con la barbilla apoyada en una mano, fingio que de puro aburrimiento se le resbalaba el codo de la mesa. Kay rio, por mucho que Samantha no le cayera bien, y Gavin y Mary interrumpieron su tranquila conversacion.
—Estamos hablando de los Prados —informo Kay con el tono adecuado para recordarle a Gavin que estaba alli y que deberia ofrecerle apoyo moral.
Miles, Samantha y Gavin se dieron cuenta a la vez de que era muy poco diplomatico sacar a colacion el tema de los Prados delante de Mary, ya que esa habia sido la manzana de la discordia entre Barry y Howard.
—Por lo visto es un tema delicado en este pueblo —dijo Kay, decidida a que Gavin expresara su opinion, a obligarlo a comprometerse.
—Hum —dijo el, y se volvio hacia Mary—: ?Como le va a Declan con el futbol?
La colera de Kay se avivo: quiza Mary hubiera enviudado recientemente, pero el interes de Gavin parecia desproporcionado. La velada no estaba transcurriendo como habia imaginado: una reunion amistosa de cuatro personas, en la que Gavin iba a admitir que ellos dos eran una pareja en toda regla; sin embargo, nadie que los hubiera visto alli habria pensado que entre los dos existiera algo mas que una amistad superficial. Ademas, la comida estaba malisima. Kay dejo los cubiertos en el plato, donde tres cuartas partes de su racion permanecian intactas (un detalle que a Samantha no le paso por alto), y volvio a dirigirse a Miles.
—?Tu te criaste en Pagford?
—Me temo que si —contesto, y sonrio con suficiencia—. Naci en el viejo hospital Kelland, al final de la calle. Lo cerraron en los anos ochenta.
—?Y tu, Saman…?
La interpelada contesto antes de que hubiera terminado la pregunta:
—No, por Dios. Yo estoy aqui por accidente.
—Perdona, pero no se a que te dedicas.
—Tengo un negocio de…
—Vende sujetadores de talla gigante —se le adelanto Miles.
Samantha se levanto bruscamente y fue a buscar otra botella de vino. Cuando volvio a la mesa, Miles estaba contandole a Kay la graciosa anecdota, sin duda destinada a ilustrar que en Pagford todo el mundo se conocia, de aquella noche en que iba conduciendo y lo paro un policia que resulto ser un viejo amigo de la escuela primaria. Samantha encontro tremendamente aburrida la representacion detallada de las bromitas que se habian gastado Steve Edwards y el. Mientras se desplazaba alrededor de la mesa para rellenar las copas, observo la adusta expresion de Kay; era evidente que la asistente social no consideraba que conducir bajo los efectos del alcohol fuera cosa de risa.
—… Steve sujetaba el alcoholimetro y yo estaba a punto de soplar, y de repente nos echamos a reir a carcajadas. Su companero no tenia ni idea de que estaba pasando; hacia asi —Miles imito a un hombre que vuelve la cabeza a uno y otro lado, perplejo—, y Steve se desternillaba, se meaba encima, porque recordaba muy bien la ultima vez que habia sujetado algo para que yo soplara, veinte anos atras, y…
—Era una muneca hinchable —aclaro Samantha sin sonreir, y se dejo caer en la silla al lado de su marido—. Miles y Steve la metieron en la cama de los padres de su amigo Ian en la fiesta de su decimoctavo cumpleanos. Total, al final a Miles le pusieron una multa de mil libras y le quitaron tres puntos del carnet, porque era la segunda vez que lo pillaban conduciendo por encima del limite permitido. Es para morirse de risa.
La sonrisa de Miles se le quedo en suspenso, como un triste globo olvidado despues de una fiesta. Fue como si una fria brisa atravesara el comedor, que quedo transitoriamente en silencio. Pese a que Miles parecia un pelmazo, Kay estaba de su parte: era el unico de los comensales que se mostraba remotamente dispuesto a facilitarle la entrada en la vida social de Pagford. Asi pues, opto por volver al tema con que Miles parecia sentirse mas comodo, sin sospechar que fuera inapropiado hablar de el en presencia de Mary.
—La verdad es que los Prados es un barrio duro —dijo—. He trabajado en zonas urbanas deprimidas; no esperaba encontrar esa clase de privaciones en una zona rural, pero los Prados no es muy distinto de lo que se ve en Londres. Bueno, hay menos diversidad etnica, por supuesto.
—Si, desde luego, aqui tambien tenemos adictos y maleantes —replico Miles—. Me parece que no puedo mas, Sam —anadio, y aparto su plato, en el que todavia habia una cantidad considerable de comida.
La anfitriona empezo a recoger la mesa, y Mary se levanto para ayudarla.
—No, no te muevas, Mary. Tu relajate —dijo Samantha.
Gavin tambien se levanto e insistio caballerosamente en que Mary volviera a sentarse, lo que a Kay le dio mucha rabia; pero Mary se obstino igualmente.
—Estaba todo muy bueno, Sam —dijo Mary en la cocina mientras tiraban casi toda la comida al cubo de la basura.
—Que va, estaba asqueroso —replico Samantha. Al levantarse se habia dado cuenta de lo borracha que estaba—. ?Que opinas de Kay?
—No lo se. No es como yo esperaba.
—Pues es exactamente como yo esperaba. —Cogio los platos de postre—. Si quieres que te diga la verdad, a mi me parece otra Lisa.
—Ay, no, no digas eso. Gavin se merece algo mejor.
Ese era un punto de vista novedoso para Samantha, quien opinaba que la blandura de Gavin merecia un castigo permanente.
Volvieron al comedor y encontraron a Kay y Miles enfrascados en una animada conversacion, y a Gavin