de ceder. Pero, por ironico que pareciera, habia sido la enormidad de lo que Ben sentia por ella lo que la habia hecho retroceder.
De modo que habia cedido al miedo y le habia pedido que se marchara.
Y, con una facilidad impactante, Ben se habia marchado, dejandola alli, sola, tal como ella queria.
Pero una parte de ella no podia dejar de preguntarse hasta que punto era profundo su amor si habia sido capaz de abandonarla tan facilmente.
La desperto el sol que penetraba por la ventana. Solo habia sido un sueno. Un sueno horrible, devastador. Comenzo a suspirar aliviada, pero el intenso dolor le hizo recordarlo todo.
No era un sueno. Era verdad y habia sucedido.
Pero ella ya no era una joven solitaria. Tenia a Emily, formaban una familia, y eso lo hacia todo mas soportable. Para demostrarselo, intento sentarse. La vision se le nublo durante unos segundos y sus costillas enviaron un intenso dolor a su cerebro. Se tenso, esperando una nueva arremetida, pero, sorprendentemente, no sintio nada que no fuera soportable.
Levantarse, sin embargo, era una historia completamente diferente. Lo intento hasta que termino jadeando y sudando sin haberlo conseguido.
De acuerdo, todavia no estaba preparada, decidio mientras se sentaba al borde de la cama y se secaba el sudor de la frente. ?Y que iba a hacer? Aquel pijama representaba un serio problema. Era completamente inadecuado para mostrarse ante un ex amante que de pronto habia regresado a su casa.
Vestirse. Esa era la prioridad numero uno. Quitarse la parte superior del pijama no fue dificil. La nueva escayola era sorprendentemente ligera. Se limito a dejar caer los tirantes con la mano buena, negandose a ceder al dolor, y dejo que la camisola descendiera hasta su cintura. Con unos cuantos movimientos, consiguio quitarse tambien la parte de abajo.
Pero vestirse no iba a ser tan facil. Al darse cuenta de que no tenia ropa limpia a su alcance, de pronto comprendio que quitarse el pijama no habia sido un movimiento sensato. Y si, aquello que estaba sonando era el timbre de la puerta.
Tenia la bata a los pies de la cama. Utilizando su brazo bueno, la agarro y la atrajo hacia ella. Hasta ahi todo iba bien. Pero la bata era demasiado pesada. Consiguio meter una mano, pero la otra…
Volvio a sonar el timbre.
?Maldita fuera! ?Donde estaba Emily? ?Se habria ido al colegio sin despedirse de ella? ?Y Ben? Casi temia preguntarselo porque, con la mala suerte que tenia, era capaz de conjurar su presencia.
Para cuando consiguio terminar de ponerse la bata, estaba destrozada. Agradeciendo que Ben le hubiera dejado la silla de ruedas justo al lado de la cama, consiguio sentarse en ella. Jadeando para tomar aire, poso las manos sobre las ruedas y pago el precio de olvidar hasta que punto le dolian el brazo malo y el hombro.
– Mueve solo el brazo derecho, solo el brazo derecho -gimoteo para si, llevandose el brazo izquierdo hacia el pecho.
Pero mover unicamente el brazo derecho implicaba que solo seria capaz de moverse en circulos. Frustrada, lo intento una vez mas y dejo escapar un grito ahogado al sentirse incapaz de ir a ninguna parte.
– ?Rachel! -Garret entro a grandes zancadas en el dormitorio y dejo una taza de delicioso cafe sobre la mesilla-. Dejame ayudarte.
El vecino de Rachel era un hombre alto, de pelo oscuro. Usaba gafas y siempre llevaba en el bolsillo un ordenador del tamano de su mano. El bueno de Garret. Le cortaba el cesped todos los fines de semana, jugaba al
– Estaba en el porche -dijo Garret-, y he oido un golpe. He pensado que a lo mejor te habias caido.
– ?Y no podia levantarme?
– Bueno, sabia que Emily y Ben se habian ido a desayunar. He llamado al timbre para advertirte de que iba a entrar -le mostro la llave que Emily le habia entregado despues del accidente y quito el freno que Rachel habia colocado en el lado izquierdo de la silla de ruedas-. Intentalo ahora.
