– En eso tienes razon.
– Maldita sea, Ben, tu eres el primero que quiere marcharse. Yo no me trago la promesa que le has hecho a Emily.
Ben continuaba sin decir nada.
– Ben.
– Si, tienes razon, quiero marcharme -admitio suavemente.
– Entonces, ?por que no te vas?
– Porque lo he prometido. Y si no te lo crees, el problema es tuyo -hablaba en voz baja y era evidente su enfado.
Habia herido su orgullo, habia cuestionado su integridad. Quiza mas tarde pudiera pararse a pensar en ello, pero en aquel momento, lo unico que Rachel necesitaba era que Ben le quitara las manos de encima, porque estaba haciendo revivir su cuerpo de una manera a la que no queria enfrentarse.
– La cuestion es que me necesitas.
– Hay otras personas que podrian ayudarme.
– Como Adam, ?verdad? Si, supongo que el podria haberte ayudado a banarte -Ben alzo las manos y le hizo volver el rostro delicadamente hacia el-. No voy a ir a ninguna parte, todavia no.
Aquellas palabras sonaban como una promesa, como una amenaza. Todavia no, pero se iria.
Ben deslizo el pulgar por el labio inferior de Rachel y fijo la mirada en sus ojos, permitiendole adivinar que estaba pensando en algo mucho mas inquietante que un simple beso.
– Ben -susurro Rachel con voz temblorosa cuando Ben acerco los labios a los suyos-. ?No te da miedo?
– ?Te refieres a la forma en la que se para el tiempo cuando me miras? Si, claro que me da miedo. Pero la verdad es que todo lo relacionado contigo me asusta. Siempre lo ha hecho.
Otra caricia en los labios y las rodillas comenzaron a temblarle.
– No podemos.
– Sabes que la expresion «no puedo» no forma parte de mi vocabulario.
– Pero forma parte del mio.
Ben se quedo paralizado al oirla.
– No… puedes.
– No -susurro Rachel.
– La misma historia de siempre -susurro Ben en respuesta-. No puedes.
Y sin mas, la levanto en brazos y la llevo hasta el coche.
El trayecto hasta la consulta del fisioterapeuta fue interminablemente silencioso… y largo.
Despues, Ben insistio en ayudarla a subir a su habitacion. Acababa de dejarla en la cama y estaba inclinado sobre ella cuando la puerta de la calle se cerro de un portazo, sobresaltandolos a los dos.
– ?Papa? -se oyo la voz esperanzada de Emily.
Con una risa, Ben levanto en brazos a Parches, que se habia puesto frenetica al oir la voz de su adorada Emily y se sento en la cama.
– ?Papa?
Rachel cerro los ojos al advertir la felicidad que reflejaba la voz de su hija desde que Ben estaba en casa, pero volvio a abrirlos en cuanto sintio que Ben volvia a acercarse, se inclinaba sobre ella y rozaba sus labios con la mas atractiva de las sonrisas, haciendole sonreir tambien a ella.
– Eso esta mejor. ?Sabes que cuando te beso no pareces tan grunona?
– ?Papa! ?Donde estas?
– Todavia no he terminado -le advirtio Ben suavemente a Rachel.
– Terminamos hace trece anos.
Sin dejar de mirar a Rachel, Ben respondio:
– ?Aqui, carino!
Emily entro en la habitacion y esbozo una triste sonrisa al ver a Parches en el dormitorio de su madre.
– Oh…
Ben se levanto y le dio un beso en la frente.
– Admite siempre tus errores, carino, siempre -le recomendo, y las dejo a solas.
– Eh… has encontrado a Parches -Emily hizo una mueca. Se parecia tanto a Ben que a Rachel casi le dolia mirarla-. Mama, estaba abandonada…
– Pero me has mentido.
– No, no te he mentido. Nunca he dicho que no tuviera un perro en casa -como Rachel continuaba mirandola con expresion seria, Emily se dejo caer en la silla-. Lo se, he mentido por omision.
– Si, me has mentido, Emily. Y un perro es una gran responsabilidad.
– Podre asumirla, mama. Yo la domesticare, y le dare de comer. Hare cualquier cosa por ella.
– Si, claro que lo haras.
– ?Entonces puedo quedarmela?
– Con un par de condiciones -Emily se puso en guardia otra vez. Rachel sintio unas ganas inmensas de abrazarla. ?Que le habia sucedido a su nina? ?Cuando habia empezado a necesitar su independencia tan fieramente?-. En una cosa tienes razon, tu te encargaras de ensenarla, recogeras todo lo que ella haga y le daras de comer.
– Lo hare, lo prometo.
– Y tambien tendras que ganar el dinero necesario para alimentarla, haciendo algunas tareas mas.
– Muy bien -contesto Emily con menos entusiasmo.
– Y en tercer lugar -te quiero, hija-, no volveras a ocultarme nada nunca mas, ?trato hecho?
Emily se levanto, sonrio, se acerco a la cama y le dio un abrazo tan fuerte que Rachel apenas podia respirar.
– Trato hecho -susurro.
Pasaron dos dias y Rachel continuaba pensando en lo que le habia dicho Ben.
Adam le habia llevado algunos libros, pero ni los libros ni el propio Adam habian conseguido retener su atencion.
Y, cuando habia llegado Garret con el correo, habia podido hacer poco mas que sonreirle y darle las gracias. Sus pensamientos estaban concentrados en una sola cosa: Ben.
«Todavia no hemos terminado».
Insomne y a una hora ya avanzada de la noche, Rachel tomo su baston y camino tambaleante hasta el pasillo, ignorando el dolor de la pierna. Estaba cansada de la silla de ruedas. Cansada de no poder moverse a su antojo.
Cansada de todo, tenia que admitir.
Estaba dispuesta a mejorar y no entendia por que la recuperacion estaba tardando tanto.
En la habitacion de Emily, observo la luz de la luna banando su cama. Bajo las sabanas, su preciosa hija suspiro dormida. Y a los pies de la cama, dormitaba Parches.
Dios, cuanto echaba de menos aquello. Poder acercarse al dormitorio de Emily para darle un beso de buenas noches. Con una sonrisa, recorrio la desastrada habitacion de Emily. Le arreglo las sabanas con el brazo bueno, y miro aquel desorden incesante. El portatil estaba abierto y…
La linea telefonica conectada. La sonrisa de Rachel desaparecio. Se volvio hacia la cama.
– No estas dormida.
Con un suspiro de desesperacion, cerro el ordenador y desconecto el cable telefonico.
– Es tarde y manana tienes que ir al colegio -se acerco a la cama, acaricio a su hija y suspiro-. Buenas noches, Emily, te quiero.
Pero no recibio respuesta alguna.
Asintio para si y regreso a su propia habitacion. Se acerco a la ventana con los musculos palpitantes. No era la cabezoneria la que le impedia tomar analgesicos, sino que odiaba estar adormilada por las mananas.
En la calle, un coche patrulla doblo la esquina. Era una imagen muy poco habitual en aquel barrio. Y menos normal era que aminorara la velocidad delante de su casa. Con el ceno fruncido, observo al policia vigilar los alrededores con lo que le parecio un exceso de precaucion. Al cabo de unos minutos, el coche desaparecio.
Rachel se metio nerviosa en la cama y clavo la mirada en el techo.