– Me imagino que tienes que viajar mucho por tu profesion -siguio el preguntando cuando deberia ser ella la que preguntara.

– Me gustaria viajar mas -respondio diplomaticamente y se apresuro-. ?Y usted? ?Viaja mucho?

No respondio porque en ese momento aparecio otra pareja a lo lejos y Vendelin ordeno a Azor que se detuviera para ponerle la correa.

– Regresaremos a la casa por este camino -le informo luego a Fabia y la guio en otra direccion.

Habian caminado muchas millas, penso ella, cuando iniciaron el regreso, y habia pasado bastante tiempo en su compania, de modo que no se sorprendio al percatarse de que no servia para el trabajo que habia ido a realizar. Cualquier periodista que valiera, hubiera sacado mucha informacion del alto checoslovaco, se dijo con tristeza.

Unos segundos despues se preguntaba si en verdad hubiera podido sacarle informacion. Por lo visto Ven Gajdusek estaba mas interesado en disfrutar el paseo que en responderle.

Con eso en mente Fabia comprendio, sintiendose culpable, que el debia pasar encerrado muchas horas en su oficina, y que por lo tanto tenia todo el derecho de disfrutar de sus caminatas sin tener que soportar a una curiosa periodista preguntandole el por que y el como de toda su vida.

Claro que el habia aceptado conceder la entrevista, argumento para si. Si, pero no exactamente Cuando estaba descansando. Al diablo, penso irritada sin llegar a nada con sus argumentos y decidio no volver a hacer ni una pregunta durante la caminata, aunque, una vez que llegaran a la casa, le pediria que cumpliera con su promesa.

Aclarado eso, regresaron a la construccion anexa, cerca de la casa y en ese momento ella recordo su auto y penso que seria bueno averiguar donde quedaba el taller antes que se le olvidara.

– Queria pedirle -empezo a decir, incredula ante el hecho de que esa manana su auto habia sido motivo de tanta preocupacion y luego no habia vuelto a pensar en el-, que me hiciera favor de darme el nombre del taller donde quedo mi auto… -ya la empezaba a fastidiar su costumbre de interrumpirla cada vez que empezaba una oracion.

– ?Por que?

– ?Por que? -exclamo ella sorprendida-. Pues para llamar por telefono y preguntar…

– Disculpeme -volvio el a interrumpirla-. No sabia que usted dominaba mi idioma.

– No, no lo domino -musito enfadada porque era verdad, y sin comprender de que estaba hablando…

– ?Entonces como intenta preguntar acerca de su auto? -explico el.

– ?No hablan ingles en el taller?

– Temo que no -replico el y hubiera anadido algo mas, pero en ese momento, un auto, Skoda, manejado por un hombre de unos treinta anos, llego hasta la parte trasera de la mansion y se detuvo alli en el area de estacionamiento.

Estaban cerca cuando el hombre de cabello castano y mediana estatura bajo del coche y Ven Gajdusek se detuvo a intercambiar con el unas palabras en checo. Luego, siendo sus modales en sociedad impecables, Ven cambio a ingles y le presento a Lubor Ondrus.

– Lubor, la senorita Kingsdale, una visita de Inglaterra -termino con la presentacion.

– Ah, la senorita Cara Kingsdale -Lubor sonrio y le estrecho la mano mientras la miraba con admiracion.

– ?Conoce a la senorita? -pregunto Ven, incisivamente.

– Solo por la tarjeta de presentacion que encontre en mi escritorio -replico el hombre en perfecto ingles-. Le pregunte a Edita y me dijo que ella la puso alli.

– Vine el viernes pasado -menciono Fabia soltando la mano de Lubor Ondrus quien parecia disfrutar del contacto. Como el escritorio estaba en la casa, quizas el era su investigador y asistente, penso ella y Edita coloco alli por error su tarjeta en vez de ponerla en el de Milada Pankracova.

– ?Que pena que no estuve aqui! -dijo Ondrus con sinceridad y explico-. Acabo de regresar anoche, tome unos dias de vacaciones -y mientras Fabia se percataba de que debia ser un mujeriego de marca, le pregunto-. ?Podria ser que, a pesar de su tarjeta, este usted de vacaciones en mi pais?

– Espero conocer algo de Checoslovaquia durante mi estancia -respondio la joven, pero en ese momento sintio que el silencio de Ven Gajdusek estaba congelado y como lo ultimo que deseaba era enemistarse con el si es que desaprobaba el coqueteo de Lubor Ondrus, declaro-. Ahora necesito regresar a mi hotel.