Por supuesto, funciono. Sintiendose una estupida y asegurandose de tener la bata cerrada, Rachel suspiro.
– Supongo que no vas a ofrecerme una taza de tu cafe por via intravenosa.
Garret le acerco la taza.
– Intenta tomarlo de la forma habitual.
Rachel lo miro por encima del borde de la taza, intentando, como de vez en cuando hacia, sentirse algo atraida por el.
Pero no… no salto ni una sola chispa.
Mientras saboreaba el cafe, alguien volvio a gritar su nombre y, a los pocos segundos, aparecio en el marco de la puerta. Aquella vez se trataba de Adam Johnson, su contable, consejero financiero, amigo y un hombre completamente opuesto a Garret. Alto, rubio y sin grandes inclinaciones deportivas, era, sin embargo, extremadamente inteligente y uno de los hombres mas dulces que nunca habia conocido.
En tres diferentes ataques de soledad, Rachel habia salido con el. Y en las tres ocasiones Adam le habia hecho sonreir. Rachel habia disfrutado inmensamente e incluso habria aceptado una cuarta cita si no hubiera sido por el accidente.
Y, por supuesto, por el hecho de que no se sentia mas atraida por el que por Garret.
Adam llevaba en una mano una docena de rosas rojas y en la otra un archivador, seguramente de la propia Rachel. Adam era capaz de decirle en cualquier momento hasta el ultimo penique que tenia.
– La puerta de la calle estaba abierta -dijo, entrando en la habitacion-. Espero no llegar en un mal momento, nadie ha contestado a mi llamada y estaba preocupado.
– Lo siento -Rachel intento sonreir, aunque el esfuerzo que habia tenido que hacer para ponerse la bata y sentarse en la silla la habia dejado agotada-. Estoy bien, de verdad.
– ?Mama! -Emily se detuvo en el marco de la puerta.
– Bienvenida a la Estacion Central -la saludo Rachel.
La respiracion se le cerro en la garganta cuando aparecio Ben detras de Emily con unos pantalones con grandes bolsillos y una camiseta negra, que le daba un aspecto salvaje y peligrosamente sexy. Era mas alto que Adam, mas moreno que Garret y, teniendo en cuenta que no habia una sola gota de grasa en todo su cuerpo, mucho mas fuerte que ninguno de los dos.
Ben deslizo su lenta mirada alrededor de la habitacion sin perderse un solo detalle.
Rachel se cerro la bata con fuerza y dejo escapar una bocanada de aire.
Ben Asher no era el mas atractivo ni el mas culto de aquellos tres hombres, pero era, sencillamente, el hombre mas potente y letalmente masculino que habia conocido en su vida.
Y no podia apartar la mirada de el.
– Papa y yo hemos ido a desayunar -anuncio Emily con el rostro resplandeciente.
Rachel miro a Ben. Y el le devolvio la mirada.
– Ah, y ahora tengo que irme al colegio -miro a Ben con el corazon en los ojos-. Gracias por el desayuno.
– ?No tenias que decirle algo a tu madre? -le pregunto Ben.
– ?Que tenias que decirme?
– Eh… -Emily se mordio el labio, una senal inconfundible de que estaba pensando. Y cuando Emily empezaba a pensar, solo Dios sabia los problemas que podia causar-, lo dejaremos para despues del colegio, ?de acuerdo? No quiero llegar tarde.
– Em… -dijo Ben a modo de advertencia, pero antes de que hubiera podido presionar, Garret se levanto.
– Tengo que ir a la consulta -dijo.
– Garret se cita con las modelos despues de arreglarles los dientes -anuncio Emily.
Garret hizo mueca.
– Soy dentista -aclaro.
– Un dentista de las estrellas -se jacto Emily.
Ben asintio sin juzgarlo, pero Rachel sabia que para el aquel mundo debia de ser tan extrano como lo era el suyo para ella.
Adam, que tampoco habia sido presentado, le tendio la mano a Ben.