En aquel momento se abrio la puerta del dormitorio y entro Ben con una bandeja en la que llevaba una tortilla francesa y unas tostadas con mantequilla. La ayudo a sentarse, dejo la bandeja en su regazo, acerco la silla que habia en una esquina de la habitacion y se sento a horcajadas en ella.
– Come. Mas tarde tenemos una cita con el fisioterapeuta, asi que tienes que reunir fuerzas.
Como si le resultara facil comer estando el alli delante.
– En realidad no tengo hambre -el rugido de sus tripas sono en toda la habitacion.
– Si, claro, no tienes hambre. Come, Rachel, no pienso marcharme hasta que hayas comido.
Con ese incentivo, Rachel se dispuso a devorar la bandeja entera.
– ?Te encuentras mejor?
– Si digo que si, ?te iras en el proximo avion?
– Probablemente no -contesto Ben con una sonrisa.
Rachel no pudo evitar devolversela.
Al atardecer, Emily entro en la habitacion con otra bandeja en la que llevaba una humeante sopa y una nueva racion de tostadas. Tras ella permanecia Ben con expresion solemne y, si no lo conociera bien, Rachel habria dicho que casi insegura. No habia vuelto a hablar con el desde que, tras la sesion de fisioterapia, la habia llevado de vuelta a la habitacion, la habia dejado en la cama y le habia dado un delicado beso en los labios.
Rachel habia prolongado ligeramente aquel contacto y despues, sorprendida por su actitud, habia vuelto la cabeza y se habia hecho la dormida.
– Mama, papa me ha ensenado a hacer sopa -resplandecia mientras aspiraba con orgullo el aroma de la sopa-. Esta de rechupete. Huele mejor que esas latas que siempre usas. Eh, cuando te recuperes papa podria ensenarte a cocinar.
Rachel miro a Ben, que tuvo la sensatez de no sonreir.
– ?Quieres que te haga compania? -sin esperar respuesta, Emily dejo la bandeja en el regazo de Rachel y se sento en la cama.
Era la primera vez que Rachel la veia sin el ordenador pegado como un apendice a su brazo.
– Vamos, papa -dijo Emily, palmeando la cama-, sientate.
Ben sacudio la cabeza.
– No, yo…
– ?Papa! Mama odia comer sola. Vamos, sientate a mi lado. A ella no le importara, ?verdad, mama?
Ben la miro mientras se acercaba y se sentaba en la cama muy lentamente, teniendo mucho cuidad de no moverla.
Y lo unico que Rachel fue capaz de pensar, estupidamente, fue que estaban en la misma cama.
– Ahora ya se hacer hamburguesas y sopa -anuncio Emily y fruncio el ceno-. Papa, ?que mas puedes ensenarme a cocinar? ?Sabes hacer pizza?
Ben arqueo una ceja.
– Bueno, podriamos hablar de eso en cuanto le hables a tu madre de Parches…
– ?Oh, espera! -Emily lo interrumpio e inclino la cabeza-. Si, esta sonando mi ordenador. Lo siento, tengo que irme.
– Yo no lo he oido -dijo Rachel, pero Emily habia salido corriendo como un tornado.
Rachel fijo la mirada en la sopa.
– Gracias -estando Ben tan cerca, tenia que luchar contra la ridicula necesidad de meterse entre las sabanas y esconder la cabeza.
– No me lo agradezcas hasta que hayas comido -metio la cuchara en el cuenco de sopa y se la tendio.
– Puedo comer yo sola.
Ben se limito a empujar suavemente la cuchara y un delicioso caldo se deslizo en su interior. Espero a que Rachel hubiera tragado.
– ?Y bien?
– Asombrosa -admitio Rachel, Ben sonrio y le dio una nueva cucharada.
– De verdad, puedo hacerlo yo.
– Rach, todavia estas agotada.
Rachel desvio la mirada, pero Ben le tomo la barbilla con delicadeza y la hizo volverse hacia el.
– ?Tan terrible es que tenga que ayudarte?
Dios, tenia unos ojos tan profundos.
– No -susurro-. Veo que sigues siendo un gran cocinero -comento al cabo de unos segundos.
– Si, bueno, cuando creces teniendo que arreglartelas tu solo, o pasas hambre o aprendes rapido.
Rachel sintio que el caldo se le atragantaba. Habian bastado aquellas palabras para evocar una imagen que le desgarraba el corazon; la de un nino hambriento. ?Cuantas veces habia sospechado Rachel que aquel hogar adoptivo no era un buen lugar para Ben? Pero a pesar de sus preguntas, el nunca habia querido hablar sobre ello.
– ?Rach?
Rachel sacudio bruscamente la cabeza al ser consciente de que habia estado a punto de dormirse delante de el.
– Lo siento.
– Eh, estas cansada, es normal -retiro la bandeja y la ayudo a ir al bano, donde ella se lavo los dientes y se preparo para irse a la cama.
Despues, se quedo dormida con la imagen de Ben en la mente. En medio de la noche, se desperto de nuevo con el cuerpo dolorido y el corazon pesado y alargo la mano hacia el interruptor que Emily habia insistido en colocar en la cama, un interruptor que habia considerado estupido hasta aquel momento, cuando no tenia fuerzas para hacer nada.
Se quedo mirando la libreta que tenia al lado de la cama y que normalmente utilizaba para apuntar ideas para su tira comica cuando no podia dormir. Pero una tira que le parecia tan importante antes del accidente, de pronto se le antojaba… frivola. Como un punado de dibujos estupidos al lado de lo que estaba haciendo otra mucha gente para ayudar a los demas.
Como Ben.
– ?Rach?
Hablando del rey de Roma. Ben, que estaba en el marco de la puerta, se adentro en la habitacion, dejandose banar por el resplandor dorado de la lampara de noche.
– ?Estas bien? -le pregunto.
– Defineme «bien».
– ?Necesitas que te ayude a ir al cuarto de bano?
Estaba tan intenso, tan serio. ?De verdad tenia tan mal aspecto? Si, decidio Rachel, probablemente si.
– Estoy bien, de verdad. Simplemente, no puedo dormir -admitio-. Y tampoco puedo dibujar.
– Oh -Ben se rasco el pecho y miro a su alrededor sin saber como ayudarla con un problema tan poco tangible.
– No te preocupes -dijo Rachel secamente-, no voy a pedirte que te pongas a cantar y a bailar para devolverme el sueno.
– Podria leerte un cuento -le ofrecio Ben con una sonrisa.
– Me limitare a leerlo yo misma.
– ?Estas segura?
Rachel no estaba segura de nada, pero necesitaba que saliera cuanto antes de su habitacion.
– Claro que si, puedes marcharte.
– Rach, ya sabes que todavia no puedo…
– Me referia a que salieras de la habitacion -pero le gustaba saber que el tenia incluso mas ganas que ella de abandonar aquella casa.
Ben asintio ligeramente y dio media vuelta.
– ?Ben?
Ben tenso los hombros, haciendo a Rachel consciente de que ella no era la unica que estaba nerviosa aquella noche.
– Gracias -susurro, y espero a quedarse sola de nuevo antes de tomar la novela romantica que le habia