Emily hizo un puchero.

– ?Estas enfadado conmigo?

Andando Asada suelto, habria tenido que ir de todas formas.

– No -contesto con sinceridad.

– Mama esta enfadada.

– Ya me lo imagino. Em… dime que sabes que esto es algo temporal.

– Tu espera -giro de nuevo y ejecuto una suerte de movimiento de ballet que hizo que Ben bizqueara intentando seguirla-, te va a gustar tanto estar aqui, que no querras dejarnos nunca.

– Em…

– Tengo que irme a preparar la cena.

Y sin mas, desaparecio, dejando a Ben pestaneando tras ella.

Aquella vez iba a hacer las cosas bien, se aseguro Ben mientras se sentaba en la cama. Aunque sintiera que se estaba ahogando, haria las cosas bien. No saldria corriendo para perderse en cualquier selva. Ni en la refriega de alguna guerrilla. Ni en algun desierto perdido. En aquella ocasion, su camara tendria que esperar.

Se metio la mano en el bolsillo y saco una copia de la segunda carta que habia recibido de Asada.

La policia tenia el original, otro pedazo de papel meticulosamente escrito. En contraste con la blancura del papel, el texto era suficientemente repugnante como para hacerle vomitar.

Querido Ben:

Al igual que tu has arruinado mi vida, yo arruinare la tuya.

Tu mas fiel enemigo, Manuel Asada.

La policia de Sudamerica estaba completamente del lado de Ben. Asada se habia fugado y eso no solo suponia una situacion embarazosa, sino tambien una terrible amenaza. Si no lo encontraban, solo era cuestion de tiempo el que iniciara un nuevo fraude y matara con el fin de proteger su negocio.

O llegara hasta alli para obtener venganza… Si es que no lo habia hecho todavia. Porque Ben tenia la terrible certeza de que Asada era el responsable del accidente de Rachel.

Pero no volveria a ocurrir.

Con el tiempo, tendria que explicar el porque de la vigilancia policial a la casa en la que Rachel y Emily vivian. Pero, tras haber conocido la dimension de sus lesiones, estaba mas convencido que nunca de que Rachel no deberia saber nada hasta que no estuviera mas fuerte.

Ademas, ?como iba a explicarles a su hija y a aquella mujer que lo odiaba que habia puesto sus vidas en peligro? ?Que habia por alli fuera un loco que las buscaba? Eso haria a Rachel mas dependiente de el, algo que ella odiaria con cada fibra de su ser.

Fuera o no lo correcto, tendria que esperar. Y, mientras tanto, seguiria intentando protegerlas, algo que nunca habia sido capaz de hacer, segun Rachel.

Ben encontro a Rachel en el mismo lugar en el que la habia dejado, sentada en su silla, en medio del espacioso salon, frente a los ventanales. Aquella horrible gorra continuaba en su cabeza. Llevaba la pierna y el brazo derecho escayolados. Ben sabia que tenia varias costillas rotas y que permanecer alli sentada durante tanto tiempo debia ser una tortura. Pero tambien sabia que debia ser muy doloroso cambiar de posicion.

Rachel deberia haber tenido un aspecto miserable. Patetico al menos.

Y, sin embargo, continuaba tan hermosa como siempre. Quiza mas. A pesar de las heridas, su rostro continuaba siendo aristocratico, su piel tersa. Su cuerpo, lo poquito que podia ver de el, seguia siendo ligero, esbelto. Y deseable.

Ben podia recordar vividamente una noche de muchos anos atras. Estaban los dos sentados en un rincon aislado del jardin botanico. La larga melena de Rachel acariciaba su brazo y su cuerpo suave se extendia bajo el suyo sobre la hierba. Sus ojos enormes se fundian con los de Ben, llenos de calor, miedo y esperanza, mientras se entregaba por vez primera a el. Aquella tambien habia sido la primera vez para Ben y, a pesar de que su metodo anticonceptivo habia fallado, el preservativo se les habia roto, jamas habia vuelto a experimentar nada como lo que habia vivido entonces.

