– Que bueno, Farran; de lo contrario tendria que pensarlo dos veces antes de llevarte a cenar esta noche.

Farran se dirigio a la sala de estar y, sin importarle que pensara el medico, anuncio:

– Aqui esta el doctor Richards.

– Usted no era tan atento conmigo antes de que viniera Farran -comento Nona de inmediato al verlos entrar.

– ?Como puede decir eso? -rio el junto con Nona.

Despues, cuando Farran despidio a Tad Richards, se habia negado a cenar con el, pero acepto llamarlo Tad. El resto del dia transcurrio con tranquilidad. Nona se fue a dormir a las diez y media y Farran la acompano para llevarle sus cosas. Volvio a bajar para asegurarse de que las puertas estuvieran bien cerradas. Al acostarse, se sintio rara, como si estuviera incomoda consigo misma y tensa al mismo tiempo.

Sin embargo, cuando Farran desperto el sabado logro saber el motivo de su incomodidad y tension. ?Estuvo esperando que Stallard Beauchamp fuera a visitarlas ayer!

Mientras se vestia, Farran intento saber por que la molestaba no saber si el las visitaria ese dia o no.

Despues de la visita del sabado pasado deberia estar muy contenta si no volvia a verlo nunca mas. Como ahora Nona estaba de mejor humor esos dias, ?acaso seria porque Farran extranaba tener a alguien con quien discutir y renir? Se percato de que en realidad nunca habia discutido con Nona, asi que no veia por que debia de extranar una discusion con ella o con Stallard.

Decidio que en general era una persona que amaba la paz y de pronto se le ocurrio que en su relacion con Russell Ottley habia sido una persona mas placida que pacifica. De pronto, de la nada, cayo en la cuenta de que, a pesar de haber salido de Hong Kong, desesperada, ?hacia dias enteros que no pensaba en Russell Ottley en absoluto! Se percato de que hacia un mes que su mente era ocupada por otro hombre y que ya no se sentia desdichada como antes.

Bajo a preparar el potaje de Nona, todavia incredula. Aunque, al pensarlo, estaba segura de que conocer a Stallard Beauchamp y su aspera lengua tan pronto despues de regresar a Inglaterra, no tenia nada que ver con el hecho de estar olvidando con tanta rapidez a Russell.

– ?Vamos a la biblioteca a cambiar mis libros? -pregunto Nona Irvine en el desayuno.

– Claro -asintio la chica.

En la biblioteca, mientras Nona tardaba anos en escoger otros libros, Farran comenzo a angustiarse por Stallard Beauchamp. Aunque decidio no pensar mas en el miro con frecuencia su reloj. Y cada vez se acerco mas la hora en que Stallard llego el sabado anterior.

– ?Vas muy rapido! -se quejo Nona cuando regresaban a la casa.

– No mucho -replico Farran, pero pudo ahorrarse el comentario pues Nona ya le hacia otra observacion.

– Cuidado con ese auto.

– Si, ya lo veo.

– Estas demasiado cerca.

Cuando llegaron a la casa, no estaba el auto de Stallard en la puerta.

Farran preparo cafe y estuvo segura de que Stallard no tenia la intencion de ir a Low Monkton ese fin de semana. Asi que se dijo que a ella no le importaba, aun cuando a Nona le hubiera agradado verlo.

Farran dejo a Nona con sus libros y empezo a preparar la comida. De nuevo se sintio incomoda al preparar la ensalada. Quiza debi aceptar la invitacion de Tad Richards, penso. No le interesaba el medico, pero quiza salir con el reduciria el tedio de su exilio de tres meses.

Nona insistio por una vez en ayudar a secar los platos y Farran se avergonzo un poco por considerarla como la fuente de su tedio. Despues, Nona volvio a su novela policiaca.

Como penso que pronto dormiria una siesta, Farran se quedo en la cocina para no molestarla. Penso en la armonia con la que Stallard y ella lavaron los platos el sabado pasado… ?Maldita sea!, se dijo con enojo al percatarse de que una vez mas pensaba en el. ?Como si le importara! ?No le importaba! No le importaba si nunca volvia a tomarse la molestia de visitar a una pobre anciana, dulce… En ese punto, Farran se detuvo. Nona Irvine era una anciana, pero no podria ser descrita como pobre ni dulce. Eso causo que Farran pensara que tambien el resto de sus pensamientos no era verdadero.

