gris palido salia de la chimenea. Algunas rosas tardias crecian junto a la puerta. Despues de apearse, Hugh bajo a Rosamund de su poni. Ella corrio hacia la casa llamando:

– ?Edmund! ?Maybel! ?Traje a mi esposo para conocerlos!

Hugh agacho la cabeza para pasar bajo el dintel de la puerta. Ahora estaba en una habitacion alegre, con un buen fuego en el hogar. Un hombre de altura mediana, con el rostro curtido por el aire libre y ojos ambar que mostraban curiosidad, se acerco e hizo una reverencia.

– Bienvenido, milord. Maybel, ven a saludar al nuevo senor.

Maybel era una mujer rolliza y baja, de edad indeterminada y agudos ojos grises. Miro con detenimiento a Hugh Cabot. Finalmente, satisfecha, le hizo una reverencia.

– Senor.

– ?Podemos ofrecerle una copa de sidra, milord? -pregunto Edmund con cortesia.

– Se lo agradecere -dijo Hugh-. Estuvimos cabalgando todo el dia por las tierras de mi esposa.

– ?Y mi nina no ha comido nada desde la manana? -pregunto Maybel-. ?Que disparate!

Rosamund rio.

– No tenia hambre -le dijo a su nodriza-. Es la primera vez en semanas que salgo de la casa, Maybel. Tu sabes por que. El tio Henry no me permitia alejarme de su vista mas que para orinar y dormir. ?Fue bellisimo cabalgar por las colinas!

– Pero Maybel tiene razon, esposa -dijo Hugh, con voz calma-. Yo tambien disfrute de la jornada, pero tu estas creciendo, y necesitas alimentarte bien. -Se volvio a sus anfitriones-. Yo soy Hugh Cabot, y me agradaria que me llamaran por mi nombre de pila, Edmund y Maybel Bolton.

– Cuando estemos entre nosotros -concedio Edmund-, pero ante los sirvientes debes llevar la investidura de un lord, Hugh Cabot. Despues de todo, tu esposa es la senora de Friarsgate. -Edmund quedo gratamente sorprendido por el tono y la amabilidad de Hugh.

– ?Sientense! Les voy a traer de comer. -Con esfuerzo, Maybel recorrio la habitacion, tomo panes de una canasta que habia junto al fuego. Los puso sobre la mesa y los relleno con un guiso de conejo, cebolla, zanahoria y salsa, de un aroma delicioso. El que sirvio a Rosamund y Hugh duplicaba el tamano de los otros dos. Se esperaba que lo compartieran. Maybel les dio cucharas de madera pulidas para comer y se sento con ellos. Edmund coloco sobre la mesa copones de peltre con sidra preparada esa misma manana.

Rosamund descubrio, con sorpresa, que tenia mucha hambre. Comio con entusiasmo; hundia la cuchara una y otra vez, y se llevaba a la boca el guiso con la miga del pan casero que Maybel habia puesto en un plato.

La mujer los miraba furtivamente y vio que Hugh Cabot trataba a la nina de manera especial; permitia que comiera hasta llenarse y simulaba imitarla. Cuando fue obvio que Rosamund estaba satisfecha, el comenzo a comer en serio. Bien, bien, penso Maybel, que interesante, aunque todavia no creia del todo que Henry Bolton le hubiera hecho un favor a su sobrina eligiendole ese esposo viejo. Por otra parte, a Rosamund el hombre parecia caerle bien. Solia ser muy recelosa con los desconocidos, en especial con los que tenian relacion con su avaricioso tio.

– ?Maybel, este ha sido el mejor guiso de conejo que comi en mi vida! -dijo Hugh cuando termino y se aparto de la mesa con un suspiro de satisfaccion.

Edmund Bolton sonrio.

– Mi Maybel es buena cocinera. ?Un poco mas de sidra, Hugh?

– No, mejor no, Edmund. Debemos irnos pronto para poder encontrar el camino de regreso antes de que oscurezca.

– Ah, ya esta llegando el invierno con sus dias oscuros -le respondio Edmund.

– Pero antes de irnos -replico Hugh- quiero dejar algunas cosas en claro, pues Henry Bolton ha querido crear problemas entre nosotros, y no deseo que eso ocurra. Durante muchos anos he servido como administrador del hermano de Agnes Bolton. Se me pidio que le ensenara a su hijo la labor para que ocupara mi puesto, y lo hice. Cuando Agnes se entero de que me habia quedado sin trabajo, me propuso que me convirtiera en el esposo de Rosamund para proteger los intereses de su esposo en Friarsgate.

– ?Henry Bolton no tiene intereses en Friarsgate! -exclamo Edmund, enojado.

