– Si no fuera por ese amor de arquitecto, ya me habria suicidado -exclamo Georgia.
– Dijiste que trabajarias con el para realizarlas -recordo Farran.
– El… se… esta interesando mucho por lo que hago -comento Georgia, pero parecia dudar y no estar tan segura de si misma como acostumbraba, Farran intuyo que quiza estaba enamorada del arquitecto.
– ?Todavia… sales con el? -pregunto al recordar la cita anterior con el hombre. ?Como se llamaba?… Si, Idris Vaughan.
– Si -era claro que preferia no hablar del asunto y cambio de tema-. Hablando de vida social, ?que haces alla para divertirte?
– Trate de jugar al bridge el viernes. Y Andrew Watson me llamo ayer.
– Vino al salon. ?Estuvo bien darle tu numero?
– Muy bien.
– ?Y de veras estas bien alla?
– Claro -contesto Farran.
– ?La querida anciana no es tan desagradable como pensaste?
– De hecho, me empieza a agradar -replico Farran; despues se arrepintio de ese comentario. Apenas colgo, la senorita Irvine salio de la cocina y se quejo mucho de que la habia dejado sola limpiando los restos del desayuno.
Desde entonces, hasta el martes, parecio que Farran no pudo hacer nada bien para ella. Ademas, el martes fue el turno de la senorita Irvine para que el juego de cartas se realizara en su casa, pero ni el juego evito que hiciera comentarios acres de cuando en cuando.
Para alivio de Farran, la senorita Irvine decidio acostarse temprano. Aun asi, fueron las diez y media cuando Farran le subio su vaso de agua, su bolso y varios objetos mas a la habitacion.
Piensa en Georgia y en el tio Henry, se dijo Farran, al tener que bajar dos veces mas por un libro y para cerrar con llave la puerta principal. Fue a revisar la puerta trasera y a apagar las luces. En ese momento sono el telefono.
Recordo que Andrew Watson la llamaria esa semana y tambien que tenia que pedirle a la senorita Irvine algo de tiempo libre, de estar la anciana de mejor humor.
– Bueno -sintio algo raro en el estomago al percatarse de que no llamaba Andrew sino Stallard Beauchamp.
– ?Como esta todo? -pregunto con sequedad.
– ?Como esperarias que estuviera? -replico Farran. Lo ultimo que necesitaba era oirlo de mal humor ese dia.
– ?Como van las cosas entre Nona y tu? -rehizo la pregunta.
– No considerarias ponerla en un asilo, ?verdad?
Hubo una pausa y el tono de voz fue menos duro, como si entendiera que Nona Irvine podria ser muy fastidiosa si se lo proponia.
– ?Tan mal esta la situacion?
– No tanto -Farran se avergonzo de inmediato-. ?Querias hablar con ella?
– En realidad, no -respondio Stallard y, para sorpresa de la chica, colgo. Farran se quedo perpleja, dandose cuenta de que Stallard no hablo para charlar con la anciana.
Sonrio, porque entonces eso significaba que hablo solo para comunicarse con ella. Lo cual tal vez significaba que quiza no le desagradaba tanto como ella creyo. Apago la luz y se fue a dormir.
Al dia siguiente, las cosas mejoraron pues la senorita Irvine parecia estar de mejor humor.
Estuvieron tan bien que Farran le conto acerca de la llamada de Andrew del sabado pasado.
– ?Es tu novio? -inquirio la senorita Irvine.
– No -replico Farran-. Fuimos a la escuela juntos y como viviamos muy cerca nos hicimos amigos. Como por ahora no trabaja, creo que podria venir cualquier dia a Monkton -ya antes habia mencionado que a Andrew le gustaria mucho verla.
– ?Y te gustaria a ti verlo? -la senorita Irvine fue cordial.
– Creo que si -sonrio la chica… y apenas dio credito a lo que oyo.
– ?Por que no lo invitas a comer? -sugirio la anciana con amabilidad.
