Mucho rato despues, Nick llamo al servicio de habitaciones. Mientras esperaban, Danielle abrio su ordenador portatil.

Nick no se habia molestado en vestirse y, mientras ella esperaba conectar con internet, se maravillo de lo desinhibido y comodo consigo mismo que parecia, estudiando la carta del servicio de habitaciones, apartando con aire ausente una bolsa de galletas para perro que habia en la mesa.

La bolsa crujio y Sadie, que dormia en el suelo, se desperto en el acto.

Nick miro a la perra. Esta lo miro a el… las dos criaturas de la vida de Danielle que todavia no se habian hecho amigos.

Nick movio la bolsa.

Sadie se puso en pie. Inclino la cabeza. Miro la bolsa.

Nick saco una galleta y la miro con atencion.

Sadie gimio y se acerco mas.

– Bueno -Nick enarco una ceja-. ?Ahora te gusto mas?

Sadie se lamio el hocico, con los ojos clavados en la galleta.

Nick levanto los ojos al techo y se la lanzo.

– Eres una perra muy facil.

El animal se trago la galleta, se lamio el hocico y volvio a gemir.

Y Nick metio la mano en la bolsa y le lanzo otra.

Danielle sintio que se derretia por dentro. Ted solia mostrarse encantador con todos los perros. Con la gente tambien. Pero ella acabo por darse cuenta de que era una simpatia falsa, de la que no llegaba hasta los ojos. Ademas de eso, estaba el hecho desconcertante de lo mucho que le importaba lo que pensaban los demas, sobre todo de el.

En Nick no habia nada de falso. Era seguro de si, atractivo, y posiblemente el hombre mas relajado que habia conocido en su vida. No le importaba lo que pensaban los demas, ni de si mismo ni de ningun otro.

?Y por que le gustaba tanto aquello?

Estaba tan atareada pensando en eso, pensando y mirando el cuerpo magnifico de Nick, que casi se le paso por alto.

Su pagina web tenia instalado un tablon de anuncios para poder organizar citas de trabajo en la red. Tambien respondia a preguntas y ofrecia consejos, y anunciaba las exhibiciones caninas a las que acudiria.

Entre sus mensajes habia uno anonimo que la dejo sin aliento.

Puedes huir pero no puedes esconderte.

Capitulo Once

Nick satisfecho y relajado tras el sexo, contemplaba la carta del servicio de habitaciones y pensaba en la buena vida que tenia en ese momento.

– Podria comerme todo lo que hay aqui.

Al ver que Danielle no respondia, miro por encima del hombro.

Estaba palida como un fantasma y miraba fijamente la pantalla del ordenador.

– ?Danielle?-se acerco a ella-. ?Que sucede?

Al ver que ella solo movia la cabeza, se sento a su lado y giro el ordenador hacia si. Lo que leyo le enfrio las entranas.

– ?Ted?

– Cree que estoy huyendo -cerro los ojos-. Y es cierto, maldita sea -se cubrio el rostro con las manos-. Odio esto. Odio huir, tener miedo. Tengo que darle la vuelta a esto, Nick. No se como, pero lo hare.

– Lo haras. Lo haremos juntos. Es demasiado para hacerlo sola.

– Quiza pueda pagarle lo que el crea que vale la perra.

Nick sabia ya lo suficiente sobre Ted para estar seguro de que el problema no se resolveria tan facilmente.

– No creo que sea dinero lo que quiere.

– Lo dices porque sabes que no tengo -la joven hizo una mueca. Le toco el brazo-. Te pagare por todo lo que has hecho, Nick.

– Ahora vas a conseguir que me enfade -dijo el-. Mira, esperemos a ver que dice Donald. Si todo sale como tu esperas…

– Saldra.

– Si sale bien -repitio el-, ya veremos que viene despues.

– Ya estas hablando en plural otra vez -comento ella, con un recelo del que el empezaba a cansarse.

Deseaba contestarle que seria mejor que se acostumbrara, pero como tampoco entendia muy bien su uso del plural, opto por guardar silencio.

Fueron con el coche hasta la oficina nueva de Donald y se quedaron sentados en el coche, mirandola.

– Bien -dijo Danielle con falsa alegria. Busco la manija de la puerta, porque no queria que Nick viera lo nerviosa que estaba, aunque resultaba evidente en su cara-. Vamos alla.

Nick le puso una mano en el brazo.

– ?Como conociste a Donald?

– Ah… -cansada de haber cometido un error tras otro, vacilaba en decirselo-. A traves de Emma. Me lo presento en una competicion. Pero no creo que ella…

– ?No lo crees?

– No -dijo Danielle con firmeza. Lo miro a los ojos-. Ella pensaba que estaba haciendo lo correcto. Lo creia de verdad. No volvera a entrometerse.

?O quiza si?

Lo cierto era que aquel era un mundillo pequeno, incestuoso casi, donde todos se conocian. El tema podia salir en una conversacion cualquiera.

– Ten cuidado -dijo el con voz sombria.

Entraron juntos en el edificio. Danielle miro al hombre alto, callado, casi insoportablemente sexy que tenia al lado y se maravillo de que estuviera con ella.

– ?En que estas pensando? -pregunto el. Le puso una mano en la parte baja de la espalda, como si tocarla fuera lo mas natural del mundo.

?En que estaba pensando? En que le gustaria que la tocara asi siempre.

– En nada.

– Aja.

Danielle levanto la vista, y la sonrisa de el la hizo tambalearse.

Nick la sujeto con fuerza hasta que recupero el equilibrio.

– Gracias -susurro ella, apretandole la mano-. Pero algun dia quiero ser yo la que este a tu lado cuando me necesites.

Nick la miro sorprendido, como si nadie le hubiera ofrecido eso nunca.

– Puede que te tome la palabra -musito.

Donald estaba de pie en el mostrador de recepcion cuando entraron. El director artistico miro a Sadie, sin mostrar ninguna sorpresa al verla, y levanto la vista hasta Danielle.

Era un hombre pequeno, fuerte y bronceado, con una expresion no demasiado feliz.

– Danielle… ?que sorpresa!

La joven le estrecho la mano y penso que no parecia nada sorprendido.

– Tengo una cita.

– Si, justamente estaba mirando mi agenda -miro a la recepcionista-. Al ver a Sadie, he sabido que eras

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