De hecho no queria que nadie la besara… excepto… ?Con un demonio!, Fabia se acosto a dormir.

Al dia siguiente bajo a desayunar vestida y banada a las ocho de la manana. Estaba cruzando el vestibulo para regresar a su habitacion cuando el amable muchacho recepcionista salio de su lugar, tras el escritorio, y se paro frente a ella.

– Tiene usted una llamada, senorita Kingsdale -sonrio y anadio-. Puede contestar en mi escritorio si quiere.

– Gracias -respondio ella, protegiendose tambien con una sonrisa mientras acudia al telefono porque su corazon empezo a latir con extrema velocidad.

– ?Hola? -dijo ella y un instante despues escucho el tono apologetico en la voz de Lubor.

– Fabia, ?que pensaras de mi? -pregunto lamentandose en cada palabra.

– Ah, buenos dias, Lubor -respondio ella con amabilidad, sintiendose un poco avergonzada al recordar su expresion de sorpresa ante su iracunda reaccion, despues de su conducta seductora.

– ?Podras perdonarme alguna vez? -le suplico y Fabia empezo a sentir incomodidad porque, ?como podia decirle en publico que no fuera tan imbecil?

– Claro que si -respondio ella y de inmediato se arrepintio porque Lubor pregunto:

– ?Y que piensas hacer hoy? -para decir verdad Fabia se habia hecho ya la misma pregunta. Pero aunque le era simpatico Lubor, no estaba segura de que quisiera volver a salir con el despues de la noche anterior, si era eso lo que tenia en mente.

– Hmm, ?que piensas hacer tu? -fue lo unico que se le ocurrio responder.

– Yo… tengo que trabajar.

– Ah, si me lo habias dicho -recordo ella. Luego, de pronto, pregunto-. ?Se llevo el senor Gajdusek a Azor?

– ?Azor! -Lubor quedo atonito por la pregunta, pero despues no le parecio malo revelar-. Creo que el perro no se acomoda a la vida de la ciudad… se quedo en la casa.

– ?Vas a ir tu para alla?

– ?Claro! Alli tengo mi oficina.

– Entonces, ?crees que podria llevar a Azor a dar un paseo?

– ?Quieres sacar al animal a dar un paseo? -era obvio que Lubor pensaba que debia estar loca.

– ?Es fabuloso! -contesto ella.

– ?Quisiera ser yo el perro! -Lubor suspiro y ella tuvo que reirse.

– ?Crees que podria? -insistio ella.

– ?Sabes algo acerca de los perros?

– Tenemos muchos en casa.

– Entonces le preguntare a Ivo. El se encarga de pasearlo cuando su amo no esta en casa.

Fabia termino la conversacion anticipando con entusiasmo la alegria de estirar las piernas en compania de Azor. Como el dia estaba nublado, se vistio con ropa gruesa y tomo un taxi a la casa del escritor.

Cuando toco el timbre le abrio la senora que lo habia hecho la primera vez, la que hablaba un poco de ingles. Era al parecer una sirvienta y se llamaba Dagmar.

– Venir conmigo -le sonrio la mujer y Fabia percatandose de que la estaban esperando, entro y vio que Lubor salio de una puerta al fondo del vestibulo.

– Gracias, Dagmar -le dijo a la sirvienta, y con una amplia sonrisa llevo a Fabia a buscar a Ivo y a Azor.

Para alegria de la joven, Ivo recordaba que ella habia paseado con el perro y su amo el lunes pasado, el los habia observado; y en ese momento cuando ella acaricio al dobermann, se sintio a gusto con el animal.

– Tengo la noche libre -menciono Lubor cuando Ivo le entrego a Azor, y luego la condujo a la parte trasera de la casa.

– Ah… un… Temo que estoy muy atrasada con mi correspondencia -se excuso ella, esperando que la comprendiera.

– ?Te soy antipatico por lo que hice? -le pregunto, parecia genuino su sentimiento de modo que ella se apresuro a tranquilizarlo.

– Lubor, ?tu eres formidable! -le dijo y el perro se adelanto-. ?Nos vemos! -anadio sonriendo y salio tras el animal.

