– Lleva a esta doncella a su cama. Standish, usted y Parker, la bajaran por las escaleras y despues se la entregaran a sir Roger. Senorita Blount, acompanelos y permanezca en el dormitorio junto con la senorita Meredith. En cuanto a ustedes tres, caballeros, vuelvan de inmediato a la torre. Les dare una leccion de astronomia, asi evitare que se escabullan en el dormitorio de las doncellas. Senorita Blount, cierre la puerta de la recamara; enviare a mi guardia personal para que verifique que mis ordenes se hayan cumplido a la perfeccion. Por ultimo, mis estimados caballeros, retornaran a sus hogares en dos dias. No estan invitados a Esher. ?Entendido?

– Si, Su Majestad -contesto el trio a coro.

– Si asi lo desean, pueden regresar para Navidad, pero no antes.

– Si, Su Majestad -repitieron al unisono.

Luego, lord Parker y lord Standish alzaron a Philippa. Uno la tomo de los pies y el otro de los brazos. Descendieron de la Torre Inclinada, seguidos por sir Roger y Elizabeth Blount. Charles Brandon volvio a reir cuando oyo a uno de los jovenes quejarse de la carga.

– ?Uf! ?Nunca pense que Philippa pesara tanto!

– Tonto, ?no te das cuenta de que es un peso muerto?

El conde de Suffolk miro a su cunado y le pregunto:

– ?Que haremos con esta joven, Enrique? Rosamund Bolton moriria de verguenza si se enterara de la conducta de su hija.

– La pobre nina tiene el corazon destrozado por el maldito FitzHugh -dijo el rey-. Hablare con la reina del tema.

– ?De veras enviaras a tu guardia a cerciorarse de que la puerta del dormitorio de las doncellas este cerrada? -pregunto Charles Brandon en tono burlon.

– Por supuesto.

– La senorita Blount es una nina encantadora, ?verdad?

– Si -respondio el rey, pensativo.

A la manana siguiente, Philippa se desperto con una espantosa sensacion: la jaqueca le impedia abrir los ojos, pues no toleraba el menor rayo de luz, le latian las sienes y apenas podia moverse. Bessie logro sacarla de la cama pese a las protestas de su amiga.

– ?Voy a morir! -grito Philippa.

– No, vas a vestirte para la misa. La reina notara enseguida tu ausencia.

– ?Que paso? ?Como llegue aqui y quien me puso la ropa de dormir?

– ?De veras no te acuerdas?

– ?No!

La muchacha le conto todos los detalles de la velada, mientras Philippa enrojecia de verguenza.

– ?Me quede en camisa? -pregunto Philippa horrorizada-. ?Dios mio!

– Eso no fue lo peor -continuo Bessie divertida, y le relato como fueron sorprendidos por el rey y el duque Suffolk, y el deplorable estado en el que ella se encontraba-. ?Estabas totalmente dormida y hasta roncabas!

– ?Oh! ?Virgen Santa! Estoy arruinada. ?Y que sucedio despues? -pregunto con nerviosismo.

– El rey pidio que te llevaran al dormitorio de las doncellas. Les ordeno a los caballeros que retornaran a sus hogares y no volvieran hasta Navidad. A ti quiere verte hoy mismo, despues de la misa en su salon privado, yo te acompanare.

– Tengo nauseas.

Bessie le alcanzo una bacinilla y se dio vuelta mientras oia las arcadas de Philippa. Cuando la joven termino de vomitar, Bessie le dijo:

– Ahora debemos ir a misa. Enjuaga tu boca con agua de rosas y partamos ya mismo. Pero no se te ocurra tomar una gota de agua por el momento. Eso te haria seguir vomitando. Mas tarde te traere un poco de vino.

– No volvere a tomar vino nunca mas -declaro Philippa. Bessie rio.

– Confia en mi. Una pequena dosis del mismo veneno solucionara todos tus problemas, salvo el dolor de cabeza, creo.

– ?Voy a morir! -repitio Philippa. Se enjuago la boca, pero no pudo sacarse el sabor amargo.

Salieron deprisa hacia la capilla real, llegaron justo cuando entraba la reina. Catalina se dio vuelta y miro a Philippa. Luego sacudio la cabeza y se dirigio a su silla.