– Yo… -gimio Farran. Andrew no habia pensado en comer con ella y con la octogenaria senorita Irvine, al decir que le gustaria ver a Farran. Pero la chica no quiso alterar el buen humor de la senora, asi que recobro el habla-. ?A usted no le importaria?
– En lo absoluto. Me encanta la compania -sonrio la anciana-. ?Te llamo tu amigo Andrew ayer por la noche? Crei oir el timbre justo despues de ir a acostarme.
– Asi es -asintio Farran-, pero no se trataba de Andrew, sino de Stallard…
– ?Stallard? -interrumpio la anciana. Era claro que estaba triste por no haber hablado con el; sin embargo no mostro aspereza en la voz-. Deberias haberme llamado. Me habria puesto una bata para bajar.
– Lo siento.
– No importa. ?Dejo algun mensaje?
– No hablo mucho tiempo… solo queria preguntar por usted -Farran penso que era preferible contarle una mentira blanca y no que Stallard pregunto como iban las cosas entre ella y la senorita Irvine. No la sorprendio la sonrisa de la senora, pero si su comentario-: Es un hombre muy amable, muy parecido a su querido padre.
Impresionada por el tono amable, casi reverente, de la voz de la anciana, Farran lo comparo con el odio y la rudeza de la senorita Irvine cuando esta se refirio a la madre de Stallard al decir: 'Esa mujer nunca fue amiga mia'.
– ?Usted… es amiga del padre de Stallard? -Farran sintio que no era una pregunta impertinente. La respuesta la impresiono.
– Murdoch Beauchamp murio -suspiro y anadio con ternura-. El y yo eramos mas que amigos -implicaba que estuvo enamorada del padre de Stallard.
Antes de que la joven lograra captar que quiza fueron amantes, el telefono sono. La senorita Irvine fue a contestar.
– Es para ti -le dijo a Farran y suspiro con voz baja-: Es tu amigo Andrew. Invitalo a comer.
– Tengo todo el dia de manana a tu disposicion -anuncio Andrew.
– Ven a comer -Farran le susurro a la anfitriona, que esperaba a un lado-: Vendra manana, senorita Irvine. ?Es eso conveniente para usted?
– Perfecto -declaro la anciana-. Iremos de compras -se dirigio a ponerse el sombrero y el abrigo, pero hizo una pausa-. A proposito, llamame Nona… 'Senorita Irvine' me hace sentir vieja.
Fue bueno ver de nuevo a Andrew. Era una persona muy agradable y natural. Como la senorita Irvine mantuvo el mismo buen humor del dia anterior, la comida fue excelente.
– Debes venir a visitarnos de nuevo, Andrew -comento Nona Irvine cuando este se despedia de la anciana y de Farran.
– Gracias, seria agradable repetir esto -acepto el y se alejo en su auto.
Pero el hecho de que Nona Irvine no se habia transformado en un manso corderillo fue evidente cuando, el viernes, Farran la saco a dar una vuelta en el auto. Despues de media hora, ya estaba harta. El paseo duro una hora y el respeto de la chica por Stallard aumento mucho. El habia dado un paseo a Nona el sabado anterior… y eso duro dos horas.
De regreso en casa, Farran preparo cafe y mientras lo tomaba en la sala de estar junto con Nona, el timbre de la casa sono.
– No hay paz para los malvados -comento Nona con sequedad y, mientras iba a abrir, Farran se pregunto si de nuevo evidenciaba su sentido del humor. ?Acaso estaba consciente de como destruyo la paz de la chica en el paseo?
Farran sonrio ante el sentido del humor raro de Nona. Seguia sonriendo cuando abrio la puerta para ver al doctor Richards.
– ?Que buena bienvenida! -saludo el.
– Pase -invito la chica-. La senorita Irvine esta en la sala de estar.
– ?Quien dijo que vengo a ver a la senorita Irvine? -sonrio con descaro.
– No soy yo su paciente, doctor Richards -Farran intento aparentar estar molesta.