Rachel cruzo el brazo escayolado sobre su pecho e intento no pensar en las partes de su cuerpo que Ben podia continuar viendo claramente.
– ?Y… se supone que eso me tiene que hacer sentir mejor?
– Bueno… -dejo escapar una risa-, a mi mirarte me hace sentirme mejor.
– Cierra los ojos si no quieres averiguar lo dura que puede resultar una escayola sobre tu cabeza.
Ben inclino la cabeza y la estudio sin dejar de acariciar la parte de sus senos que asomaba por detras de la escayola.
– Supongo que vas a ignorar el hecho de que cada vez que estamos a menos de un metro de distancia practicamente entramos en combustion.
Haciendo un gran esfuerzo, Rachel alzo el brazo escayolado a modo de advertencia. Ben fijo la mirada en los senos que habia dejado al descubierto.
– Eres masoquista, carino -la acuso Ben, pero cerro los ojos-, muy bien.
El vapor continuaba ascendiendo desde la banera, creando un ambiente de especial intimidad. Ben permanecia frente a ella, conteniendo la respiracion, con el pelo cayendo sobre su frente, los ojos cerrados y una sonrisa sensual en los labios.
Y Rachel sabia que bastaria una palabra suya, una caricia, para que saltara sin red dispuesto a reiniciar una relacion con ella, o al menos, una relacion sexual.
Pero ella jamas saltaba sin mirar y mucho menos cuando andaba por medio un hombre que tenia un pie ya en la puerta.
La inquietud la estaba matando. La luz del amanecer se filtraba por la habitacion de Rachel mientras ella luchaba con todas sus fuerzas para levantarse de la cama. Alargo la mano hacia la silla de ruedas, y entonces vacilo.
El dolor parecia ir disminuyendo poco a poco y decidio que aquel dia intentaria prescindir de aquella triste y odiosa silla de ruedas. Queria caminar, maldita fuera, y decidida a hacer precisamente eso, tomo el baston que le habia dejado el fisioterapeuta el dia anterior.
Con mucho cuidado y conteniendo la respiracion, se levanto. Temblaba de pies a cabeza, pero era capaz de sostenerse en pie. En medio de aquel silencioso amanecer, fue avanzando lentamente hacia la puerta del dormitorio. Al abrirla, advirtio que el pasillo todavia estaba a oscuras. La unica luz procedia del cuarto de bano. Arrastrandose por el pasillo, Rachel llego hasta ella y miro en el interior. Sobre el mostrador habia un cepillo de dientes de color azul.
No era el de Emily. Era el de Ben.
Y era curioso que bastara un pedazo de plastico para provocar sentimientos tan contradictorios. La noche anterior, al saber que le estaba costando dormir, Ben habia aparecido en su dormitorio con una baraja de cartas y habia estado ensenandole un juego que habia aprendido en Nigeria o en algun otro remoto pais.
Aquel hombre era especial. Habia conseguido hacerla reir. Reir.
Rachel se dirigio a su estudio por primera vez desde el accidente. Normalmente, le bastaba entrar alli para que comenzaran a fluir los jugos de la creatividad, o abrir las ventanas para que asomara a sus labios una sonrisa de puro jubilo al ver las bulliciosas calles de South Village.
Espero a que parte de aquella alegria llegara. Aunque solo fuera un poco.
Nada. Lo unico que sentia era una dolorosa tension en el pecho muy cercana al panico. Y agotamiento por el esfuerzo que habia tenido que hacer para llegar hasta alli.
Su caballete estaba preparado, con una hoja de papel en blanco. Habia una nota en su libreta:
Pero no importaba. Al fin y al cabo, solo se trataba de una tira comica.
La impotencia y la inutilidad se habian convertido en viejas amigas desde aquel dia, y volvieron a aparecer. De pronto, Rachel deseaba hacer algo diferente, algo nuevo… algo importante. Penso en el trabajo de Ben y en todas las personas a las que habia ayudado. La frustracion la ahogaba.
Se tambaleo. Los musculos le temblaron violentamente por el esfuerzo que estaba haciendo para mantenerse en pie y la obligaron a sentarse en su adorada silla. Se coloco varios cojines a ambos lados, negandose a ceder a la frustracion. Todavia no tenia muy claro como iba a poder regresar a su dormitorio sin pedir ayuda, pero pretendia hacerlo.
De momento, se quedaria donde estaba.
Miro alrededor de aquella habitacion que en otro tiempo habia sido su favorita y lucho contra las lagrimas, preguntandose como era posible que su vida se hubiera convertido en una prision. Ya nada era igual. Ni su trabajo, ni Emily, que ya no parecia necesitarla, ni la casa, ni nada de aquello con lo que habia contado como algo permanente en su vida.
Y mucho menos con la presencia de Ben. Una presencia que en el fondo deberia agradecer porque sabia lo mucho que le costaba permanecer alli encerrado. Pero, precisamente por Ben, su relacion con Emily habia cambiado. Rachel habia observado como su hija se habia vuelto hacia Ben en busca de consuelo y amor. Y la perdida de su anterior cercania dejaba a Rachel en un terreno en el que no se sentia segura. Enterro el rostro entre las manos.
– Rachel.
Rachel alzo la cabeza bruscamente para mirar al unico hombre que habia conseguido hacer anicos toda su capacidad de control.
– Maldita sea, ya te fuiste en otra ocasion. ?Por que no puedes marcharte ahora?
– ?Vas a empezar otra vez? -se aparto de la puerta y fue hacia ella-. ?Como has llegado hasta aqui?
– Andando.
– ?De verdad? -parecia sorprendido-. Deberias haberme llamado para que te ayudara. ?Estas trabajando?
– Si -senalo con amargura hacia su caballete.
– Rachel…
Ben se interrumpio cuando sono el telefono. Como lo tenia justo a su derecha, descolgo el auricular sin pedirle permiso a Rachel.
– ?Diga? -su rostro se tenso-. Yo pensaba que iba a llamarme al movil. Si, ?saben algo de el? -miro a Rachel mientras escuchaba.
– ?Quien es? -pregunto Rachel, aunque solo consiguio ser completamente ignorada-. Ben…
Ben le puso la mano en la boca para silenciarla. Rachel lo fulmino con la mirada.
– Ahora mismo voy -dijo Ben, colgando el telefono con enganosa tranquilidad mientras el miedo lo devoraba-. Tengo que marcharme.
– ?Quien era?
– Dile a Em que volvere para la hora del desayuno.
– Ben…
Ya estaba en la puerta, pero solto un juramento y regreso. Tomo el rostro de Rachel con una delicadeza increible y le hizo alzarlo hacia el.
– No me pasara nada -le dijo, haciendo una promesa que Rachel no alcanzaba a entender.
– Ben…
– Sss -la beso en los labios-. Volvere.
Si, claro, ?pero como iba a decirle que era precisamente eso lo que temia?
Rachel se llevo la mano a los labios y lo observo marcharse, preguntandose por que habria dejado que la besara.
Arrastrada por la curiosidad, Rachel levanto el auricular del telefono y comprobo el identificador de llamadas. Inidentificable. Rachel alzo la mirada y miro hacia la puerta por la que Ben acababa de desvanecerse. Oyo que se cerraba la puerta de la calle. Y entonces pulso el boton que le permitia devolver la llamada.
– Agente Brewer -contestaron al otro lado de la linea.
Rachel se quedo mirando el telefono de hito en hito.
– ?Diga?