– Piensa en la pobre reina -respondio Banon-. Mi corazon se destrozo cuando me llevaste a conocerla. Se la ve muy fragil y triste. Y aun asi me saludo con calidez y una sonrisa. Debio de ser muy hermosa cuando era joven.

– Es lo que dice mama, pero asegura que la reina Margarita era aun mas bella. Apurate. Debes prepararte para ir a la corte, Bannie. Nos esperan a la tarde. Abrigate bien porque hara frio en el Tamesis.

– ?Piensas que Cecily y Tony regresaran al palacio para los festejos de Navidad?

– Eso espero -respondio Philippa a su hermana mientras completaba su atuendo. Lucy le coloco una cadena de oro y perlas con el broche de esmeraldas, ahora convertido en un colgante. La joven estaba muy orgullosa de esa joya, porque la abuela del rey se la habia regalado cuando nacio, y a cada uno que la elogiaba, le contaba la historia.

Las hermanas se reunieron con lord Cambridge en sus aposentos con vista al rio.

– Tio -exclamo Philippa al verlo-. ?Tu vestimenta de hoy es todavia mas impresionante que la de ayer! Dejando de lado al rey, eres el caballero mas elegante de la corte.

– Soy mucho mas esplendido que el rey Enrique -respondio lord Cambridge-, pero no discutamos minucias, querida nina. ?Te gustan mis sobrias calzas? Las elegi especialmente para resaltar el jubon y la casaca. -Dio una vuelta para que las jovenes admiraran su elegancia, mostrandoles con gracia sus mangas bordadas-. ?Y que les parecen mis zapatos? ?Los hice tenir para que combinaran con la casaca! Y lo mismo hice con los guantes bordados.

– El celeste, el dorado y el blanco te favorecen, tio -opino Philippa-. Pero lo mejor es el cuello plisado de tu camisa y ese sombrero con penacho.

El tio le sonrio complacido.

– Todo el conjunto esta pensado para realzar mi tipo nordico. Hay pocos hombres en esta corte que son rubios autenticos como yo. Y tu, Banon, ?no tienes nada que decir?

– Tio, estoy asombrada por tu buen gusto. Aunque siempre te vistes bien en Cumbria, nunca te habia visto tan esplendido atavio.

– Es que Otterly no es el lugar apropiado para esta ropa. Casi habia olvidado el placer de lucir prendas suntuosas. Lamentablemente, no lo hare por mucho tiempo mas.

Los sirvientes les alcanzaron sus capas de terciopelo forradas de piel y se las colocaron sobre los hombros para que pudieran salir de la habitacion y dirigirse a la barcaza de lord Cambridge.

– ?No te arrepientes de tener que volver al norte, tio? -pregunto Philippa.

– No, adorada nina, de ninguna manera. El palacio es demasiado agotador para un hombre de mi edad. Ademas, tu madre significa mucho mas para mi que andar adulando al rey. No. A esta altura de mi vida, me sienta mejor la tranquilidad de Otterly. Solo vine al palacio para cerciorarme de que estes bien aqui, Philippa Meredith.

La joven lo beso en la mejilla.

– Te quiero, tio Thomas.

Lord Cambridge sonrio contento. Pronto se irian de Londres a Greenwich. Thomas Bolton estaba empezando a interiorizarse de las intrigas del palacio. Por ejemplo, habia oido el rumor de que la nueva y muy discreta amante del rey era la deliciosa senorita Blount. Y tambien se decia que Bessie estaba esperando un bebe. Como era de esperar, Tom le sugirio a Philippa que no interrumpiera su amistad con la encantadora Bessie. Y, ademas, decidio que el tambien gozaria de la tierna compania de la joven Blount. Enrique Tudor no tendria celos de el. Por otra parte, si lord Cambridge flirteaba con la nina, le haria un favor, ya que ayudaria a acallar los rumores que podrian llegar a oidos de la reina. Y si eso ocurriera, la pobre Bessie dejaria de ser dama de honor. Obviamente, sus dias al servicio de Su Majestad estaban contados, pero Bessie no tenia por que irse en ese preciso momento. Catalina tambien apreciaba a Thomas Bolton, lord Cambridge, y se negaba a creer las historias acerca de sus costumbres poco ortodoxas, dado que no veia nada indecoroso en la conducta de ese caballero.

