buena idea.
– ?No seais mojigato, arzobispo! -replico el duque de Suffolk, cuya cuarta esposa era varios anos mas joven que el-. Una mujer joven en casa es una bendicion de Dios.
– No es Catherine Howard quien me preocupa, sino su ambiciosa familia -murmuro el conde de Southampton-. Su tio espera el momento de recuperar el poder que, segun el, le pertenece.
– ?Por que no intercedeis por el viejo Crum? -propuso el arzobispo Cranmer-. Reconozco que es un hombre de personalidad compleja, pero todos sabemos que las acusaciones que se le imputan son falsas.
– Teneis buen corazon, pero os falta picardia para ver lo que esta ocurriendo -replico el conde-. Solo Dios puede cambiar el destino de un hombre condenado a muerte por Enrique Tudor. El rey esta decidido a casarse con la joven y no nos queda mas remedio que aceptar a su familia tal y como es.
– ?Que ha llevado a su majestad a decidirse por Catherine Howard? -quiso saber el duque de Suffolk-. Si no recuerdo mal, tambien se encapricho de lady Nyssa Wyndham. Ese asunto de su precipitado matrimonio con Varian de Winter resulta de lo mas extrano.
Sus dos companeros se encogieron de hombros y guardaron silencio. El conde de Southampton no tenia respuesta para aquellas preguntas y el arzobispo Cranmer era demasiado prudente para expresar sus temores en voz alta. La barcaza real recorrio el rio hasta que los miembros del consejo perdieron de vista el palacio de Richmond. Alli quedo la reina diciendo a sus damas que podian regresar a sus casas. La mayoria de ellas expresaron su deseo de trasladarse a Greenwich para ponerse al servicio de la nueva reina si esta las aceptaba. Las sobrinas del rey y su nuera no habian aparecido por Richmond. La condesa de Rutland permaneceria al servicio de lady Ana hasta que su marido, chambelan de lady Ana, fuera despedido oficialmente. Sir Thomas Denny, su consejero, y el doctor Kaye, su asistente, se despidieron de ella y partieron con las damas que regresaban a Londres. Todos fueron extremadamente de licados con la reina, pero nadie deseaba permanecer a su lado una vez convertida en parte del pasado. Cathe-rine Howard era el simbolo del futuro. Habia tanta gente en las barcas que las damas de honor tuvieron que quedarse en tierra.
– Podreis marcharos manana a primera hora -prometio la condesa de Rutland.
Nyssa se despidio de sus amigas aquella misma noche. Kate Carey y Bessie Fitzgerald la abrazaron y lloraron desconsoladas pero las hermanas Basset se mostraron frias y distantes. Helga von Grafsteen y Maria Hesseldorf decidieron quedarse junto a lady Ana. El joven vizconde de Wyndham se despidio de la reina con una respetuosa reverencia.
– Ha sido un honor serviros, majestad. Estare a vuestra disposicion siempre que me necesiteis.
– Eres un bien muchacho, Philip -contesto Ana de Cleves-. Agradezco tu lealtad y tu amistad.
– ?Estas seguro de que no quieres venir a Rivered-ge con nosotros? -pregunto Nyssa a su hermano menor-. Nuestros padres 'deben tener muchas ganas de verte.
– Prefiero quedarme -respondio Giles-. Es una oportunidad excelente para encontrar mi lugar en palacio. La Iglesia ya no es un buen lugar para los segundones. Tengo tres hermanos pequenos y no deseo ser una carga para nuestros padres. Escalare posiciones poco a poco pero temo perder mi oportunidad de ocupar un buen lugar en la corte si me marcho ahora. Quiza vaya a Riveredge el proximo otono, cuando las aguas de palacio hayan vuelto a su cauce. ?Siento tanto no poder ver la cara de papa cuando le presentes a tu marido! -rio, divertido.
– ?Que malo eres! -exclamo Nyssa revolviendo el cabello a su hermano menor y besandole en la mejilla-. Que Dios te acompane, hermanito.
– Que El os proteja a ti y a tu marido -contesto Giles.
– Lady De Winter, vuestra barca espera -llamo la condesa de Rutland-. ?Daos prisa!
Nyssa se volvio a lady Ana con los ojos llenos de lagrimas.
– ?Siento tener que dejaros, senora!
– No temas por mi, Nyssa -contesto la reina tratando de contener la emocion-. He escapado de las garras del leon sin recibir rasguno. Ahora soy una mu-guer rica, poseo propiedades y no tengo que dar cuenta de mis actos a nadie. Me he librado de mi hermano Wilhelm, un hombre aburrido y pagado de si mismo, y de mi marido, quien me detesta desde el primer dia. No me compadezcas, Nyssa; por fin tengo lo que deseaba: soy libre y puedo hacer lo que me plazca con mi fida. Nein, no llores; soy muy feliz.