– ?Me permitiria llevarla? -Lubor aprovecho la ocasion antes que ella pudiera decir algo. Ven le evito tener que dar alguna excusa cuando sin mayores ceremonias le entrego la correa del perro a Lubor y le ordeno:

– Tu puedes llevar a Azor, yo tengo que salir y llevare de paso a la senorita Kingsdale a su hotel.

– Yo puedo ir caminando -musito Fabia, mirandolos y no queriendo ofender a ninguno y hubiera podido anadir que lo disfrutaria si le dieran la oportunidad de hacerlo.

– ?Ya caminaste bastante! -la informo Ven Gajdusek, demasiado autoritario en opinion de ella. Sin embargo, cuando le iba a aclarar que ya estaba grandecita para tomar sus propias decisiones y que muchas gracias, recordo que todavia tenia pendiente la entrevista-. Por aqui -senalo el, y sin darle oportunidad de despedirse de Lubor la guio hasta donde tenia estacionado su auto.

Ni por un momento llego ella a imaginar que la llevarian de nuevo en el Mercedes. Pero mientras estaba sentada al lado de Ven Gajdusek cuando bajaban la colina rumbo a Marianske Lazne, y ella recobraba su acostumbrado buen humor, no podia decir que le incomodaba la experiencia.

Ya estaban a la entrada del balneario y esperaban que un autobus pasara, cuando a ella se le ocurrio hacer una pregunta bastante natural.

– ?Es Lubor Ondrus su asistente e investigador? -de inmediato se arrepintio.

– ?No! -replico el y concentro su atencion en el volante.

– ?Oh! -murmuro Fabia.

– Es mi secretario -ella sintio alivio y confusion ante esa explicacion.

– ?Oh! -musito de nuevo y tuvo que preguntar entonces lo que parecia logico-. ?Entonces tiene dos secretarios?

– No -repitio el y no dijo mas, dejandola en duda.

– ?Quiere decir que la senorita Pankracova ya no trabaja con usted? -pregunto asombrada despues de repasar su ultimo 'NO' sin conseguir esclarecerlo.

– ?Me dio gusto haberla despedido! -replico y a Fabia no le gusto para nada el tono en que lo dijo.

– ?Le pidio que tomara su costal?

– ?Costal? -repitio sin ubicar la palabra en el contexto.

– La corrio, la despidio -ella trato de explicarle con sinonimos, pero el siguio interesado en la primera palabra.

– Costal -volvio a decir y pregunto-. ?De donde se origino ese significado?

– ?No lo se! -exclamo exasperada, sintiendo ansiedad al reconocer que ya estaban llegando al hotel y que todavia no tenia cita para la entrevista. Aunque cuando lo miro, noto que habia levantado una ceja ante el tono elevado de su voz al responder y comprendio que no conseguiria nada si no se controlaba ante la falta de respuesta a todas sus preguntas. Trago su ira y suspiro-. Por lo que se, y puedo estar equivocada, creo que tiene que ver con una vieja costumbre. Cuando despedian a un artesano, empacaba sus herramientas en un costal y dejaba el trabajo -y habiendo aclarado el asunto, a menos que Ven Gajdusek pidiera mas, que era posible, tuvo que preguntarle-: ?El hecho de que Milada Pankracova haya dejado su puesto de secretaria no afectara en nada?

– ?Afectar? -dijo el, enfureciendola mas porque esa vez, estaba segura, el comprendia el contexto de la palabra. Sin embargo, cuando el estaciono el auto frente al hotel y se volvio para verla, Fabia comprendio que no podia darse el lujo de enfurecerse. Pronto se iria ese ultimo minuto y lo tenia que contar.

– ?Me concedera, por fin, la entrevista que me ha prometido? -le pregunto sin mas preambulos y penso por un segundo, viendo que la miraba con severidad, que habia hecho mal en recordarle su promesa.

Mantuvo su expresion y Fabia, tratando de adivinar sus pensamientos, empezo a inquietarse. Casi estaba segura de que debia estar pensando que si ella era en verdad una buena periodista podia escribir bastante despues del largo rato que pasaron juntos caminando. Era eso, o quiza que ella no habia sabido preguntar acertadamente. ?Como hubiera podido? Quizas ese era el problema, habia cuidado demasiado los buenos modales. Aunque no creia que hubiera alguien en el mundo que consiguiera que ese hombre respondiera a alguna pregunta.

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