—?Miles! Tengo que subir a cambiarme. ?Puedes preparar el pure de patatas? ?Miles?
Pero el ya estaba arriba, asi que Samantha tuvo que triturar las patatas mientras sus hijas comian en la isla del centro de la cocina. Libby habia apoyado el estuche del DVD contra su vaso de Pepsi light y devoraba con los ojos a uno de los miembros del grupo.
—Mikey es supersexy —dijo con un gemido libidinoso que sorprendio a Samantha; pero el chico musculoso se llamaba Jack.
Samantha se alegro de que no les gustara el mismo.
Lexie, en voz alta y segura de si misma, no paraba de hablar del colegio; vertia un inagotable torrente de informacion sobre companeras a las que Samantha no conocia, sobre travesuras, enemistades y reagrupamientos de los que no podia mantenerse al dia.
—Bueno, ninas, tengo que ir a cambiarme. Cuando hayais terminado, recogedlo todo, ?de acuerdo?
Bajo el fuego del guiso y subio presurosa. En el dormitorio, Miles se estaba abrochando la camisa ante el espejo del armario. La habitacion olia a jabon y locion para despues del afeitado.
—?Todo controlado, carino?
—Si, gracias. Que bien que hayas tenido tiempo de ducharte —le solto Samantha, al tiempo que sacaba del armario su falda larga y su blusa favoritas y cerraba de un portazo.
—Podrias ducharte ahora.
—Llegaran dentro de diez minutos. No me da tiempo a secarme el pelo y maquillarme. —Se descalzo lanzando sendas patadas al aire; un zapato golpeo el radiador produciendo un fuerte ruido—. Cuando hayas acabado de acicalarte, ?podrias bajar y ocuparte de las bebidas?
Una vez que Miles salio del dormitorio, Samantha intento desenredarse el pelo y retocarse el maquillaje. No estaba nada contenta con su aspecto. Tras cambiarse, se dio cuenta de que no llevaba el sujetador adecuado para aquella blusa tan cenida. Se puso a buscar, frenetica, el que queria, hasta que recordo que estaba secandose en el lavadero; salio presurosa al rellano, pero entonces sono el timbre de la puerta. Maldiciendo por lo bajo, volvio al dormitorio. En la habitacion de Libby sonaba la musica a todo volumen.
Gavin y Kay habian llegado a las ocho en punto porque el temia los comentarios de Samantha si se retrasaban; no lo habria sorprendido que ella hubiera insinuado que habian perdido la nocion del tiempo porque estaban echando un polvo o se habian peleado. Por lo visto, Samantha consideraba que una de las ventajas del matrimonio era que te daba derecho a comentar y entrometerte en la vida amorosa de los solteros. Tambien creia que su forma de hablar, necia y desinhibida, sobre todo cuando estaba achispada, denotaba un sentido del humor incisivo.
—?Hola, hola! —dijo Miles, retrocediendo para que entraran—. Bienvenidos al humilde hogar de los Mollison.
Beso a Kay en las mejillas y le cogio la caja de bombones que llevaba.
—?Esto es para nosotros? Muchas gracias. Me alegro de conocerte por fin. Gav te ha mantenido en secreto demasiado tiempo.
Miles cogio la botella de vino que Gavin habia traido y le dio unas palmadas en la espalda que a este le molestaron.
—Pasad, pasad. Sam bajara enseguida. ?Que os apetece beber?
En circunstancias normales, Kay habria hallado a Miles falsamente amable y demasiado informal, pero se habia propuesto suspender el juicio. Cada miembro de una pareja tenia que relacionarse con los amigos del otro y hacer lo posible para llevarse bien con ellos. Esa noche representaba un avance considerable en su campana para infiltrarse en zonas de la vida de Gavin en las que el nunca la habia admitido, y queria demostrarle que se sentia a sus anchas en casa de los Mollison, tan grande y presuntuosa, y que ya no habia ningun motivo para excluirla. Asi pues, sonrio a Miles, le pidio una copa de vino tinto y admiro el amplio salon con parquet de madera de pino sin barnizar, el sofa con mullidos cojines y las laminas enmarcadas.
—Ya llevamos… hum, creo que catorce anos aqui —comento Miles, ocupado con el sacacorchos—. Tu vives en Hope Street, ?verdad? Por alli hay casas bonitas, buenas oportunidades para arreglarlas y mejorarlas.