– Pero ?quien va a cuidar de vos? -insistio Nyssa-. ?Quien va a estar a vuestro lado cuando necesiteis carino y compania?
– Aprendiste de tu madre que el amor de la familia es muy importante, ?verdad? -sonrio lady Ana-. Mi madre me educo como heredera y me enseno a nunca faltar a mis deberes. Esa es la diferenzia entre tu y yo. Lo poco que se sobre el amor me lo habeis ensenado tu y pocas personas mas. Es mas que sufiziente. Ahora fete -dijo ayudando a Nyssa a ponerse en pie y besandola carinosamente-. Fuelfe a casa con marido. Si lo deseas, puedes escribirme. Me gustara recibir tuyas noticias.
– Ha sido un honor serviros, majestad -dijo Nyssa haciendole una reverencia antes de correr a ocupar su lugar en la ultima barca que debia cubrir el trayecto entre Richmond y Greenwich. Se acomodo en la cubierta y contemplo el palacio hasta que este desaparecio tras una de las curvas descritas por el curso del rio.
Se acabo, penso. Acabo de cerrar uno de los capitulos mas importante de mi vida. Me pregunto que me depara el futuro.
Philip se sento junto a ella y le tomo una mano. Nyssa se volvio hacia el y esbozo una sonrisa triste.
– Volvemos a casa, Philip -suspiro-. ?Me muero de ganas de ver a papa, a mama y a las gemelas!
– Yo tambien -respondio su hermano-. Sin embargo, temo que se disgusten cuando sepan que te casaste en secreto hace tres meses. ?Que te parece si el tio Owen y yo nos adelantamos a caballo y os preparamos el terreno?
– De ninguna manera -repuso Nyssa negando con la cabeza.-. Varian y yo les daremos la noticia en persona. Se que se disgustaran, pero este no es asunto tuyo.
– ?Me gustaria tener diez anos mas! -suspiro el joven-. Odio ser demasiado mayor para algunas cosas y demasiado joven para otras. Voy a echar mucho de menos a Helga. ?No te parece la muchacha mas hermosa del mundo? ?Y tiene tan buen corazon!
– ?Philip, tu te has enamorado de ella! -exclamo Nyssa mientras su hermano se encendia hasta la raiz del cabello-. ?Por que no hablas con papa? Creo que la dote de Helga es muy cuantiosa.
– ?Crees que me escuchara? ?Me trata como a un nino, pero yo me encargare de recordarle que en octubre cumplire catorce anos! Podriamos empezar a preparar el compromiso. Estamos dispuestos a esperar unos tres o cuatro anos.
– Sera mejor que primero hables con papa -aconsejo Nyssa-. ?Solo falta que te comprometas con una mujer que no sea de su agrado!
– Varian y tu llevais tres meses casados y no…
– Varian y yo nos gustamos y eso es mas que suficiente -le interrumpio Nyssa.
La barca dejo atras los pinares de Westminster, atraveso Londres y viro hacia el sureste rumbo a Green-wich. Desde su asiento, Nyssa diviso las barcas que habian partido junto con la suya y a los pasajeros que descendian de ellas. Las damas y caballeros que habian formado parte del servicio de lady Ana saltaron a tierra y desaparecieron camino de sus casas. Una sola persona permanecia inmovil: era Varian de Winter, su marido, el hombre que iba a darle un nuevo hogar.
– ?No pienso dejarte marchar tan facilmente, Nys-sa! -aseguro Catherine Howard, disgustada-. ?Eres la unica amiga que tengo y no puedes dejarme ahora! Las otras no son mas que unas parasitas y unas aprovechadas. Tu eres distinta y se que puedo confiar en ti. ?No puedes marcharte ahora!
– Es mi ultima palabra, Cat -repuso Nyssa con firmeza-. Mis padres todavia no saben lo de mi boda con tu primo y no quiero decirselo por carta. Nunca habia estado separada de mi familia durante tanto tiempo y les echo mucho de menos. Ademas, quiero presentarles a Varian.
Aunque aun vivia en el palacio de Lambeth con su abuela, Cat Howard tenia sus propias habitaciones en palacio. Lo que las muchachas no sabian era que aquellas eran las habitaciones que Blaze Wyndham habia ocupado quince anos atras.
Cat torcio el gesto al oir las palabras de su amiga y se volvio hacia la ventana. La luz del sol se reflejaba en sus rizos castanos y les arrancaba destellos dorados. Estaba muy bonita con su escotado vestido de seda color rosa. Una gruesa cadena de oro salpicada de rubies adornaba su cuello y lucia un anillo de piedras preciosas en cada dedo.
– Se lo dire a Enrique y el te obligara a quedarte -insistio la testaruda joven-. Mis deseos son ordenes para el.