abrazo.

Nunca se habian dicho que se querian. Y tampoco se lo dijeron en aquel momento, pero no era extrano, puesto que Rachel jamas se lo habia dicho a nadie, excepto a Emily.

Ni una sola vez.

Cuando Mel salio, Rachel miro a su alrededor, preguntandose que le habia impedido hacerlo. ?El miedo? ?O la incapacidad para darse a los demas? Quiza fueran las dos cosas.

Como no le estaba gustando nada lo que estaba concluyendo acerca de ella, decidio dejarlo de momento. En aquella etapa de su vida, habia cosas mas importantes que el amor. Mucho mas.

Para deshacerse de la terrible tension que la invadia, necesitaba una carrera. Era imposible que corriera todavia, pero su fisioterapeuta habia dicho que pronto comenzaria a caminar. Se dirigio al jardin. Era muy grande para una ciudad como South Village y, antes del accidente, Emily y ella pasaban mucho tiempo alli. Desde que no podia arrodillarse para arrancar las malas hierbas, estaba muy abandonado. Pero arrancar las malas hierbas siempre habia sido una terapia relajante y podia utilizarla en aquel momento.

De modo que se dirigio hacia el jardin trasero, caminando lentamente por el camino empedrado. Resbalaba un poco, pero decidio no dejar que nada la detuviera.

Excepto su propia estupidez. Cuando el baston se le resbalo, ella tambien cedio por el peso de la escayola y termino cayendose al suelo con un buen golpe.

Por un instante, permanecio sentada en medio del jardin. Habia perdido la sandalia y el sombrero de paja. Las gafas de sol las tenia en la barbilla. El trasero le dolia, pero era de esperar, teniendo en cuenta cual habia sido su aterrizaje. La pierna y el brazo escayolados parecian estar adecuadamente protegidos, pero se habia aranado la rodilla y el codo. Era curioso, habia sido arrollada por un coche y no habia sentido nada durante al menos cuatro dias. Y se caia de pronto en el jardin y le entraban ganas de echarse a llorar.

Riendose de si misma, intento levantarse… Y descubrio que no podia. La pierna escayolada estaba doblada en tal angulo que no podia incorporarse sin ayuda y el baston habia caido fuera de su alcance.

Pero se negaba a llamar a Emily, que en aquel momento estaba escuchando musica en el piso de arriba. Y tampoco podia llamar a Ben, que estaba en la improvisada habitacion de revelado que se habia montado en el cuarto de bano. Haciendo un enorme esfuerzo y con un poco de inventiva, consiguio rodar sobre si misma y agarrar el baston. Despues, y eso le llevo un buen rato, consiguio colocar la pierna escayolada de manera que le permitiera apoyarse sobre la rodilla buena, que cada vez le sangraba mas.

Mientras estaba de rodillas, intentando averiguar como iba a poder levantarse, oyo el canto de los pajaros y el zumbido de las abejas a su alrededor, y se dio cuenta de pronto de que la vida continuaba. Por mucho que no pudiera dibujar, o que su hija se hubiera convertido en una extrana, o que su ex amante estuviera en su propia casa, dirigiendole unas miradas que le robaban la respiracion, la vida continuaba.

Y tambien debia continuar viviendo ella. De pronto, se sintio mucho mas ligera y menos furiosa de lo que se habia sentido desde que habia sufrido el accidente. Apretando los dientes, empleo las ultimas energias que le quedaban en levantarse. Lo habia conseguido, ella sola. Y estaba temblando de pies a cabeza, pero con una enorme sonrisa en los labios, cuando aparecio Ben.

Como tenia el sol tras el, lo unico que podia distinguir Rachel era su oscura silueta caminando hacia ella.

– ?Que ha pasado? -le pregunto en tono imperioso.

– Nada, me he caido y…

– ?Estas bien?

– Aparte del orgullo herido y del dolor del trasero, si.

– No puedes aceptar tus limitaciones, ?verdad? -alargo el brazo hacia ella-. No, tu no. Tu tienes que salir y demostrar que no existen porque jamas estaras dispuesta a apoyarte en alguien.

– Caramba, supongo que no vas a besarme.

