Nick la precedio por el pequeno jardin delantero. Habia jardines impecables a los dos lados. Con hierba tan verde y espesa que podias perderte en ella y flores de todo el espectro de colores del arco iris.
En contraste, el jardin de Nick era basicamente de piedra, con dos arboles en maceta a los lados.
– Bajo mantenimiento -dijo el, sacando las llaves-. Paso mucho tiempo fuera. No tengo por que matar flores hermosas con mi descuido -le hizo senas para que entrara.
La joven vacilo.
– ?Que hay de Sadie?
– ?Tiene aversion a los interiores?
– No.
– Entonces haz que entre.
– Es… -Danielle miro a la perra, consciente de que, aunque era su tesoro personal, no era un animal facil-. Puede ser un poco sucia.
– No lo he notado -repuso el con sequedad, esperando con la misma paciencia tranquila de que habia hecho gala desde que ella apareciera en el estudio. La misma paciencia que le habia mostrado tantos anos atras.
– Se buena -susurro ella a la perra.
– Estais en vuestra casa -Nick las llevo hasta una sala de estar que tenia muebles de roble, fotografias de todo el mundo y el sofa mas grande que Danielle habia visto en su vida.
Estaba cubierto de cojines y era de color verde bosque y tan tentador que estuvo a punto de tumbarse en el en el acto. Su cuerpo se inclino hacia el en actitud suplicante, pero Nick seguia andando.
Lo siguio con un suspiro de agotamiento, tirando de Sadie, que clavaba las unas de las patas en los suelos de madera.
La cocina tambien era clara y despejada. En la encimera, habia una cesta de frutas que le hizo la boca agua. Y al lado una hogaza de pan.
?Cuanto habia comido por ultima vez? Habia tomado una hamburguesa a mediodia, pero nada para desayunar ni…
Nick abrio el frigorifico.
– Estas de suerte. El otro dia fui a la compra. Normalmente suele estar vacio. ?Que te apetece?
– Las fotos.
– Si, las fotos -repuso el, con el primer asomo de impaciencia que le veia ella-. Pero antes come. ?Desde cuando no comes? ?Y que comiste la ultima vez? -inclino el cuello para mirarla-. Da la impresion de que un viento fuerte pueda derribarte. No importa -dijo con disgusto al ver que ella levantaba la barbilla-. ?Por que se molesta alguien en preguntarle a una mujer que quiere comer? Contestara que nada y luego se comera todo lo que haya en mi plato. Tomaremos sopa y sandwiches -decidio, hablando consigo mismo-. Es rapido y llena bastante.
Danielle penso en sopa caliente y sandwiches grandes, y el orgullo empezo a luchar contra el hambre en su interior.
– ?Siempre das de comer a desconocidos solo porque parezcan tener hambre? -pregunto.
– No somos desconocidos -Nick abrio con calma una lata de sopa, echo su contenido en un cazo y lo puso en el fuego. Despues saco del frigorifico comida para los sandwiches y empezo a trabajar como si fuera un profesional de la cocina.
Danielle trato de no ver lo muy sexy que estaba untando la mostaza en el pan.
– Ya te dije -siguio el, levantando la cabeza y lanzandole una mirada intensa que la hizo estremecerse-, que hace mucho tiempo que deje de considerarte una desconocida.
Danielle volvio la mirada a la comida.
Los dedos largos y bronceados de el colocaban lechuga en el pan con delicadeza.
– Ha pasado mucho tiempo desde el instituto -replico ella.
El hombre asintio. Los recuerdos le hicieron apretar los labios.
Danielle no pudo resistir la atraccion del pavo que colocaba ahora sobre la lechuga y se acerco a el.
– No has olvidado lo horrible que fue, ?verdad?
– No he olvidado nada.
– Yo nunca me he perdonado por aquellos dias.
– Parece que te gusta pagar por los pecados de los demas, ?no? -Fijo sus ojos verdes en los de ella al tiempo que levantaba una mano y lamia una gota de mostaza del pulgar-. No era con tu grupo con los que yo sonaba.
– Oh.
– Si -sonrio el-. Oh.
Danielle miro sus ojos, cargados ahora de picardia, y el corazon le dio un vuelco.
– De verdad sonabas…
– Oh, no tienes ni idea de la cantidad de fantasias que me provocaste en aquellos anos.
La joven se volvio para mirar detras de si.
– ?Yo?
– Tu.
– Eso es… -emocionante. Increible. Maravilloso- asqueroso.
A Nick, que seguia sonriendo, parecio no importarle.
– La mayoria de los chicos del instituto lo son. Y yo era un chico -volvio a los sandwiches, a los que anadio ahora queso.
– ?De verdad tenias… fantasias sexuales conmigo?
– Hmmmm -se lamio de nuevo el pulgar; cerro los ojos con el gesto de una criatura sensual y apasionada que disfrutara de todas las sensaciones posibles-. Y eran unas fantasias estupendas -susurro, con voz ronca-. ?Te he dicho que tenia mucha imaginacion?
Su mirada, ahora ardiente, recorrio la figura de ella de la cabeza a los pies y volvio a subir.
– Y ni siquiera en mis suenos mas atrevidos llegue a acercarme nunca a lo que en realidad eres.
Le sirvio un tazon de sopa, puso un sandwich en un plato y anadio media bolsa de patatas fritas.
– Que lo disfrutes -dijo con ligereza, empujandola con gentileza hacia un taburete situado ante la encimera.
Volvio a la tabla de cortar y corto pavo y queso. Lo deposito en un tazon y miro a Sadie.
– Cuidado con mis dedos -le advirtio, dejandolo en el suelo.
Sadie cargo contra el tazon y Nick estuvo a punto de caer hacia atras al intentar apartarse.
En otro momento, Danielle se habria reido, pero… el le habia dado de comer a su perra. Sin que le dijera nada. Por propia voluntad.
– ?Santo cielo! -exclamo el, mirando todavia a la perra.
Sadie movia la cola y trago todo lo del tazon en menos de dos segundos.
– Le gusta comer -susurro la joven, con un nudo en la garganta.
– ?Estaba muerta de hambre! -exclamo el, horrorizado.
– No, siempre come asi.
Nick siguio mirandola, apartandose con cautela del alcance de la cola oscilante, pensando quiza que era una cola que podia partir a un hombre en dos.
– ?Vaya!
Danielle se llevo el sandwich a la boca y casi gimio al dar el primer bocado. Trago saliva con fuerza al ver que la miraba, porque habia algo en su modo de contemplarla que la ponia nerviosa y la excitaba sexualmente al mismo tiempo.
– Nick…
– ?Si?
– Gracias.
El aparto la vista para tomar su sandwich y ella aprovecho la ocasion para observarlo a gusto. No porque fuera tan guapo que la dejaba sin aliento, que lo era, y no porque lo deseara tanto que le dolia, cosa que tambien era cierta, sino porque habia algo…
Le resultaba incomodo que le diera las gracias.
Nick devoro su sandwich y le mostro el carrete.
– Voy a empezar con esto.