– Estoy de acuerdo -respondio rapidamente Hugh-. Friarsgate pertenece a Rosamund, y pertenecera a sus herederos, pero Henry Bolton, con astucia, intento reemplazarte casandome a mi con Rosamund. Friarsgate no necesita dos administradores. Por mi parte, se me pidio que me casara con mi esposa. Y nada mas… aunque Henry da por sentado que yo asumire el mando y te apartare del lugar que tu padre te asigno. No lo hare.

– ?Que haras, entonces? -pregunto con cautela Edmund.

– Ensenare a Rosamund a leer y escribir, y a llevar las cuentas, para que, cuando llegue el dia en el que ninguno de los dos este aqui para ayudarla, ella sepa que hacer. No creo que el sacerdote le haya ensenado nada. Me parecio un hombre bastante ignorante y tonto.

– Henry Bolton no cree que una mujer deba conocer mas que las tareas del hogar. Le parece mejor que nuestra sobrina aprenda solo labores femeninas, como hacer sopa y conservas o salar pescado -dijo Edmund.

– ?Y tu que opinas al respecto? -pregunto Hugh.

– Creo que debe aprender ambas cosas -respondio Edmund-, pero el viejo padre Bernard no puede ensenarle nada. Aprendio la misa de memoria, y no puede verselo como un hombre educado. Demonios, si es aun mas viejo que tu, Hugh Cabot. Hugh rio con ganas.

– Entonces estamos de acuerdo, Edmund. Tu continuaras administrando la propiedad y yo educare a mi esposa.

– Nos veremos con frecuencia. Debes estar al tanto de todo, para que Henry Bolton quede convencido de que ahora tu administras Friarsgate. Y es mejor que tu te ocupes de los juicios en el tribunal del senorio, que se celebra cada tres meses. Para las apariencias, ahora tu eres el senor de Friarsgate.

– Espero desempenar bien mi papel -respondio Hugh, con amabilidad.

– Esta nina se esta quedando dormida mientras ustedes conspiran-Dijo Maybel, cortante-. Vete a casa con tu esposa, Hugh Cabot, antes de que caiga la noche y no encuentres el camino. Todavia hay ladrones sueltos, pues, como sabras, estamos cerca de la frontera con Escocia.

– Yo vivia mas al sur -respondio el-. ?Tenemos saqueos a menudo?

– En general, en Friarsgate estamos seguros -dijo Maybel-. A menos que los reyes y los grandes lores deseen luchar. Entonces, los pobres y los infelices son los que mas sufren. A veces, los escoceses vienen a buscar ovejas, pero, en general, no nos molestan.

– ?Y por que? Es extrano.

– Por nuestras colinas -explico Edmund-. Son muy empinadas alrededor de Friarsgate, y para llevar una manada o un rebano o aun unos pocos animales, el terreno tiene que ser mas plano. Tendria que haber un conflicto muy grave con los escoceses para que nos atacaran.

– ?Quien es el lord de la frontera que esta mas cerca de Friarsgate? -pregunto Hugh.

– El Hepburn de Claven's Carn -respondio Edmund-. Lo conoci cuando fue con sus hijos a un mercado de ganado. Probablemente haya muerto y lo haya reemplazado alguno de los hijos, aunque quien sabe cual. Los escoceses discuten por todo, y seguro que los hijos se pelearon por la tierra de su padre.

– Ah, si -asintio Hugh-. Los escoceses son asi. Estan mas cerca de ser salvajes que civilizados. -Se levanto de su lugar a la mesa y miro a Rosamund, que cabeceaba en su sitio-. Edmund, levantala. La llevare en mi caballo y guiare al poni.

– No, yo ire en el poni -intervino Maybel-. Tengo que volver con ustedes para cuidar a mi nina, Hugh Cabot.

– Vamos, entonces -respondio Hugh. Se dirigio a la puerta, la abrio y salio. Era la ultima hora de la tarde. Solto a su caballo, lo monto, se agacho para tomar de brazos de Edmund Bolton a la nina dormida, la acomodo con suavidad contra si y con la otra mano afirmo las riendas.

Maybel camino deprisa, abrigandose con su capa con capucha. Ayudada por su esposo, monto el poni blanco, y dijo:

– Estoy lista. Asegurate de dejar la casa limpia cuando vengas manana, Edmund Bolton.

– Si, querida mia -respondio el, con una sonrisa. Entonces le dio una palmadita al poni en el anca. El animal comenzo a caminar junto al nuevo lord de Friarsgate. Observandolos, Edmund penso que, al fin, su sobrina tenia un arma para defenderse de Henry Bolton, si Hugh Cabot era lo que prometia ser. Pero Edmund tenia una buena

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