Ben no se molesto en responder mientras iba examinado todo su cuerpo. Su rostro permanecia impasible, pero Rachel estaba teniendo serias dificultades para hacer lo mismo. Sentia los dedos de Ben en las costillas, todos y cada uno de ellos. Rozaba con los nudillos la parte interior de sus senos y aparentemente su libido estaba funcionando a pleno rendimiento porque tenia los pezones endurecidos. Miro a Ben para comprobar si lo habia notado.

– He dicho que estoy bien.

Por la respuesta de Ben mientras le sacudia la ropa, bien podria haber estado hablando con una pared. Pero entonces sus ojos se encontraron. Y al ver el calor infernal que reflejaban los de Ben, Rachel trago saliva. ?De verdad pensaba que no lo habia notado?

Si, Ben lo habia notado, y estaba teniendo serias dificultades para controlarse.

– Supongo que deberia darte las gracias…

Interrumpio la frase cuando Ben se inclino para levantarla en brazos.

– Ben, no seas ridiculo, puedo ir andando, solo me llevara… ?Ben!

Ignorandola, Ben se dirigio hacia la casa.

– De acuerdo, escucha, yo…

– Estas sangrando.

Rachel bajo la mirada hacia los aranazos, que le parecieron ridiculos comparados con el resto de sus lesiones.

– Solo son heridas -estaban ya cerca de la puerta-, Ben, por el amor de Dios, estoy bien.

Ben no se detuvo hasta que llego al cuarto de bano. Una vez alli, la sento sobre el mostrador, busco en los armarios, empapo una toalla y procedio a limpiarle la herida de la rodilla.

No dijo una sola palabra mientras le vendaba las abrasiones. Al contemplar sus facciones de granito, Rachel recordo lo que Melanie habia dicho sobre el resentimiento de Ben. Suponia que su enfado era un reflejo de aquel sentimiento, pero a pesar de su intenso silencio, ella no era capaz de ver aquel resentimiento. No, lo que ella sentia era algo mas devastador. Sentia su miedo, un miedo casi tangible. Y la culpa. Y aquello le destrozaba el corazon.

– Ben, gracias.

Algo parecio suavizarse en su mirada.

– Eres la persona mas cabezota que he conocido en toda mi vida, ?lo sabias?

– Si, creo que me lo habias comentado -contesto.

Y de pronto, Rachel sintio toda la fuerza de su deseo y de su intensa pasion.

De lo mas profundo de su interior, llego una respuesta igualmente apasionada.

A pesar de saber que la estancia de Ben era algo temporal, que al final terminaria marchandose, lo sentia. Era un deseo que la consumia. Y la aterrorizaba.

– Si yo soy la persona mas cabezota que has conocido nunca, entonces, ?que tienes que decir de ti?

Con un movimiento que parecio sorprender a Ben tanto como a ella, este se inclino para rozar sus labios.

– Lo unico que puedo decir de mi es que estoy terriblemente frustrado -volvio a levantarla en brazos, la llevo hasta la cama y se metio las manos en los bolsillos, como si no confiara en ellas-. Ahora, se buena y quedate aqui mientras yo voy a dar una vuelta.

– Ben…

– Voy a ir a dar una vuelta, Rachel, vea lo que vea en tus ojos. Tengo que irme -y, sin decir una sola palabra mas, dio media vuelta e hizo exactamente eso.

Durante la semana siguiente, Ben estuvo hecho un manojo de nervios. La ciudad le parecia un lugar demasiado bullicioso, demasiado poblado. Estaba enfadado consigo mismo por su incapacidad para mantener sus sentimientos bajo control, pero no podia admitirlo ante nadie y, mucho menos, ante una mujer que no habia decidido tenerlo en su casa.

Estar con Rachel estaba quebrando su resolucion de mantener una distancia emocional. Verla luchar para darle sentido a su vida, verla cuidando a su hija, era un recuerdo constante de todos los motivos por los que se habia enamorado de ella. Rachel siempre le habia hecho desear ser un hombre mejor y eso era algo que no habia cambiado.

Dios, necesitaba marcharse. La desesperacion era casi tan fuerte como cuando era un joven que vivia atrapado en esa misma ciudad.

No tardaria en marcharse, se prometio. La policia le habia asegurado ese mismo dia que creian que Asada

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