Se descubrio de pronto pensando preocupada en la posibilidad de que algun criminal anduviera suelto. Pero no, no podia ser eso. El policia solo habia mirado su casa.
Queria hablar con alguien. Podia llamar a Adam, estaria alli en un abrir y cerrar de ojos. Pero el ya no la veia solo como a una amiga; la miraba de manera diferente. No, un momento. Eso no era cierto.
Era ella la que lo miraba de forma diferente.
Y estaba ademas lo que podia pensar Ben si Adam aparecia en su casa en medio de la noche.
Y estaba tambien el propio Ben, durmiendo en una de las habitaciones para invitados. Pero no era precisamente hablar lo que queria hacer con Ben. Ella queria…
Distraerse, necesitaba distraerse y rapidamente. Alargo la mano hacia el telefono. Mel. Su hermana siempre habia dicho que Ben no le convenia. Si, su hermana podria sacarla de aquella locura. Marco su telefono a toda la velocidad que le permitieron sus dedos.
– Hola -la saludo Mel con voz entrecortada.
– Mel, gracias a Dios. Rapido. Convenceme de que no vaya al final del pasillo y…
– Deja un mensaje -continuo Mel con un ronco murmullo-, te prometo que te contestare.
Y colgo el telefono.
– Eh, soy yo -Rachel dejo escapar un tembloroso suspiro-. Mira, no es nada importante, no te preocupes por devolverme la llamada. Yo solo… Hablare contigo mas tarde.
Se acurruco bajo las sabanas e intento quedarse dormida. Al final lo consiguio, pero no antes de que hubiera comenzado a asomar el sol por el horizonte.
Capitulo 11
Durante dos semanas, Ben estuvo trabajando a toda maquina, escribiendo articulos que no habia tenido tiempo de redactar con anterioridad, e intentando no perder la cordura.
Cada dia que pasaba viendo a Rachel luchando para recuperar su propia vida, para volver a trabajar, para ser una buena madre y ademas enfrentarse a su presencia, lo mataba. Durante aquel tiempo, los diferentes cuerpos de policia estaban trabajando tambien a todas horas, intentando encontrar alguna pista que los condujera hasta Asada.
Ben sostenia entre las manos la ultima carta de Asada. Podia leer su odio a traves del papel y sabia que, agobiado o no, tendria que quedarse en South Village durante algun tiempo.
Escribia sus articulos, jugaba al baloncesto y procuraba perderse a si mismo en aquel organizado caos en el que consistian sus partidos. Y parecia que funcionaba.
Hasta que un dia, durante un partido especialmente catartico, se le ocurrio mirar hacia la calle del frente y vio a Rachel observandolo desde la ventana del estudio.
Con el sudor corriendo por su pecho y el corazon palpitante, tuvo la sensacion de que el tiempo se detenia. Despues, Rachel se volvio, rompiendo asi el hechizo, y Ben volvio al ataque. Pero, tras un mes en aquella situacion de provisionalidad, casi deseaba que Asada hiciera algun movimiento que le permitiera atraparlo para poder salir de aquel infierno.
Pero Asada no hacia ningun movimiento.
Melanie lo tenia todo. Un buen trabajo, un buen coche y, si ella asi lo decidia, una cita cada noche. Y para rematar, el espejo le aseguraba a diario que tenia el mejor cuerpo de treinta y tres anos de los alrededores.
Lastima que su jefe fuera un canalla, que los tipos con los que salia no valieran gran cosa y que durante los ultimos anos hubiera tenido que pagar sus buenos billetes a un cirujano para conservar su belleza.
Ignorando los limites de velocidad, se dirigia hacia South Village por primera vez en un mes, desde que Rachel habia salido del hospital.
Y la verdad era que tampoco habria ido aquel dia si no hubiera sido por el mensaje que le habia dejado Rachel en el contestador un par de semanas atras. Eran raras las ocasiones en las que su hermana la necesitaba. Y el hecho de que lo hiciera, llenaba un particular vacio que tenia muy dentro de ella.
