CAPITULO 16

Enrique Tudor no queria hacer ningun trato que excluyera a Francia. Acordo reunirse nuevamente con Carlos V en Gravelmas, en territorio imperial, despues del encuentro con el rey Francisco. La tarde del martes 29 de mayo, el joven emperador partio rumbo a Sandwich y, a la manana siguiente, el monarca ingles y la corte se dirigieron a Dover, donde los esperaba una flota de veintisiete barcos, presidida por la nave personal de Su Majestad.

Recien reacondicionado para el viaje a Francia, el Great Henry tenia unas magnificas velas de pano de oro que se henchian con la brisa del verano. Hermosas banderas y exquisitos estandartes flameaban en lo alto de todos los mastiles. El rey sabia que los franceses no tenian nada parecido a ese portentoso barco y, si bien lamentaba que Francisco no estuviera en Calais para verlo con sus propios ojos, estaba seguro de que no tardaria en recibir un informe detallado de la nave.

La comitiva del rey estaba integrada por casi cuatro mil personas. Ademas del infaltable secretario privado de Su Majestad, Richard Pace, habia pares y obispos; heraldos, guardias, ayudantes de camara y funcionarios de la corte, acompanados por sus propios sirvientes. El sequito de la reina estaba formado por mas de mil personas, dentro de las cuales se contaban Philippa y su doncella Lucy. En la comitiva del cardenal Wolsey figuraban, entre otros, el conde de Witton, varios capellanes y sirvientes. En total, viajaron a Francia mas de cinco mil personas y cerca de tres mil caballos.

El gran cortejo real partio de Dover la madrugada del 31 de mayo. Tras navegar por aguas tranquilas, la flota llego a Calais hacia el mediodia. El conde y la condesa de Witton habian acogido en su barco privado a seis damas de la corte y sus respectivas doncellas. Una de las damas era Maria Bolena. A Philippa le parecia una persona agradable, pero a Crispin no le gustaba tenerla a bordo.

– Goza de muy mala reputacion -explico a su esposa.

– La reina me pidio que la llevara y no pude rehusarme. ?Que te han contado de ella?

– Que es una ramera facil de llevar a la cama.

– Supongo que todas las rameras son faciles de llevar a la cama; de lo contrario, no serian rameras. ?Acaso gozaste de sus servicios?

– ?Valgame Dios, Philippa! ?No! Nunca me sedujeron los caminos demasiado trillados.

– ?Crees que el rey esta transitando por ese camino ahora? Tal vez sea esa la razon por la que Catalina me pidio que la llevaramos con nosotros.

– Hay rumores, pequena. Ahora que se fue Bessie Blount y que se confirmo que la reina no puede tener hijos, Enrique esta muy perturbado. Maria Bolena es una mujer de vida ligera.

– Es una tragedia que el unico hijo varon del rey tenga que ser un bastardo.

– Enrique encontrara la manera de deshacerse de la vieja reina y buscarse una mujer joven y fertil. Te aseguro que el rey hara lo imposible por conseguirse un heredero. No permitira que la dinastia Tudor fundada por su padre se extinga con el. Ademas, el futuro marido de la princesa Maria tendra que ser forzosamente alguien de su mismo rango, pues una reina debe casarse con un rey. Pero los ingleses no aceptaran ser gobernados por un monarca nacido en el extranjero.

– Por supuesto que no -remarco Philippa con firmeza.

Permanecieron en su barco hasta el 3 de junio, cuando la comitiva partio rumbo a Guisnes. Philippa se quedo pasmada al ver la fastuosa ciudadela que se habia construido para alojar a los reyes y su sequito. En cambio, el obispo Fisher estaba horrorizado por el excesivo derroche y el lujo, y sacudia la cabeza en gesto de reprobacion.

La suntuosa tienda del rey Francisco era de pano de oro y el techo estaba pintado con estrellas y signos astrologicos. La entrada interior estaba repleta de arboles jovenes y tiestos de hiedra y, en el centro, se erguia una enorme estatua de oro de san Miguel que reflejaba la luz del sol procedente de la amplia apertura del pabellon.

