que estaba muerta.
En ese momento, el telefono sono. Nerviosa, consciente de que no sabia como empezar su conversacion con Stallard Beauchamp, Farran descolgo.
– Hola -dijo.
– ?Como te fue? -inquirio Georgia con ansiedad.
– No puede hablar con el. Me llamara luego -explico Farran.
Por la tarde, el telefono seguia sin sonar y Farran ya empezaba a dudar de que llamara. ?Cerdo!, lo maldijo de nuevo. De seguro la senora King ya le habria dado el recado de que deseaba comunicarse con el.
Pobre Georgia, penso Farran cuando dieron las cuatro. Georgia tambien debia estar muy tensa, pero no volvio a llamar, puesto que Farran le prometio, en la primera llamada, que se comunicaria de inmediato al salon cuando tuviera noticias de el.
A las cuatro y media, Farran se harto de mirar su reloj. A las cinco, todavia no sonaba el telefono. Como sabia que Georgia insistiria esa noche para que lo llamara de nuevo manana, Farran empezo a odiar a Stallard Beauchamp. No quiso llamarlo hoy y tampoco querria llamarlo manana… y de todos modos estaba muy endeudada con Georgia y su padre por su bondad con ella.
A las cinco y media, Farran supo que ya no la llamaria. Cuando el telefono sono a las seis, supuso que se trataba de Georgia, quien sin duda ya no soportaba mas la espera.
– Hola -dijo al levantar el auricular.
– ?Que queria? -pregunto una voz dura que no le costo ningun trabajo reconocer a la chica.
– Ah, recibio mi recado -comento, sin saber que decirle despues. Pero era obvio que Stallard Beauchamp no estaba de humor para este tipo de comentarios. No contesto nada y eso le dio la impresion a Farran de que pronto le colgaria-. De hecho -anadio con rapidez para impedir que se cortara la llamada, y se percato de que tenia que inventar algo para que no recibiera una replica desfavorable-, no pude anotar la fecha del testamento de la senorita Newbold y… me preguntaba si usted podia darmela.
– ?Que no instruya a su abogado para que le entregara una copia? -fue una pregunta socarrona y a Farran ya no la sorprendio que algunos hombres fueran golpeados por algunas mujeres.
– No he visto a mi abogado -replico con voz aguda.
– Para ser una mujer que nunca oyo hablar de mi, no le tomo mucho tiempo hallar a alguien para comunicarse conmigo, ?verdad? -contesto, haciendola rabiar.
– No fue necesario que consultara a un abogado para eso. Usted es mas famoso de lo que cree -le informo Farran.
– Eso es obvio -murmuro el con sarcasmo.
– Bueno -Farran exploto esa vez-, ?puede darme la fecha de ese testamento?
Para desgracia suya, Stallard Beauchamp parecia no haber oido hablar nunca de lo que era un subterfugio.
– Usted ya la sabe -senalo sin nada de burla-. Ahora, digame usted el verdadero motivo de su llamada.
?Maldito sea! Farran lo odio como nunca odio a nadie en su vida. Pero no podia darle la verdadera razon de la llamada.
– Tengo una propuesta que hacerle -eso fue lo mejor que se le ocurrio y casi colgo al oir el comentario de su interlocutor.
– Querida -la sorprendio al comentar-, apenas la conozco. ?Acaso tiene la costumbre de hacerles propuestas a los hombres despues de conocerlos con tanta brevedad?
Farran inhalo para calmarse y susurro entre dientes apretados:
– ?Tiene caso que yo hable con usted?
– Si puede ser sincera, quiza lo tenga -replico.
En ese instante, Farran oyo que Georgia estacionaba el auto frente a la casa y tuvo que aceptar la debil posibilidad de Stallard Beauchamp le ofrecia.
– Yo quiero…-empezo, pero fue interrumpida.