'La reina ya lo sabe -penso Philippa-. Tres anos sin un traspie y ahora caigo en desgracia. Y todo por un hombre que prefirio ser sacerdote a casarse conmigo. ?En que estaba pensando cuando actue asi? No quiero pasar el resto de mis dias en Friarsgate. ?Que hare si me echan de aqui? No volvere a ver a mi querida Ceci, todo por culpa del maldito Giles. Soy una tonta, una cabeza hueca. ?Dios mio! Tengo nauseas de nuevo, pero no debo vomitar'. Se trago la hiel y rogo al Senor que la ayudara a guardar la compostura.

Cuando la misa concluyo, Bessie Blount la acompano al salon privado del rey. Las dos muchachas tuvieron que esperar de pie en la antecamara, entre secretarios, mercaderes extranjeros y otros personajes que solicitaban audiencia con Su Majestad. Por fin, un paje vestido con la librea real se les acerco.

– Senorita Blount, Su Majestad le permite retirarse. Senorita Meredith, por favor, sigame.

– ?Buena suerte! -dijo Bessie, apretando con fuerza la mano helada de Philippa. Luego, salio deprisa para tomar el desayuno.

El paje la condujo hasta donde estaban los reyes y se quedo esperando detras de la puerta.

– Ven aqui, hija mia -dijo la reina.

– Acercate, senorita Meredith, y explicame tu conducta de anoche -agrego el rey con severidad.

La pareja real estaba sentada a una mesa de roble, frente a Philippa. La joven hizo una reverencia y sintio como si su cabeza fuera a rodar por el piso. Respiro hondo, se aclaro la garganta y declaro con voz tremula:

– No hay ninguna excusa para mi conducta, Su Majestad. Pero en mi defensa debo alegar que nunca antes me comporte de esa manera y le aseguro que jamas lo volvere a hacer.

– Eso espero, Philippa Meredith -dijo suavemente la reina-. Tu madre se sentiria muy mal si se enterara de tu mala conducta.

– Estoy tan avergonzada, Su Majestad. Apenas recuerdo lo sucedido. Bessie Blount me puso al tanto de mi aberrante conducta. Nunca habia hecho algo asi en mi vida. Y usted lo sabe.

– Estabas ebria, pequena -comento el rey con calma.

– Si, Su Majestad -admitio Philippa, bajando la cabeza.

– ?Fue un espectaculo vergonzoso!

– Es cierto, Su Majestad. -Sintio que las lagrimas le rodaban por las mejillas.

– ?Me sorprende que conozcas canciones de ese tipo!

– Las escuche en los establos -respondio Philippa.

– Apostaste tu dinero, tu ropa, y si yo no hubiera llegado a tiempo, no se que otra cosa hubieras entregado. ?Por que una jovencita como tu arruinaria su reputacion por un capricho? Conoci a tu padre, era uno de los hombres mas honorables del reino. Y pienso lo mismo de tu madre, aunque se haya casado con un escoces. Su buena conducta y lealtad te han brindado el honor de servir a nuestra reina. ?Acaso quieres perder esos privilegios?

Philippa comenzo a sollozar.

– No, Su Majestad. Estoy tan orgullosa de servir a mi reina. Siempre quise estar a su lado. ?Estoy tan arrepentida! Le ruego me perdone, Su Majestad. Lamento haberlo desilusionado de esa manera. -Philippa se echo a llorar, cubriendose el rostro con las manos.

El rey parecia incomodo. No le gustaba ver llorar a las mujeres. Se puso de pie, se acerco a Philippa y la rodeo con su brazo. Saco un panuelo de seda y le seco los ojos como si fuera una ninita.

– No sufras mas, pequena. No es el fin del mundo -la tranquilizo. Le dejo el panuelo y volvio a sentarse.

La muchacha trato de controlarse. Era una situacion penosa, nadie aullaba como un bebe frente a un rey. Pero le dolia la cabeza y tambien el abdomen.

– Temo que decidan enviarme de regreso a Friarsgate -se animo a decir. Se enjugo las lagrimas y los miro a los ojos.

– Asi es -dijo el rey alzando la mano para evitar que la joven intentara defenderse-. La reina y yo pensamos que debes regresar con los tuyos por un tiempo. No has estado en tu casa durante varios anos. Cuando tu madre considere que estas lista para volver a la corte, nosotros te recibiremos con los brazos abiertos. Partiras con tu

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