regalado una de las enfermeras del hospital.

Cuando se desperto a la manana siguiente, descubrio a Ben a los pies de la cama, con las manos en los bolsillos de los vaqueros y una camiseta azul que le hacia parecer al mismo tiempo duro y sexy, una imagen realzada por el pendiente de plata que brillaba en su oreja.

Su pirata, penso Rachel con unas ganas ridiculas de reir y bajando la mirada hacia la novela que descansaba en su pecho.

Ben se acerco a ella y tomo el libro, que estaba abierto por una escena tan torrida que la noche anterior habia empanado las gafas de Rachel. Ben leyo unas cuantas lineas en silencio y arqueo significativamente las cejas.

– ?Palpitante masculinidad? Caramba.

– ?Estas aqui por alguna razon?

– Si -Ben dejo el libro a un lado y respiro lentamente-. ?Necesitas que te ayude a levantarte?

– No, lo hare yo.

– Dejame por lo menos llevarte al bano.

– He dicho que lo hare yo. Por favor, vete…

Ben apreto la mandibula.

– Creo que ya ha quedado claro que no voy a marcharme.

Pero se habia ido en otra ocasion. Y, maldito fuera, Rachel sentia la loca y juvenil urgencia de castigarlo por ello y de hacer que deseara volver a marcharse una vez mas. Pero si algo sabia Rachel de Ben era que debia de tratarse del hombre mas cabezota del planeta. Habia prometido quedarse, por lo menos temporalmente, y no iba a incumplir su promesa.

En vez de marcharse, Ben la destapo y la levanto de la cama.

– ?Vamos primero al bano? -le pregunto con calma, como si aquel fuera el ritual de cada dia-. ?Quieres que te lave con la esponja?

Tenia un brazo bajo su espalda y apoyaba los dedos justo debajo de su seno. El otro brazo lo tenia bajo sus piernas.

?Sabria acaso que no llevaba nada debajo del pijama?

– Si, pero…

– Dejame imaginar. Puedes hacerlo tu sola -entro en el bano, la dejo sobre una silla y se volvio hacia la banera-. Quedate ahi.

?Acaso tenia otra opcion? Rachel se pregunto por que demonios habria pensado que lo de la enfermera era una mala idea.

– Toma.

Alli estaba Ben otra vez, en cuclillas y delante de ella. Tenia una bolsa de plastico en la mano y antes de que Rachel hubiera podido darse cuenta de lo que pretendia, le abrio completamente la bata.

– Eh…

– Me daras las gracias en cuanto estes en el agua, confia en mi -y sin desviar la mirada de su tarea, le coloco una bolsa en la escayola de la pierna izquierda y la aseguro con un trozo de cinta adhesiva. Se inclino hacia adelante y utilizo sus propios dientes para cortar la cinta.

Rachel fijo la mirada en la cabeza de Ben, en aquel momento entre sus piernas, sintiendo el roce de sus muslos, y no sabia si abrir las piernas todavia mas o darle una patada.

Darle una patada, decidio. Con una exclamacion de sorpresa, Ben cayo de rodillas y puso los brazos en las caderas.

– ?Te encuentras mejor? -le pregunto Ben.

– Eh, si -admitio-, lo siento.

– No, no lo sientes -le quito delicadamente una de las mangas de la bata y repitio la operacion.

A su alrededor, con el agua caliente de la banera, el cuarto de bano se estaba llenando de vapor.

– Entonces -dijo Ben con una sonrisa-, ?como quieres que hagamos esto, de la forma mas facil o de la mas dificil?

Rachel se aferro a su bata.

– A partir de ahora puedo arreglarmelas sola.

– Entonces de la mas dificil -musito Ben-, genial.

Le tendio la esponja que colgaba de la ducha y se coloco de espaldas a ella.

Rachel miro aquel burbujeante bano y la esponja que tenia en la mano. Hundirla en la banera y frotarse el cuerpo le parecia la gloria. Pero…

– No puedo hacerlo si tu estas delante.

– Tengo los ojos cerrados.

– Si, pero…

– Pero nada, Rachel, ?quieres lavarte o no?

Rachel miro el vapor que ascendia desde la banera. ?Queria lavarse? Lo deseaba mas que respirar.

– Si.

– Entonces, hazlo. Estas temblando como una hoja en el primer dia de otono. Y no, no me voy a ir, porque quiero asegurarme de que no te caigas.

– Entonces cierra los ojos -consiguio incorporarse lo suficiente como para quitarse la bata y dejarla caer a sus pies y fue a sentarse al borde de la banera.

Pero se sentia terriblemente torpe y dejando caer demasiada presion en las costillas y en la pelvis.

– ?Y ahora que pasa? -Ben estaba de espaldas a ella, con los ojos todavia cerrados. Rachel lo sabia porque veia su reflejo en el espejo.

– Nada -contesto Rachel, y deseo llorar. Maldita fuera, ?un mes atras estaba en perfectas condiciones fisicas!-. Ben…

Ben giro tan rapido que Rachel se mareo al verlo. Como si lo hubiera adivinado, Ben la agarro con firmeza. La verguenza, el enfado, fueron seguidos de un bombardeo de sensaciones. ?Por que tenia que gustarle tanto sentir las manos de aquel hombre sobre su cuerpo?

En aquel momento, Ben estaba soportando completamente el peso de su cuerpo desnudo. Rachel sentia que el rostro le ardia, sentia que la garganta le ardia… que el cuerpo entero le ardia.

Ben deslizaba el brazo por su espalda y posaba la otra mano en su mejilla.

– Ben.

Rachel alzo el rostro y descubrio que su boca estaba a solo unos milimetros de la de Ben. Pero no fue su proximidad la que la dejo sin aliento. Fue su mirada. Oscura, intensamente especulativa y tan ardiente que Rachel habria sido incapaz de meter una gota de aire en sus pulmones aunque de ello hubiera dependido su vida.

– Puedes… soltarme ya.

– Si -Rachel habria jurado que tenso su abrazo antes de soltarla lentamente para sentarla en la silla del cuarto de bano-. ?Estas bien?

No, no estaba bien.

– Si, estoy bien -contesto entre dientes, porque su cuerpo habia reaccionado sin su permiso.

Sus pezones eran dos tensos botones y sus piernas parecian de gelatina, por no mencionar lo que estaba ocurriendo entre ellas. Un estremecimiento recorrio su cuerpo cuando sintio el aliento de Ben en el cuello. De su garganta escapo un gemido de inconfundible deseo.

Lejos de dejarse impactar, Ben mordisqueo el lugar exacto sobre el que Rachel habia sentido su aliento y continuo mordisqueandole el cuello y el hombro hasta hacerle sentir que se le estaban licuando los huesos.

– ?Deberia cerrar los ojos otra vez, Rachel?

– ?Si!

Pero Ben no lo hizo. De hecho, mantenia los ojos completamente abiertos mientras los deslizaba por todo su cuerpo. Alzo la mano desde la cadera de Rachel hasta su cintura y subio despues un poco mas, deslizando el pulgar una y otra vez por el lateral de su seno.

– He visto antes todo esto.

– Hace mucho tiempo -Rachel se sentia como un merengue derritiendose bajo una llama-. Cierra los ojos.

– Eres mas atractiva ahora que entonces. Y recuerdo que eras increiblemente atractiva.

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