– Adam Johnson, consejero financiero y amigo de la preciosa paciente -alzo las flores y se las tendio despues a Rachel.
Rachel intento agarrarlas con su mano buena mientras continuaba cerrandose la bata con el brazo escayolado, pero, tal como le ocurria a menudo desde que habia tenido el accidente, su cerebro no fue capaz de transmitir la orden a sus dedos y las flores terminaron cayendo a sus pies.
– Oh, Adam -suspiro frustrada-, lo siento.
– No te preocupes. Siempre hay mas -Adam se agacho y le ofrecio una dulce sonrisa mientras las recogia.
– Eh, tengo que irme -dijo Emily y le dirigio a su padre una mirada extraordinariamente elocuente.
– Despues del colegio, entonces -dijo su padre con firmeza.
Emily asintio, paso por delante de Garret y le dio un beso a Ben.
– Adios, papa.
– Adios, carino.
Rachel habria jurado que le habia oido susurrar a Emily: «esta en mi habitacion, vigilala», pero decidio que el dolor le estaba afectando a la cabeza. Espero el beso de Emily, pero esta salio bailando hacia la puerta.
– Eh, Em, ?no me das un beso?
Con un suspiro de martir, Emily regreso y beso a Rachel.
Garret siguio a Emily hasta la puerta y se volvio hacia Rachel.
– Llamame si necesitas cualquier cosa -y, tras despedirse de Adam y de Ben con un asentimiento de cabeza, desaparecio.
Adam se enderezo con el maltrecho ramo entre las manos y lo dejo sobre la cama.
– Yo tambien tengo que irme, tengo un cliente -le dirigio a Ben una mirada antes de agacharse para darle un beso a Rachel en la mejilla-. Si quieres asegurarte de que todo esta en orden, ?podria invitarte a cenar?
– Oh, Adam, eres muy amable. Pero no hace falta que te tomes tantas molestias.
– No es ninguna molestia.
Al oir la invitacion de Adam, Emily se detuvo en el pasillo, dio media vuelta, paso por delante de un sorprendido Garret y asomo de nuevo la cabeza en el dormitorio de su madre.
– Mama, papa va a preparar la cena esta noche. Se me habia olvidado decirtelo -anadio con una sonrisa. Sabia, por experiencia, que una sonrisa siempre ayudaba a la causa.
Afortunadamente, su padre ni siquiera pestaneo.
– Oh, bueno, entonces -Adam beso a Rachel otra vez y le dirigio a Emily una sonrisa que esta estaba segura de que su madre habria considerado dulce y, por fin, por fin, se marcho.
Emily volvio a mirar a su padre. ?Si! Tenia el ceno fruncido mientras miraba a Adam saliendo de la habitacion. Si, si, si… ?A el tampoco le habia gustado que hubiera besado a Rachel! De modo que si sus padres todavia no se habian enamorado tal y como ella esperaba, quiza lo hicieran en un dia o dos.
Aun asi, tendria que trabajar rapido. Con la mala suerte que tenia, Adam era capaz de hacer alguna estupidez, como proponerle a su madre matrimonio.
– Ahora si tengo que irme -y salio corriendo hacia el pasillo.
Ignorando los gemidos de la perrita, bajo por la barra y llego al cuarto de estar justo en el momento en el que Adam estaba terminado de bajar las escaleras.
Emily le abrio la puerta de la calle y salio tras el.
– Gracias por venir a ver como estaba mi madre -le dijo.
– No tienes por que darme las gracias, Emily. Me gusta venir a verla.
– Pero ahora que esta mi padre aqui, puede cuidarla el.
Adam escruto su rostro y asintio lentamente.
– Si, ya entiendo.
– ?De verdad?
– Si -asomo a sus labios una sonrisa-, te gustaria que me desvaneciera.
Emily se sonrojo.
– Bueno, no queria herir tus sentimientos ni nada parecido.
– Quieres que vuelvan a estar juntos -dijo Adam con una sonrisa.
– ?Como lo sabes?
– Mis padres estaban divorciados. Digamos que reconozco la desesperacion. Emily, sabes que tus padres llevan mucho tiempo separados y…
– ?Se que volveran! ?Estoy segura de que volveran a estar juntos!
Adam cerro la boca, la miro con una sonrisa y asintio.
– Es posible.
– ?Entonces vas a dejar de besarla?
Adam dejo escapar una risa.
– Te dire una cosa: si tu madre me pide que deje de besarla, lo hare.
Estaba Emily regresando al interior de la casa tras despedirse de Adam, cuando sono el telefono. Emily contesto esperando que fuera Alicia, su nueva amiga cibernetica. Se habian conocido unas semanas atras y habian decidido ser las mejores amigas. Alicia, que vivia en Los Angeles, le habia prometido llamarla para que pudieran hablar de verdad.
– Eh, carino, ?como esta tu madre?
Era su tia Mel. Caramba, eso significaba que aquella manana no habia conseguido convencerla de que no se preocupara por ellas.
– Hola. Ya te he dicho que mama esta muy bien. De hecho, creo que acaba de decir otra vez que no quiere que tengas que perder el tiempo con ella porque se encuentra perfectamente.
– ?De verdad?
– De verdad. Se ha levantado ella sola de la cama -en aquel momento, entro su padre en el cuarto de estar con el cachorro bajo el brazo y le dirigio una larga mirada antes de sacar a Parches al jardin.
– ?Y que tal el colegio? -le pregunto entonces Mel.
– Es asqueroso.
Mel se echo a reir. En aquel momento, volvio a entrar su padre levantando el pulgar y senalando a Parches, lo cual significaba que la perrita habia cumplido con sus obligaciones. Pero al ver a Emily, Parches comenzo a ladrar emocionada.
– Tia Mel, tengo que colgar si no quiero llegar tarde al colegio -dijo rapidamente-. Pero de verdad, las cosas van…
– ?Estupendamente?
– Si, asi que quedate donde estas y ya sabes, disfruta de la vida.
Parches volvio a ladrar por segunda vez.
– ?Que ha sido eso? -pregunto Mel.
– Nada. El autobus del colegio. ?Tengo que irme!
Capitulo 8
Rachel no consiguio vestirse aquel dia. Cuando por fin abandonaron todos su dormitorio, regreso a la cama, derrotada y deprimida hasta el agotamiento. Se quedo dormida y volvieron a perseguirla en suenos unos brazos fuertes y adorables y unos ojos del color del whisky que la veian, que realmente la veian y, por alguna suerte de milagro, la amaban. Pero su propia debilidad y su miedo le impedian devolver ese amor.
Desperto de nuevo y permanecio tumbada, con la mirada fija en el techo. El estomago le sonaba y habria jurado que acababa de oir el ladrido de un perro. Pero, seguramente, aquel ladrido todavia formaba parte del sueno. Se dijo a si misma que no habian sido ni la debilidad ni el miedo los que los habian destrozado a ella y a Ben hacia ya tanto, tanto tiempo, sino los frios y duros hechos.
Ben tenia que marcharse, y ella tenia que quedarse.
Asi de sencillo.