Azor estaba muy bien entrenado, incluso, aunque ella no conocia las ordenes en checo, era un animal inteligente que sabia responder a su tono de voz. Por ello era un placer caminar con el y le extranaba que sintiera como si algo le faltara. Claro que el lunes, Ven habia estado con ellos. Por Dios, debo estar loca, penso irritada y se concentro en Azor durante las siguientes dos horas.

Lubor debio ver desde la ventana de su oficina cuando regresaron, porque estaba alli cuando llamo a la puerta. Como nunca perdia una oportunidad, sugirio:

– ?Y manana?

– Llamame por telefono -ella sonrio y le entrego la correa de Azor-, necesita tomar agua -luego se despidio de Azor-. Adios, mi adorado animal.

El hotel estaba cuesta abajo por eso la caminata fue ligera. De todas maneras estaba acalorada cuando llego a su habitacion, de modo que se bano, se cambio de ropa y supuso, ya que era la hora del almuerzo, que deberia ir a tomar algo.

Estaba comiendo sin mucho apetito un omelette de queso cuando empezo a sentirse inquieta. No era sorprendente dados sus problemas. Si tan solo tuviera un auto. ?Eso no resolveria la pesadilla de la entrevistas, verdad?

Al recordar su objetivo, Fabia penso que Ven habia creido necesario prevenir a Lubor de que ella podia preguntarle cuestiones personales acerca de el. Y, en ese momento, dolida, perdio por completo el apetito.

Regreso a su habitacion dejando casi todo su platillo y trato de olvidar a Ven Gajdusek. Pero, al ver que era imposible, se puso impaciente y decidio salir a pasear al pueblo.

Estaba decidida a no dejar que el le quitara todo su apetito y esa noche cuando bajo a cenar lo hizo con ganas, pero regreso a su dormitorio y de nuevo no pudo dejar de pensar en el condenado hombre.

Casi lo habia logrado cuando sono el telefono. Debe ser Lubor, penso sintiendo culpa ya que no habia escrito ninguna carta todavia. No se imaginaba para que la llamaba, pero cuando volvio a sonar tuvo que contestar.

– Hola -dijo con cuidado y luego casi lo dejo caer. ?No era Lubor, era Ven!

– No estaba seguro de encontrarte -senalo arrastrando la voz, y su tono le desagrado a Fabia. Tampoco le gusto la insinuacion de que no habia conseguido ninguna cita para salir esta noche. Pero mas que nada, le disgustaba el hecho de que le hubiera dado instrucciones a Lubor respecto a ella. Y se notaba en su tono al responder.

– Si hubiera usted llamado anoche no me hubiera encontrado -senalo con frialdad y un poco de altaneria.

– Se supone entonces que algun hombre te llevo a cenar -murmuro Ven con un tono aun mas frio. Y antes que ella pudiera pensar en algo astuto que responder-. ?Cuantos hombres conoces en Marianske Lazne?

– A dos -replico ella-, y uno de esos parece haberse ido a Praga.

– ?Y todavia esta alli! -exclamo Ven. Antes que ella pudiera reaccionar-. ?Has visto a mi secretario?

Eso la volvio a lastimar. Era obvio que Ven no queria que ella tuviera ninguna conversacion con Lubor.

– Estaba en su casa cuando fui a llevar a caminar a Azor -declaro ella.

– ?Sacaste a caminar a mi perro!

– Caminamos millas, ?no le importa? -el golpe en su oido cuando el colgo el auricular le indico que si le importaba, y mucho.

Hasta despues Fabia se percato de que estaba temblando. ?De que se trataba? Se dejo caer en el lecho y descubrio que le llevo bastante tiempo reponerse.

Repaso varias veces la conversacion con Ven y no pudo comprender, ?que demonios le habria pasado? ?Por que ella se habia sentido tan, tan vulnerable, tan irritada con el a pesar de lo desesperada que estaba su hermana por la entrevista?, con su conducta altanera, sin duda acaba de perder cualquier posibilidad de obtenerla.

No tenia idea del motivo por el cual la habia llamado, aunque cabia la posibilidad de que, habiendose ido cuando prometio pensarlo, quiza habia llamado para sugerirle alguna alternativa. Incluyendo tal vez, la posibilidad de permitirle interrogarlo por telefono.

De cualquier manera, habia arruinado la oportunidad. Diez minutos despues comprendio que tendria suerte si

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