– Llama a Emily. Ella me ayudara.

Ben sacudio la cabeza lentamente y le quito las zapatillas.

– Esta preparando la cena. Hamburguesas con queso. Tiene la impresion de que ahora que has vuelto a casa vas a recuperarte muy rapido. Si la hicieramos subir ahora y viera que apenas puedes respirar, se llevaria un susto de muerte.

Rachel cerro los ojos al sentir los dedos de Ben sobre los botones de la blusa y los apreto con fuerza mientras notaba como deslizaba la blusa por sus hombros y la pasaba por encima de la escayola con un cuidado tan extremo que los ojos se le llenaron de lagrimas.

Pero no, no iba a llorar hasta que no estuviera sola.

Ben le quito el sujetador antes de meterle la camisola del pijama por la cabeza y guiarla muy tiernamente a traves del brazo escayolado. El tejido rozo los pezones de Rachel y una sorprendente oleada de deseo la sacudio de pies a cabeza.

Abrio los ojos y se encontro con los de Ben. Hubo otro tiempo en el que Ben tambien provocaba aquellas reacciones en su cuerpo, pero las circunstancias eran muy diferentes. ?Se acordaria el? A juzgar por la tension de su rostro y el ligero temblor de sus manos mientras le quitaba los pantalones, lo recordaba.

Decidida a no sentir nada mientras le ataba los botones del pijama y la arropaba despues en la cama, Rachel se concentro en respirar.

Ben se aparto de la cama y abrio la ventana del dormitorio para dejar que entrara la brisa del atardecer. Y en ese momento, otro recuerdo la golpeo. Recordaba a Ben cruzando su dormitorio tal como lo estaba haciendo en aquel momento: alto y volviendose hacia ella con una sonrisa picara mientras abria la ventana y posaba el pie en el alfeizar, cuando todavia no habia empezado a amanecer, dispuesto a dejarla despues de una larga noche de caricias, besos, conversaciones y amor.

Ese mismo recuerdo estaba haciendo sonreir a Ben en aquel momento.

– Supongo que ya es hora de que utilice la puerta en vez de arriesgar mi vida trepando por el enrejado, ?te acuerdas?

Rachel se estremecio. Era condenadamente dificil no sentir nada, negarse a tomar la ruta de los recuerdos cuando Ben estaba diciendole «?recuerdas?» con aquella voz tan sensual cada dos minutos.

– Vuelve a decirme por que has tenido que hacer esto, Ben. Por que vas a quedarte.

Ben se volvio.

– ?De verdad tienes tan mala opinion de mi que creias que no lo haria?

– Creo que estas loco si esperas que me trague que quieres estar aqui, en South Village, atado a una casa, a un unico lugar, cuando todo en ti anhela moverse.

Ben se dirigio hacia la puerta.

– Bueno, en ese caso, llamame loco.

– ?Pero por que? No puedes querer estar aqui.

– Esto no tiene nada que ver con lo que quiera o lo que deje de querer -la miro por encima del hombro-. Tu lo que tienes que hacer es mejorar. Ponte buena y me ire de aqui antes de que te hayas dado cuenta. Despues, volveras a tu vida segura y esteril y te olvidaras de que he venido a molestarte.

La puerta se cerro tras el y antes de que pudiera ponerse a pensar en lo ocurrido, el sueno se llevo su maltratado cuerpo, liberandola de pensar, del dolor y las preguntas.

Pero no de sonar.

Dos meses antes de la graduacion, National Geographic se puso en contacto con Ben. Querian que se internara en Venezuela con uno de sus fotografos durante el verano. Si aquel primer trabajo funcionaba, le asignarian una mision para el otono en Sudafrica.

– Ven conmigo -le dijo a Rachel.

Estaban sentados en el jardin botanico, en su lugar habitual de encuentro, a medio camino de sus respectivas casas.

Rachel alzo la mirada con la carta entre las manos y se quedo mirandolo fijamente. Nunca habia visto a Ben tan animado y ella sabia por que.

Durante toda su vida, Ben habia estado esperando el momento de dejar la ciudad y por fin tenia la oportunidad de hacerlo.

Pero ella habia estado esperando durante toda su vida la oportunidad de quedarse en un solo lugar. Y ademas adoraba South Village, adoraba las alegres gentes de sus calles, las vistas, los olores, todo… Aquella ciudad era su vida, era su corazon. La adoraba y no queria marcharse, ni siquiera por Ben. Si se marchaba, su vida a su lado seria identica a la que habia llevado hasta aquel momento: viajar, viajar y viajar, cuando lo unico que ella queria era un hogar.

– ?Rach?

– Yo quiero quedarme.

– No, tenemos que irnos. En esta ciudad no hay nada para mi y lo sabes. Es mi futuro -anadio con voz ronca, diciendole lo mucho que aquello significaba para el, pero sin explicarle por que.

Oh, Dios, dejar que se marchara seria como dejar que se desgarrara una parte de ella, la mejor parte.

– No puedo -sentia el corazon en la garganta porque lo sabia: Ben estaba destinado a marcharse.

Y ella estaba destinada a quedarse.

– Vendras conmigo -dijo confiadamente Ben.

No volvieron a hablar porque poco despues Rachel cayo enferma de gripe y despues de verla vomitando todas las tardes a las cuatro en punto durante toda una semana, Ben decidio llevarla a una clinica.

– ?Necesita antibioticos? -le pregunto al medico, estrechando con fuerza la mano de Rachel mientras esperaba una respuesta.

– No, lo que estas incubando no es contagioso -le respondio el medico a Rachel-, es un bebe.

Capitulo 6

El telefono desperto a Melanie en lo que tuvo la sensacion de ser el borde del amanecer. Abrio los ojos, se estiro perezosamente en la cama y entro en contacto con un cuerpo calido, duro e innegablemente masculino.

Oh, si, que forma mas agradable de despertarse.

Jason, no… Justin, recordo con un suspiro de alivio, habia tenido el detalle de ofrecerse para llevarla a casa desde el bar al que habia ido despues del trabajo porque necesitaba tomarse una copa.

El telefono continuo sonando y estaba comenzando a alterarle los nervios.

– Aparta eso, carino -dijo, palmeando el trasero desnudo de su amante mientras alargaba el brazo para descolgar el telefono inalambrico de la mesilla.

Y entonces vio el despertador. ?Mierda! Volvia a llegar tarde al trabajo.

«?Puedes verme en este momento, papa?» Miro hacia el cielo con una sonrisa ironica. O quiza deberia estar mirando hacia el infierno, porque era mucho mas probable que su padre hubiera terminado alli. «Llego tarde a trabajar, papa, y estoy orgullosa de ello. Asi que ya puedes comenzar a retorcerte en tu tumba».

Esperando que no fuera su jefe, descolgo el telefono.

– ?Tia Mel?

Una sonrisa cruzo su rostro, aunque solo en parte era de alivio.

– Hola Emily, carino.

– ?Estas ocupada?

Mel miro hacia el hombre extremadamente hermoso y extremadamente desnudo que tenia a su lado.

– Un poco, ?que ha pasado? ?Como esta tu madre?

– Eso es lo que queria decirte, esta bien. Esta muy bien. Tan bien que ya no hace falta que vengas este fin de semana.

– ?Estas segura?

– Claro que si. Mama dice que hagas lo que tengas que hacer, que estaremos perfectamente.

– Habeis conseguido una enfermera, ?verdad?

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