Nick se aparto, sintiendose estupido e incomodo.

– Lo siento -repitio. La miro a los ojos y vio que empezaban a parecer desilusionados-, pero…

– Vas a anular la cita -suspiro Molly-. ?Es el pelo? -Toco sus rizos-. Demasiado libre, ?eh? O quiza las unas - extendio las manos para mostrar las unas azul metalico con letras blancas que formaban palabras que describian puntos erogenos de la anatomia humana.

– No tiene nada que ver con eso. Estas… -ah, que diablos. Aquello no se le daba bien-. Molly, ha venido una amiga mia y necesita ayuda y…

– Oh, comprendo -miro de nuevo a la silenciosa Danielle y sonrio-. ?Lo cambiamos a otro dia?

Nick miro su expresion esperanzada, cruzo los dedos y asintio.

– Otro dia.

– De acuerdo -se inclino, ofreciendole una vista clara de sus generosos pechos, y lo beso una ultima vez-. Hasta pronto -susurro con una voz rica en promesas-. Adios.

Nick espero a que subiera al coche y se alejara antes de volverse a Danielle.

– Ah… ?quieres seguirme? ?O vamos en mi coche y ya volveremos a buscar el tuyo?

La sonrisa de ella era arisca; su voz, decididamente fria.

– Prefiero seguirte -saco las llaves sin mirarlo-. No pretendia alterar tus planes para esta noche…

– Danielle, lo siento. Habia olvidado…

La joven se volvio hacia el.

– Mira, acabemos con esto, ?de acuerdo? Cuanto antes, mejor. Y asi puedes irte con tu… novia -intento alejarse, pero el no la dejo.

– No es mi novia.

– Lo que sea.

Dejo de intentar alejarse y lo miro fijamente.

– Ese tono de pintalabios no te sienta muy bien -paso a su lado y se alejo malhumorada.

Ted Blackstone no podia creer que lo hubiera dejado. Danielle Douglass, la mujer a la que consideraba perfecta para el, un complemento para el resto de su vida, lo habia dejado.

Nunca antes lo habia plantado nadie.

Habia crecido en una casa de padres poderosos e influyentes, y aunque no pasaba mucho tiempo en su compania, ya que estaban muy ocupados ganando dinero, siempre habia disfrutado de los frutos de su exito.

Mas tarde, como inversor financiero, se acostumbro a tener el mundo a sus pies. Una casa fabulosa, un buen coche, cuenta corriente bien surtida… pero aun asi, siempre se habia sentido… solo.

Hasta que llego Danielle.

Ella lo miraba con adoracion. Su mundo era el de ella, y el amaba eso… y a ella.

Cuando la incorporo a su vida, se sintio al fin satisfecho. En paz. Lo tenia todo, incluso una perra que ganaba campeonatos, lo cual aumentaba su gloria.

Y el amaba la gloria.

Oh, si, todo aquello estaba muy bien. Pero luego cometio algunos errores en la Bolsa. Se vio obligado a recurrir a sus fondos personales y despues, desesperado, siguio recurriendo cada vez mas. Su cuenta corriente bajo mucho de repente y su casa y su coche corrian peligro.

Y para colmo de desgracias, Danielle, su adorada Danielle, lo habia dejado llevandose a su perra campeona, la unica inversion que le quedaba que valia algo. Y el queria recuperarlo todo.

Especialmente a Danielle. Y Ted Blackstone siempre conseguia lo que queria.

Capitulo Siete

Danielle siguio a Nick en su coche prestado, dudando de si misma durante todo el camino. No sabia adonde iban, solo que no iban a salir de Providence. No sabia casi nada del hombre en el que habia acabado por confiar. Otra vez.

Nick Cooper. Todavia le costaba creerlo. Habia sido el chico mas interesante de su instituto, no porque fuera popular ni muy listo ni porque besara de maravilla. Cosa que hacia.

Sino porque no le importaba lo que los demas pensaban de el. Era una persona rara con mucha confianza en si mismo. Y el hecho de que la tuviera tan joven la habia impresionado.

Y seguia teniendo esa confianza.

Y tenia ademas algo mas que nunca dejaba de sorprenderla.

Bondad.

– No dice mucho en mi favor -murmuro- que una palabra tierna y una caricia me impulsen a seguirlo como un perro.

Sadie le lanzo una mirada amenazadora con sus ojos oscuros.

– Perdona -Danielle acaricio la cabeza grande del animal-. Y no ha sido solo su bondad -suspiro y entro tras el en una urbanizacion muy elegante, muy Nueva Inglaterra-. Quiza hayas notado lo guapo que es.

Sadie bostezo.

– Si, vamos.

Estaban en un calle lateral llena de robles, flores silvestres y cespedes cuidados. No habia vallas a la vista, lo que posiblemente indicaba que los perros no eran bienvenidos.

Nick aparco y ella se detuvo a su lado, pero sin salir del coche.

El hombre se acerco y se apoyo en la puerta del acompanante, con las piernas cruzadas y las manos en los bolsillos. Senalo con la barbilla la casa encantadora de dos pisos que tenian delante.

– Es la mia.

– Es… bonita.

El hombre movio la cabeza y solto una carcajada.

– No se si sabes que tienes aspecto de sentirte atrapada -sonrio-. ?Por que no me dices lo que crees que va a pasar ahi dentro?

– Nada en absoluto -la joven se mordio el labio inferior-. ?De acuerdo?

El hombre se aparto. Seguia sonriendo, aunque la sonrisa no llegaba ya a sus ojos. Dio la vuelta y abrio la puerta de ella.

Danielle esperaba que la sacara del coche. La distrajera tal vez con otra sonrisa y el contacto de sus manos calidas y fuertes.

No esperaba que se agachara a su lado, a la altura de sus ojos, y se quedara mirandola.

La joven miro el parabrisas y lo ignoro.

Pero a diferencia de Ted, que siempre parecia tener mucho que decir, Nick no dijo nada.

Danielle jugueteo con el cinturon. Toco su mochila. Se mordio el labio inferior.

– ?Que? -dijo al fin, mirandolo a los ojos-. ?Que miras?

– Dimelo tu.

– No quiero jugar a las adivinanzas, Nick.

– Es curioso. Yo tampoco -coloco una mano sobre las de ella, encima del volante-. Vamos. Haremos tus fotos y descansaras un rato. Y fin. ?Crees que puedes hacer eso?

– Sobre todo la ultima parte.

Ahora la sonrisa de el si llego a sus ojos.

– Asi me gusta. Cada cosa a su tiempo, ?eh? Vamos.

Cada cosa a su tiempo. Mas facil de decir que de hacer, pero salio del coche y tomo la correa de Sadie. No queria ser una carga para el, pero ya le habia hecho cancelar sus planes para la velada con aquella muneca Barbie humana.

Y al igual que anos atras, el no habia dicho ni una palabra que pudiera hacerla sentir mal. No le habia dicho lo estupida que habia sido por estar en aquella situacion ridicula.

Por mucho que le costara aceptar ayuda, si despues de tantas noches en el coche pequeno, podia disponer al fin aunque solo fuera de un sillon para dormir, le estaria eternamente agradecida.

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