– ?Que ha pasado con la persona que te atropello? -pregunto Ben, caminando hacia ella.

– No la han encontrado.

Ben tomo aire. Si, habia sido Asada. Y Emily podia ser la siguiente.

El estomago se le revolvio mientras anadia una cosa mas a la lista de sus fracasos. No servia para nada, le decian en el hogar de acogida. Y era completamente cierto.

Ajena al infierno particular de Ben, Rachel bajo la mirada hacia sus propias manos y dijo lentamente:

– Preferiria pensar que el conductor se dio a la fuga por miedo despues de atropellarme a creer que alguien se equivoco. Esta tortura no seria menor si destruyeran ademas la vida de otra persona.

Ben no olvidaba que Rachel le habia destrozado a el la vida. Cuando habia terminado con el, Ben se habia sentido tan golpeado y herido como lo estaba ella en aquel momento, aunque en su caso, las heridas fueran invisibles.

?De verdad no sentia nada cuando lo miraba? ?Pero por que tenia que importarle? ?Acaso sentia el algo cuando la miraba a ella?

Si, podia admitirlo, sentia algo. Principalmente enfado y humillacion. A Rachel le habian ensenado a no expresar sus sentimientos, pero, de alguna manera, Ben habia conseguido que se abriera a el. Aquello habia sido como ver abrirse una flor. Habian sido dos almas solitarias dispuestas a fundirse en una, pero Rachel lo habia tirado todo por la borda con una facilidad que todavia lo estremecia.

Dios, pero era algo mas que el enfado lo que necesitaba para mantener las distancias. Se aseguraria de que se encontraba bien, despues iria a hacer algunas llamadas para informarse del accidente y procuraria no acercarse mucho a ella hasta que pudiera marcharse. Pero cuando dio un paso adelante, reparo en su triste expresion y en la palidez de su rostro y advirtio alarmado que estaba temblando por el esfuerzo que hacia para permanecer sentada.

– Eh, ya va siendo hora de que te eches un rato en la cama.

Rachel no contesto, lo que le hizo sentirse a Ben como un intruso que no era bienvenido. Se coloco en su linea de vision y alargo la mano hacia la gorra que protegia su cabeza.

– No -como si hubiera vuelto de pronto a la vida, Rachel alzo el brazo y dejo la gorra donde estaba.

– Quiero verte los ojos -era mentira, queria ver si su melena continuaba siendo tan rubia y gloriosamente ondulada como antes.

– ?Por que?

– Quiero verte tal como eres, quiero ver lo que estas pensando.

– Estoy pensando que me gustaria que te marcharas.

Ben no pudo evitarlo; se echo a reir. O se reia, o perdia por completo el control. «Vete, Benny, vete de aqui Ben».

– Acabo de acordarme de una de las cosas que mas admiraba de ti -musito-. Eres testaruda como un toro -se coloco tras ella y agarro la silla-. Y parece que nada ha cambiado. Vamos.

Pero en cuanto comenzo a empujar la silla hacia delante, Rachel coloco su mano buena sobre la rueda.

Temiendo hacerle dano, Ben se detuvo.

– Voy a llevarte a tu habitacion para que te tumbes y descanses, maldita sea. Estas tan cansada que estas temblando. Tienes ojeras, no has comido nada y…

– Eres mi enfermero, no mi madre.

Ben bajo la mirada hacia ella.

– Bien, como ambos sabemos el excelente trabajo que hizo tu madre, creo que seria preferible dejarla fuera de todo esto.

– ?Como te atreves a echarme mi pasado en cara! Tu, sobre todo.

Oh, claro que se atrevia, y era logico que a ella le irritara. Su pasado era precisamente lo que los habia unido. Y era tambien el pasado el que muchas veces lo mantenia despierto, recordando su calor y su pasion.

Su pasado en comun era una de las cumbres emocionales de su vida, por patetico que resultara admitirlo.

– Pues como enfermero te digo que te quites esa gorra estupida -y antes de que Rachel pudiera reaccionar, le

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