Deberia haber ido antes, pero el ultimo fin de semana habia sido la carrera de yates, y el anterior aquel desfile de moda que no se podia perder y, ademas, cada vez que llamaba, Emily insistia en decirle que todo iba bien. Pero ya iba siendo hora de que se acercara a ver a su hermana, la unica persona en el mundo que realmente la aceptaba, por muchas locuras que hiciera.
Aparcar en South Village siempre habia sido un desafio y aquel viernes no fue una excepcion. Tuvo que pasar por delante de la casa en tres ocasiones hasta encontrar por fin un hueco que no la obligara a tener que caminar en exceso hasta la casa, algo que habria sido imposible dada la altura de los tacones de sus sandalias. El hecho de que Rachel hubiera decidido vivir en una de las zonas mas transitadas de todo el estado era algo que nunca habia llegado a comprender.
Una vez fuera del coche, se detuvo para echarse el pelo hacia atras y retocarse el lapiz de labios mirandose en el espejo retrovisor. Y tambien practico la sonrisa que esbozaria ante Rachel, una sonrisa que disimulara el enorme impacto que le producia el aspecto de su hermana.
Esa habia sido la parte mas dura del hospital. Mel no estaba preparada para ver a su hermana pequena inmovil en una cama de hospital. Una mujer que no habia estado quieta en toda su vida. Pero peor aun habian sido las escayolas, las vendas y esas terribles heridas y cicatrices.
Y, Dios, su gloriosa melena dorada. Mel no habia sido capaz de superarlo hasta que Rachel, advirtiendo su desconsuelo, habia bromeado diciendo que el pelo siempre le podria crecer.
Mel habia estallado en lagrimas al oirla.
En aquel momento, alzo la barbilla, decidida a ser tan valiente como su propia hermana, que era la mujer mas valiente que habia conocido en toda su vida. Despues, fijo la mirada en el hombre que estaba sentado en las escaleras de aquel antiguo parque de bomberos. De todos los seres de la tierra, era el ultimo que esperaba encontrarse alli. Ben Asher llevaba unos pantalones de baloncesto y nada mas, mostrando su cuerpo esbelto, musculoso y deliciosamente sudoroso.
Dios, a Mel le encantaban los hombres sudorosos y atleticos y, antes de que hubiera podido hacer nada para impedirlo, el deseo broto en su interior. Ben Asher era todo lo que le gustaba de un hombre. La suya no era la belleza de un modelo, sino la de un hombre al que no le importaba mancharse las manos. Ben era un rebelde de corazon, un hombre que sabia lo que queria y lo que debia hacer para conseguirlo.
Mel lo habia visto al menos una vez al ano desde que Rachel y el habian roto. Era ella la que llevaba a Emily con su padre cada vez que el lo pedia, entre otras cosas para poder darse el gusto de verlo.
Pero en el fondo, en lo mas profundo de su ser, sabia que Ben habia hecho mucho mas dano a Rachel del que el mismo era consciente y, a pesar de la actividad de sus hormonas, su lealtad estaba siempre del lado de su hermana. De modo que si, disfrutaba mirando a aquel hombre, ?quien no lo haria? Y quiza, para sentirse mejor al respecto, solia mentirle a Rachel cuando hablaban de el, diciendole que se habia convertido en un mujeriego, que hablaba de ella con notable desden y cuantas otras barbaridades se le ocurrian para asi no tener que sentirse culpable por desear al unico hombre por el que su hermana habia sido capaz de desprenderse de su fria fachada.
Y, ademas, Rachel nunca hablaba de el, nunca preguntaba por el, de modo que, ?que dano podia hacerle?
Suponia que deberia sentirse culpable, sobre todo porque Ben siempre, siempre, preguntaba por Rachel, y jamas lo hacia con desden. Quiza una mujer mejor que ella habria sido sincera, pero Mel jamas se habia jactado de ser buena.
Y, mientras cruzaba la calle y sonreia, su mirada reparo en el hombre que habia en la casa contigua a la de Rachel.
Era Garret, el dentista, el buen samaritano. Estaba cortando el cesped con unos vaqueros y una camiseta, no era nada especial, desde luego, no podia compararsele a una divinidad griega. Aun asi, cuando alzo la mirada y la vio, durante un breve segundo, se quedo completamente quieto.