Decidio que tan solo tenia un mal dia. Para ser franca, no le importaba un comino si no volvia a ver a Stallard Beauchamp en su vida.

Asi que la sorprendio mucho el que su corazon se acelerara el ver el conocido auto detenerse afuera. Vio la alta figura decidida de Stallard bajar del auto.

– ?Que bien! -exclamo Nona-. Ire a recibirlo, mientras tu preparas el te.

Farran preparo la bandeja y la tetera y oyo el murmullo de voces. Espero a que el agua hirviera y de pronto la invadio cierta timidez de volver a verlo. Eso era raro, pues no era una chica timida. Justo cuando se disponia a llevar la bandeja y se dijo que se dejara de ridiculeces, perdio el aliento al ver entrar a Stallard en la cocina.

– Hola -lo saludo con voz baja, de nuevo timida.

– ?Como esta tu mundo? -inquirio con una sonrisa a medias que le agrado mucho a Farran.

– No me puedo quejar -devolvio la media sonrisa-. ?Como esta tu mundo? -pregunto a su vez con una sonrisa total. Vio como el le miraba la boca antes de fijar la vista en sus ojos.

– No necesita mejorias -murmuro y la hizo perder el aliento porque, aun cuando Farran no estaba del todo segura, tuvo la impresion de que no se referia a 'su mundo' sino… a ella. Pero Stallard destruyo la ilusion al anadir-: ?Esta lista la bandeja?

– Puedo llevarla -pero supo que perdia el tiempo, pues Stallard ya la tomaba en sus manos.

– Pasa primero -instruyo.

Farran paso primero y Nona sirvio el te con galletas. Farran los oyo entablar conversacion y eso le dio tiempo para recobrar la compostura.

?Que rayos le pasaba para inquietarse tanto al verlo frente a ella? No habia duda de que el no le agradaba; la mayoria de las veces se portaba como un cerdo con ella. Entonces, ?por que debia gustarle el?

Farran recordo a Russell Ottley y lo tonta que se porto con el. Decidio que no repetiria la experiencia… sobre todo con un hombre que tenia reputacion de mujeriego. Por lo menos, de acuerdo con Georgia y con los rumores, Stallard Beauchamp era un hombre a quien le agradaban las mujeres bonitas.

– Lo siento -se disculpo al darse cuenta de que Nona la llamaba-. Me temo que…

– No te hablaba a ti, sino de ti -sonrio Nona-. Le he pedido a Stallard que se quede y le he recordado lo mucho que trabajaste el sabado pasado, mientras paseabamos nosotros, para tenerle el cuarto listo.

Farran no sabia que Nona se hubiera percatado de ese detalle, pero decidio que Stallard no la atraia y que no le importaba si se quedaba alli ese fin de semana.

– Bueno, esta bien que de cuando en cuando se limpie esa habitacion -fue un comentario nada comprometedor.

– ?Preferirias que no me quedara? -inquirio Stallard de modo directo, pero sin parecer dispuesto a hacer nada que no le gusta hacer.

– ?Como podria no querer que te quedaras? -sonrio Farran y dejo que el averiguara si era un comentario sarcastico o si ella, de todos modos, no tenia voz ni voto en una casa que no le pertenecia.

– Cierto, ?como? -Farran se percato de que interpreto su pregunta como un reto. Stallard la ignoro, para preguntar-: ?Que cuarto es el mio, Nona?

Nona se lo dijo, encantada, y Stallard le pidio que no hiciera ningun alboroto y que el podria arreglarselas solo.

– Eres mandon, igual que tu padre -senalo Nona-. ?Que quieres de cenar? Farran es una cocinera de primera.

– Estoy seguro de ello -aunque hablo con naturalidad, parecio que no lo creia en absoluto-. Pero estoy seguro de que ella tambien merece una noche de descanso. Cenaremos fuera -eso hizo que Farran estuviera segura de que por nada del mundo queria probar su comida, lo cual fue como una doble agresion.

– ?Tambien Farran? -Nona sorprendio a la chica al hacer la pregunta.

– Yo… -intento decir que podia comer cualquier cosa en casa.

– Claro, Farran tambien -interrumpio Stallard-. Es inconcebible que cenemos sin ella -?cerdo sarcastico!, penso la chica para sus adentros antes de que el prosiguiera-: Bueno, como necesito una camisa nueva, ?quieres acompanarme a escoger una, Nona?

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