escribiendo, murmurando, jugando con la camara. Le habia visto leyendo los acontecimientos del dia en los periodicos. Lo habia oido hablar por telefono justo el dia anterior sobre un futuro trabajo en Liberia. Y lo oia moverse por las noches por su habitacion como un animal enjaulado.

Y, cada vez que se despertaba, pensaba que aquel seria el ultimo dia.

Pero Ben no se marchaba.

Aunque lo haria pronto, de eso no tenia ninguna duda. Si, el se iria y ella se alegraria de que se fuera. Solo era cuestion de tiempo.

Sono el telefono, sacandola de su ensimismamiento y haciendola volver al presente.

– Muneca -exclamo Gwen Arini, su agente, con aquella voz ronca, resultado de haber fumado durante treinta anos-, ?como va el trabajo?

– No va.

– ?No? Bueno, todavia tienes todo un mes antes de que tengas que empezar a machacarte. Gracias a Dios, tenias mucho trabajo adelantado.

– Gwen… -Rachel cerro los ojos y admitio por fin algo que habia estado queriendo admitir durante mucho tiempo-. No se si quiero seguir estrujandome el cerebro. Estoy pensando en poner fin a Gracie.

– Creo que no te he oido bien, muneca.

– Me has oido perfectamente.

– Entonces acabo de sufrir un ataque al corazon.

– Me gustaria poder empezar algo nuevo.

– ?Otra tira?

– No. Estoy pensando en hacer algo completamente diferente. Me gustaria ponerme a escribir y dejar de dibujar.

Se hizo un silencio mortal al otro lado de la linea.

– ?Te refieres a abandonar la mayor fuente de ingresos de tu vida?

Rachel se esperaba aquel tipo de resistencia.

– Estoy pensando en escribir un libro.

– Todavia estas bajo el influjo de las lesiones, ?verdad?

– No.

– Vamos, Rachel, la gente no abandona ese tipo de chollos. Si solo tienes que dibujar una tira a la semana, por el amor de Dios.

En aquel momento, Rachel vio que alguien deslizaba un papel por debajo de la puerta del estudio. Desplazandose lentamente con el baston, se acerco hasta el.

– Siento que no lo comprendas, Gwen, pero… -desdoblo la hoja de papel y leyo la nota.

Ha llegado el momento de que hagamos una tregua. Reunete conmigo en el jardin a los ocho. Te invito a cenar.

Rachel fruncio el ceno. ?Ben queria una tregua? ?Y que queria decir eso exactamente?

– ?Rachel?

– Gwen, tengo que colgar.

– Espera.

– Lo siento, te llamare la semana que viene -colgo el telefono y fijo la mirada de nuevo en el papel, preguntandose que demonios se proponia aquel hombre.

Ben tambien estaba leyendo una nota en aquel momento, una nota que alguien habia deslizado por debajo de su puerta.

Ha llegado el momento de que hagamos una tregua. Reunete conmigo en el jardin a las ocho. Te invito a cenar.

Capitulo 12

A las ocho en punto de aquella noche, Rachel abrio las puertas de cristal del jardin trasero. Habia sido una tarde muy interesante. Gwen habia llamado en dos ocasiones intentando disimular su panico ante la posibilidad de perder a Gracie. Su servidor informatico se habia caido durante algunas horas, poniendo a Emily al borde de un ataque de nervios ante la imposibilidad de utilizar el correo electronico. Adam la habia llamado para invitarla a cenar. Mel se estaba comportando pesimamente y solo Dios sabia por que. La cachorra corria peligro de terminar asesinada si se le ocurria morder una cosa mas. Y el medico le habia dicho que tendria que seguir llevando la escayola.

Habia sido un dia horroroso. Pero por lo menos Melanie se habia llevado a Emily al cine y la perrita estaba durmiendo. Por fin podria disfrutar de unos segundos de paz. Quiza. Salio cuidadosamente al jardin y al ver lo que tenia frente a ella, todos sus pensamientos estallaron en mil pedazos.

Habia velas por todas partes, en el camino, colgando de los arboles y sobre la mesa que alguien habia engalanado con un mantel de lino y su mejor vajilla. Y, sentado a la mesa y mirandola con su seductora boca curvada en una apenas perceptible sonrisa, estaba Ben.

El corazon se le encogio en el pecho, el estomago le daba vueltas. Las manos le sudaban. Y todas aquellas reacciones fisicas eran mucho mas que ligeramente alarmantes.

?Habia olvidado ya que aquel hombre la habia destrozado? ?Habia olvidado que cuando se fuera, probablemente no volveria a verlo durante otros trece anos?

Ben se levanto y camino hacia ella.

– Hola -fue su unico saludo.

– Hola.

Ben le tomo la mano y la guio hacia la mesa. Rachel fijo la mirada en la vajilla, miro despues el jarron con las tres margaritas que habia colocado en el centro de la mesa y despues advirtio que Ben estaba mirandola muy fijamente.

– ?Que? -le pregunto.

– Estas preciosa -dijo Ben con tal sencillez que Rachel deseo creerlo. Deseaba un monton de cosas, de hecho.

– Ben, sobre lo de antes… siento haberme enfadado por lo del McDonald’s. Es solo que estoy acostumbrada a manejar a Emily sola y…

– Si, todo lo manejas sola: tus heridas, tu casa, tus esperanzas, tus suenos y tus temores. Y tambien a tu hija.

– Pero Emily tambien es hija tuya.

– Lo se. Lo que no estoy seguro es de que tu lo sepas.

Vaya, aquello no sonaba muy propio de una tregua.

– Ben…

– Mira, lo unico que quiero decir es que no hace falta que te disculpes por algo que en realidad no sientes.

– Yo… -solto una bocanada de aire-. De acuerdo, tienes razon.

– Y se sincera. Te gusta tu rutina, te gusta hacer las cosas a tu manera y, cuando yo no estaba aqui, contabas con ambas cosas.

– Si -contesto muy tensa-, y cuando te hayas ido, las cosas volveran a la normalidad. Tendran que hacerlo. Asi que te agradeceria que no mimaras demasiado a Emily.

Ben dejo escapar una risa.

– Actuas como si ya casi me hubiera ido.

– ?Y no lo has hecho?

Se miraron fijamente el uno al otro. Era como si no hubieran pasado los trece anos que llevaban separados, penso Rachel con amargura, y se pregunto como habria podido permitirse sonar que las cosas podian ser diferentes en aquella ocasion.

– Podrias intentar negarlo -susurro, horrorizada por todo lo que estaba revelando al decirlo.

Ben esbozo una mueca. Se paso la mano por el pelo y volvio a mirarla.

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