Enrique VIII logro superar en riqueza y extravagancia a su par frances. Seis mil carpinteros, constructores, albaniles y artesanos habian tardado varios meses en edificar un palacio de estilo italiano para el rey y su sequito. Hecho en piedra y ladrillo, se hallaba coronado por hermosas almenas y decorado con mosaicos, piedras labradas en forma de abanico, herrajes y estatuas de tamano natural que representaban a heroes famosos. De los angulos del palacio surgian unos animales heraldicos de piedra y, en el centro, se levantaba una cupula hexagonal, tambien ornamentada con animales fantasticos y un angel labrado en oro.

Soberbios tapices, alfombras, cortinados de seda, mobiliario y adornos habian sido trasladados de Greenwich y Richmond a Francia. En la capilla habia un altar cubierto por un mantel de hilos de oro y bordado con perlas y otras piedras preciosas, y doce estatuas de oro de los apostoles. Los candelabros y los calices habian sido traidos de la abadia de Westminster. El detalle mas impresionante lo daban las fuentes construidas en la explanada del castillo. De una de ellas brotaba vino clarete y, de la otra, cerveza, y todo aquel que quisiera refrescarse con un trago podia servirse a discrecion.

El conde y la condesa de Witton se sintieron aliviados al enterarse de que su tienda se hallaba en el limite que separaba los pabellones de la reina y del cardenal Wolsey. Lord Cambridge les habia conseguido una carpa de exquisita tela con un cobertizo para los caballos y con dos secciones. El lacayo del conde habia encendido el fuego y puesto braseros con carbones ardientes en los dos cuartos de la tienda para eliminar la humedad y el frio del ambiente. En la sala de estar habia una mesa con varias sillas, y en un rincon alejado, se hallaba el colchon para Lucy. En el otro cuarto, una cama, una silla y una mesa. A Peter se le ocurrio la brillante idea de tender una soga para que Lucy pudiera colgar los vestidos de su ama.

Aun no habian terminado de instalarse en su nuevo hogar, cuando Philippa y Crispin recibieron una visita. Un caballero con atavios esplendidos ingreso en el pabellon. Miro a su alrededor y, al posar los ojos en Crispin, exclamo:

– ?Mon chou! No sabia que seguias al servicio de monsieur le Cardenal.

– ?Querido Guy-Paul! -saludo el conde mientras se acercaba a saludar al invitado-. Ya no trabajo para el cardenal Wolsey. Vine a Francia porque mi esposa es una de las damas de honor de la reina.

– ?Tu esposa? ?Te has casado, Crispin?

– ?No te parece que era hora de sentar cabeza, Guy-Paul? Philippa, te presento a mi primo Guy-Paul St. Claire, conde de Renard. Primo, te presento a mi esposa.

– Monsieur le comte-dijo Philippa con extrema cortesia, tendiendo la mano al caballero.

– Madame la comtesse -replico escudrinandola con sus ojos azules. Le beso la mano y luego, tomandola de los hombros, le beso ambas mejillas. Retrocedio unos pasos para admirar a la joven y exclamo-: ?Crispin, mon cher, tienes una esposa bellisima!

– Me halaga usted, aunque se que exagera. Admito que soy bonita, pero nada mas. De todas maneras, le aseguro que encontrara muchas mujeres hermosas en nuestra corte.

Guy-Paul se sorprendio al oir estas palabras.

– Veo, madame la comtesse, que no lograre seducirla con mis encantos.

– Un poquito, tal vez. Por favor, tome asiento. Ire a buscar el vino.

– ?Cuanto hace que te casaste, primo? La ultima vez que nos vimos eras soltero -dijo Guy-Paul, mientras Philippa se ocupaba de servir el vino.

– La boda se celebro el ultimo dia de abril.

– ?Es una mujer rica?

– Tenia unas tierras que me interesaban y una dote considerable.

– Pero no pertenece a la nobleza.

El conde de Witton nego con la cabeza.

– De todos modos, era un excelente partido y tiene conexiones importantes. Su madre es amiga de la reina y Philippa la ha servido durante cuatro anos. Catalina quiere mucho a mi esposa.

– Es bueno que cada tantas generaciones los nobles de casen con mujeres de una clase ligeramente inferior. La sangre se renueva y se fortalece. Tendre que imitarte uno de estos dias. La familia esta cada vez mas

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