En ese momento aparecio Samantha con una sonrisa mas bien fria. Kay, que antes solo la habia visto con abrigo, se fijo en su cenida blusa naranja, bajo la que se apreciaba con detalle el sujetador de blonda. Tenia la cara aun mas oscura que el curtido escote; llevaba una gruesa capa de sombra de ojos, lo que no la favorecia nada, y los tintineantes pendientes de oro y las chinelas doradas de tacon alto eran, en opinion de Kay, de pesimo gusto. Le dio la impresion de que Samantha era de esas mujeres que salian de juerga con sus amigas, encontraban divertidisimos los
—Hola —saludo Samantha. Beso a Gavin y sonrio a Kay—. Veo que ya teneis algo de beber. Miles, yo tomare lo mismo que Kay.
Se dio la vuelta para sentarse, pues ya habia podido evaluar el aspecto de aquella mujer: Kay tenia poco pecho y caderas anchas, y seguramente habia escogido aquellos pantalones negros para disimular el tamano de su trasero. En su opinion, deberia haber calzado zapatos de tacon, dado lo cortas que tenia las piernas. De cara era bastante guapa: cutis aceitunado y uniforme, grandes ojos oscuros y una boca generosa; sin embargo, el pelo muy corto, a lo chico, y los zapatos planos apuntaban sin duda a ciertos dogmas sagrados. Gavin habia vuelto a caer en lo mismo: habia escogido a otra mujer dominante y sin sentido del humor que le haria la vida imposible.
—?Bueno! —dijo alegremente, alzando su copa—. ?Por Gavin y Kay!
Con satisfaccion, vio la mueca de bochorno de Gavin; pero antes de que pudiera avergonzarlo aun mas o sonsacarle informacion personal que luego podria exhibir ante Shirley y Maureen, volvio a sonar el timbre de la puerta.
Mary entro en la sala seguida de Miles; a su lado se la veia fragil y demacrada. La camiseta le colgaba de las prominentes claviculas.
—?Oh! —exclamo sorprendida, y se detuvo—. No sabia que…
—Gavin y Kay acaban de llegar de visita —explico Samantha un poco a la desesperada—. Pasa, Mary, por favor. ?Que quieres beber?
—Mary, te presento a Kay —dijo Miles—. Kay, esta es Mary Fairbrother.
—Ah —dijo Kay, desconcertada; creia que en la cena solo iban a estar ellos cuatro—. Hola, Mary.
Gavin, al darse cuenta de que Mary no habia acudido con intencion de apuntarse a la cena y se disponia a marcharse por donde habia venido, dio unas palmadas en el asiento del sofa; Mary se sento y esbozo una endeble sonrisa. El estaba encantado de verla: ya estaba salvado. Hasta Samantha comprenderia que su proverbial tendencia a la indiscrecion resultaria inadecuada ante una mujer tan desconsolada; ademas, se habia roto la restrictiva simetria del grupo de cuatro.
—?Como estas? —le pregunto en voz baja—. Precisamente pensaba llamarte, porque tengo noticias respecto al seguro…
—?No tenemos nada para picar, Sam? —pregunto Miles.
Samantha salio de la sala, furiosa con su marido. Nada mas abrir la puerta de la cocina, olio a carne quemada.
—?Oh, no! ?Mierda, mierda, mierda!
Se habia olvidado por completo del guiso y todo el jugo se habia consumido. Unos trozos de carne y hortalizas desecados, tristes supervivientes de la catastrofe, reposaban en el chamuscado fondo de la cazuela. Samantha echo mas vino y caldo de pollo, desincrusto con una cuchara los trozos adheridos a la cazuela y se puso a remover energicamente, acalorada y sudorosa. De la sala de estar le llego la aguda risa de Miles. Puso un poco de brecol a cocer al vapor, se bebio la copa de vino de un trago, abrio una bolsa de nachos y un tarro de hummus y vacio las dos cosas en sendos cuencos.
Cuando volvio a la sala de estar, Mary y Gavin seguian conversando en voz baja en el sofa, mientras Miles le mostraba a Kay una fotografia aerea de Pagford enmarcada y le daba un discurso sobre la historia del pueblo. Dejo los cuencos en la mesa de centro, se sirvio otra copa de vino y se sento en la butaca sin hacer ningun esfuerzo por participar en una u otra conversacion. Era muy violento tener a Mary alli; su dolor era tan palpable que se diria que habia entrado arrastrando una mortaja. De todas formas, seguramente se marcharia antes de cenar.
Sin embargo, Gavin estaba decidido a que Mary se quedara. Se pusieron a hablar de los ultimos avances