– Si, pero…

– Hace mucho que converti el tercer bano en un laboratorio. Si me necesitas, estoy en el pasillo a la izquierda.

– Nick…

– No digas nada.

No queria que le diera las gracias. Muy bien. Pero entonces tenia que dejar de ponerla en deuda con el. Y eso solo ocurriria cuando se marchara.

Volveria a estar sola. Volveria al cansancio y el miedo. Se iria cuanto antes.

Se iria, sobre todo, porque una parte inexplicable de ella no queria hacerlo.

Cuando Nick salio del laboratorio, todo estaba en silencio. Demasiado silencio para haber un perro tan grande en la casa. Entro con curiosidad en la cocina a traves de la sala de estar.

Estaba vacia.

Se fijo en que tambien estaba limpia. Danielle lo habia recogido todo, incluido el tazon que habia usado Sadie.

El corazon la latio con fuerza. Volvio a la sala de estar. Si se habia marchado…

Se detuvo delante del sofa, que no habia mirado al entrar, y suspiro con fuerza. Luego, se agacho a observar el rostro de Danielle.

Tenia los ojos cerrados y sus pestanas largas y oscuras descansaban en una piel tan palida que casi resultaba translucida. El pelo le caia en cascadas sobre unos hombros que parecian demasiado delgados y vulnerables para cargar con tantas preocupaciones. Suspiro en suenos y el suspiro fue mas bien un quejido.

– Shhh -susurro el, y ella se relajo ante el sonido de su voz.

El corazon le dio un vuelco. Sus dedos se acercaron, casi por voluntad propia, a apartarle el pelo de la cara.

Un grunido sordo lo detuvo.

– Si, si -murmuro, sin molestarse en mirar a la perra que yacia a sus pies-. Lo se. Es tuya.

– No soy de nadie -Danielle abrio los ojos, aunque no movio ninguna otra parte del cuerpo-. No estaba durmiendo -dijo a la defensiva.

– Claro que no -repuso el, sentado todavia en los talones, con el rostro a pocos centimetros del de ella-. Porque eso descansaria tu cuerpo, lo cual, por cierto, es algo que necesita desesperadamente.

– ?Has revelado el carrete?

– Si te digo que si, ?te iras?

– Tengo que irme.

– Aja.

La mujer se sento y se aparto el pelo del rostro.

– Ese aja esta cargado de cosas.

– ?Que cosas?

– Aja que no has descansado. Aja que necesitas un plan y aja que no creo que estes afrontando todo esto de manera inteligente.

Nick sonrio. La joven se movio y sus rodillas se rozaron. El hombre imagino sus piernas suaves y sedosas al lado de las de el, mas bronceadas.

– Has oido muchas cosas en ese «aja» -puso una mano sobre las de ella-. Quedate esta noche, Danielle. Duerme en mi cama -vio que ella entrecerraba los ojos-. Sola -anadio-. Duerme lo que necesites, come bien y se te aclarara mucho la cabeza.

– ?Y que pasa con tu cita?

– Ya me has oido anularla.

– Si. Lo siento.

– Es curioso -la observo con atencion-. No pareces sentirlo. Pareces cansada, y quiza un poco rara…

– Vaya, gracias.

– Pero no pareces sentirlo lo mas minimo.

– Bueno, no vayas a creer que estaba celosa o nada de eso -levanto la nariz en el aire-. Lo que hagas con tu tiempo es cosa tuya.

– Desde luego.

Nick reprimio una sonrisa y tendio una mano; le toco el brazo con el pulgar, jugando con la tela de su camisa a la altura del hombro y luego mas abajo, tocando mas piel. Oh, si, le gustaba su piel y el modo en que se le entrecortaba el aliento. Le gustaba mucho.

– Podrias estar divirtiendote mucho ahora -musito ella, algo temblorosa-. Seguro que esa chica habria… bueno…

– Quiza yo no queria que… bueno… -repuso el, con burla-. No con ella.

– Cualquier hombre con sangre en las venas habria querido.

– Yo no. Quedate, Danielle.

Los ojos de ella, grandes y analiticos, se posaron en los suyos.

– Tendre que irme de aqui manana por la manana.

– Si -el hombre se puso en pie y tiro de ella. Danielle se tambaleo un poco y el la sujeto. Ella se dejo caer contra el.

La estrecho con fuerza, y sorprendentemente, ella se dejo, e incluso se apoyo un momento en el.

Despues se aparto, se paso una mano por el pelo con ademan avergonzado y evito su mirada.

– Por aqui -la llevo por el pasillo hasta el cuarto de bano-. Tomate una ducha si quieres.

Parecia tan agradecida y ansiosa por hacerlo que casi le dolia mirarla.

– Y despues…

Abrio la puerta de su dormitorio e hizo una mueca porque no habia hecho la cama ni recogido la ropa del dia anterior, que estaba esparcida por el suelo. Metio la que pudo con el pie debajo de la cama, subio la sabana y la manta y la sorprendio sonriendo.

– ?Que?

– Veo que no pensabas traer a tu cita aqui.

– Por supuesto que no.

Molly habia ofrecido su casa. Pero, de todos modos, no le habria importado. Nunca sentia la necesidad de cambiar nada sobre si mismo o sobre su casa por los demas.

Aunque no se le escapo que, de haber sabido que Danielle iba a dormir en su habitacion, definitivamente la habria limpiado.

La joven se echo a reir y Nick, que sabia que la risa iba claramente dirigida a el, puso los brazos en jarras.

– ?Que es lo que te hace gracia ahora?

– Es que os habia imaginado a los dos…

– ?Nos has imaginado?

Danielle se sonrojo un poco.

– ?Ella es tan guapa! ?Y con ese vestido! Pense que…

– ?La traeria aqui y la poseeria?

– Si -se encogio de hombros y aparto la mirada-. Si. Exacto.

?Se habia imaginado aquello? Pues debia haber sido una imagen muy explicita a juzgar por el color de sus mejillas. Aun asi, Nick tenia que admitir que era justamente lo que habria hecho de no haber estado Danielle presente.

Pero estaba, y ahora el no podia imaginarse con Molly, lo cual le preocupaba.

– Toma -saco unos pantalones de chandal y una camiseta de un cajon-. Si necesitas ropa limpia para dormir.

La mujer abrazo la ropa contra su pecho y lo miro con aquellos ojos grises en los que el se habria sumergido alegremente quince anos atras.

Pero ahora era mayor. Mas sabio. No deberia dejarse afectar tan facilmente.

Pero no podia evitarlo.

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