– Tengo que hacer otras llamadas -declaro, y le informo-: Tengo la intencion de comer algo en mi club antes de ir a casa esta noche. Discutiremos lo que usted desea y lo que yo este de acuerdo en ofrecerle, mientras cenamos -hizo una pausa para darle la direccion del club, y mientras Farran todavia jadeaba ante sus modales de senor feudal, anadio-: La vere alli en dos horas -y colgo.
Farran seguia sosteniendo el auricular cuando Georgia entro en la habitacion.
– ?Acaba de hablar? -al ver la expresion de Farran y el auricular, hizo la deduccion correcta.
– Quiere que me encuentre con el… ?en dos horas! -exploto Farran al colgar el telefono.
– ?En donde? -Georgia mostro estar complacida.
– En Londres -Farran le conto como, despues de muchas mentiras, acabo por decirle que tenia que hacerle una propuesta y que el no la creyo.
– Sera mejor que te pongas algo especial -declaro Georgia cuando Farran termino de hablar.
– No puedo ir -objeto la chica.
– Claro que si puedes -afirmo Georgia-. Por el hecho de que Stallard Beauchamp ha estado de acuerdo en verte, es claro que esta interesado.
En hacerme enojar, penso Farran.
– Pero aun si tuviera una propuesta para el, lo cual no es el caso, nunca podre llegar en dos horas.
– No llegaras tarde si tomas mi auto -Georgia aplasto todas las protestas-. Mi auto es mas rapido que el de papa. Vamos, ve a banaria con rapidez mientras yo escojo algo en tu armario. Alegrate -prosiguio mientras subian por la escalera- de que no te sea necesaria media hora para maquillarte.
En menos tiempo del que creyo posible, Farran se bano y se vistio con un vestido de lana negra. No se puso nada de joyas y piso el acelerador por pedido de Georgia.
Por fortuna, era una excelente conductora y llego a su destino sin mucho retraso.
De todas formas, no le habria sorprendido el que Stallard Beauchamp estuviera a punto de tomar su postre. Adopto un aire de frialdad y elegancia y, tan pronto como entro en el club de los caballeros, su anfitrion salio a recibirla, no del restaurante, sino de una de las otras habitaciones.
Era tan alto como lo recordaba y su traje le sentaba de maravilla. Solo para ponerla mas nerviosa, el estomago de Farran le dio un vuelco. El se acerco a la chica con zancadas largas y graciles.
Sin decir nada, se detuvo frente a la chica y sus ojos grises recorrieron la silueta alta y delgada de la joven, desde la punta de su cabello cafe brillante hasta los zapatos negros de tacon bajo.
Durante un breve instante creyo ver un brillo de admiracion en sus ojos, al observarla. Pero cuando lo miro a los ojos supo que estuvo equivocada, pues en estos solo habia una fria cortesia.
– Hola, Farran -murmuro con suavidad.
Capitulo 3
– Siento llegar tarde -se disculpo Farran mientras Stallard Beauchamp la tomaba del brazo para guiarla por el area de recepcion. Lo vio alzar una ceja y se sonrojo en su interior. Su disculpa fue hecha con la intencion de ser igual de cortes y no de congraciarse con el, como era obvio que el lo pensaba-. No intente ser hipocrita -con rapidez aclaro la situacion al entrar en el restaurante.
– No lo pense ni un momento -contesto con amabilidad y anadio, mientras se acercaba el capitan de camareros-: Quiza yo deba disculparme.
– ?Usted? -exclamo con sorpresa, pues penso que era un hombre que nunca se disculpaba por nada.
– Yo. Por subestimar el tiempo que tomaria venir de Banford hasta aca.
Ahora Farran lo miro de reojo… ?Sabia donde vivia ella! Quiza le habria preguntado como lo sabia, pero el capitan ya los llevaba a su mesa. Al sentarse, se alegro de no haberle hecho la pregunta, pues la respuesta era muy simple. El testamento previo de la tia Hetty estaba en manos de Stallard Beauchamp y la direccion de su padrastro, de Georgia y de ella debia estar anotada alli.
Farran estudio el menu, sin apetito y con el deseo de que la cena terminara aun antes de empezar. Escogio sopa de champinones y salmon en