La Navidad en Greenwich fue sencilla y tranquila; los festejos, poco animados, por respeto a la reina, aunque el rey, todavia molesto, bailaba con todas las bellas mujeres que aparecian ante su vista y, sobre todo, con la senorita Blount. Bessie no era una muchacha maliciosa, asi que continuo tratando a la reina, su ama, con la mayor deferencia y respeto, corriendo deprisa a su lado cada vez que la musica terminaba. Algunos la trataban de ingenua por eso. Aunque Catalina sabia todo lo que estaba ocurriendo, preferia hacerse la distraida. Sentia un profundo agradecimiento hacia Bessie Blount por sus buenos modales y su noble corazon. La naturaleza dulce de Bessie hacia que todo el mundo la quisiera. Era imposible enojarse con ella. El rey la habia elegido y Bessie habia sido educada para obedecerlo.

Durante el primer dia de! ano 1520, lord Cambridge oyo unas noticias que excitaron su curiosidad, Lord Melvyn habia muerto sin dejar herederos de sus tierras en Oxfordshire, que pasarian a manos de la corona. El rey podia conservarlas y usarlas como cotos de caza o bien venderlas. Se hallaban cerca de Londres, lo que permitiria que Philippa continuara al servicio de los Tudor. Y era una propiedad prospera. La plantacion de manzanos de lord Melvyn era famosa por la excelente sidra que producia y sus tierras de pastoreo se alquilaban a muy buen precio a los vecinos que criaban ganado. Esa informacion la habia obtenido lord Cambridge de uno de los secretarios del rey, William Smythe.

– ?Y si yo estuviera interesado en adquirir las propiedades del difunto lord Melvyn?

– El rey esta interesado en utilizarlas como parque para sus ciervos.

– Pero el rey tiene muchos parques de ciervos -respondio lord Cambridge.

– Eso es cierto, milord. Tal vez se podria vender, porque el monarca aprecia tanto una bolsa llena de dinero como un parque de ciervos. Y, ademas, Woodstock esta cerca.

El significado de la frase era evidente.

– Por supuesto, le pagare unos buenos honorarios a quien se encargue de la intermediacion. En este caso, me refiero concretamente a su persona. Y hablo de honorarios mas que generosos.

– Hay otro interesado en la compra de esa propiedad. Es el caballero que le alquilaba el campo de pastoreo a lord Melvyn.

– Yo pagare mas -afirmo lord Cambridge con franqueza. Introdujo la mano en su jubon y extrajo una pequena bolsa de gamuza-. Una muestra de mi gratitud que le dejare hasta que inspeccione las tierras de lord Melvyn en Oxfordshire. Ademas, le comentare al rey acerca de mi interes en la propiedad, asi no encontrara usted ninguna dificultad en la negociacion.

– ?Conoce tan bien a Su Majestad como para poder hablar con el? -pregunto impresionado, pues la mayoria de los cortesanos no hablaban con el rey. Y luego tomo la bolsa repleta de monedas que le ofrecio lord Cambridge.

– Hace anos que converso con el rey, senor Smythe, y la propiedad de lord Melvyn que deseo comprar es para la hija de mi prima, la dama de Friarsgate, una muy buena amiga de la reina. Hoy su hija esta al servicio de Su Alteza.

– Confie en mi, entonces. Las tierras de lord Melvyn no se venderan hasta que usted las haya inspeccionado, milord -dijo el secretario-. Pero, como comprendera, debo venderla a quien le haga la mejor oferta a mi amo, el rey. Ese es mi deber.

– Por supuesto -dijo lord Cambridge, y luego se retiro de la habitacion que ocupaban los secretarios del rey. El soborno habia sido generoso y le daba tiempo para visitar la propiedad en cuestion. Le explico a Philippa que debia ausentarse durante unos dias por asuntos de negocios y partio rumbo a Oxfordshire, acompanado por dos hombres armados de Otterly.

La finca de lord Melvyn estaba situada al noroeste de Oxford. La ciudad contaba con buenos alojamientos y tambien ofrecia excelente comida y bebida. Lord Cambridge eligio la posada mas confortable, King's Arms, situada casi en las afueras del pueblo. Si partian bien temprano a la manana siguiente, llegarian facilmente a Melville y podrian estar de regreso en Oxford cuando oscureciera. La suerte acompanaba esta vez a Thomas Bolton. Tras una noche de sueno reparador, al amanecer se desperto renovado. Era una manana de invierno fria, pero con un cielo diafano y sin viento. Cargaron comida para el viaje, comenzaron la cabalgata y al atardecer ya estaban de vuelta. Thomas Bolton sabia que habia encontrado la nueva casa de campo de Philippa.

– Creo que te encontre una propiedad en Oxfordshire -informo a su sobrina-. Pero no estare tranquilo hasta que todo quede arreglado. Dependo de uno de los secretarios del rey. Ademas, hay otro interesado en las tierras de Melville, aunque dudo que tenga tanto dinero como yo. Sin embargo, no debo alardear hasta que el asunto haya concluido.

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