deberia acomodarse tanto. En unos meses tendria que irse de alli y buscar algun sitio para las dos.
Pero mientras tanto, que maravilloso era no tener esa nube negra sobre su cabeza. Aunque su problema inmediato eran las facturas del veterinario. El sueldo del mes anterior habia desaparecido y el segundo, que Ty habia dejado sobre la mesa de su abuela, se lo debia casi en su totalidad a Kit Peverill.
– No te preocupes -le habia dicho Kit, tan amable como siempre-. Puedes pagarme cuando quieras.
Tambien le habia dado el pienso especial de Ruby y, para sorpresa de Phinn, Geraldine Walton aparecio un dia por alli con unas balas de paja. Y despues llamo por telefono para decir que le sobraban algunas mas y que quiza Ash querria ir a recogerlas.
Pensando que Ash se animaba cuando tenia algo que hacer, Phinn decidio preguntarle si no le importaba ir a buscarlas.
– ?Las necesitas?
– No, no, dejalo. No deberia haberte preguntado.
El la miro, contrito.
– Perdona, Phinn, se que no soy precisamente buena compania ultimamente. Claro que ire a buscarlas. Y, con un poco de suerte, no tendre que ver a la pesada de Geraldine.
Phinn se pregunto si de verdad no le gustaba Geraldine o, a pesar de si mismo, se sentia atraido hacia ella por su parecido con Leanne.
Phinn le hacia compania siempre que le era posible, aunque a menudo se daba cuenta de que preferia estar solo. En otras ocasiones paseaba con el por la finca, charlando a veces, permaneciendo callada otras. Y cuando menciono que le gustaba dibujar, se sento a la orilla del riachuelo mientras Ash intentaba capturar la belleza del paisaje. Lo cual era un poco doloroso para ella, porque era alli donde su padre la habia ensenado a dibujar.
Pero Ash estaba triste a menudo y a veces se preguntaba si su presencia en la casa servia de algo. Lo habia comentado con Ty una semana antes.
– Pues claro que sirve de algo -habia dicho el-. Aparte de que yo no podria volver a Londres tranquilo si tu no estuvieras aqui, Ash ha mejorado mucho.
– ?Estas seguro?
– Absolutamente -contesto Ty-. Imagino que te habras dado cuenta de que ultimamente se preocupa mas por la finca. El otro dia me llamo para contarme que habias estado hablando con un jornalero…
– Sam Turner -dijo Phinn.
– ?Hay alguien en este pueblo a quien no conozcas? -sonrio Ty.
Por un segundo, Phinn estuvo a punto de decir: «a ti». Afortunadamente, se contuvo a tiempo. Cualquiera diria que tenia interes por conocerlo.
– Creci aqui, es logico que conozca a todo el mundo.
– Y has crecido estupendamente, debo decir -murmuro el.
Phinn no sabia muy bien que habia querido decir con eso y se pregunto como serian las chicas con las que solia salir. Seguramente altisimas y guapisimas.
Pero ahora, recordando esa conversacion, se le ocurrio que Ty iba mucho por Broadlands Hall. Aunque tambien era cierto que era viernes y no habia aparecido por alli en toda la semana.
Sintiendo un cosquilleo en el estomago, se pregunto si Ty iria a la finca ese fin de semana. Tal vez se quedaria hasta el lunes… aunque no lo hacia siempre. Tal vez tenia alguna novia en Londres.
Pero no queria pensar en las posibles novias de Ty Allardyce.
A punto de saltar de la valla para ir a la cocina a buscar una manzana para Ruby, Phinn oyo el ruido de un motor por el camino y enseguida reconocio el jeep de Kit Peverill, a quien habia llamado unas horas antes.
La pobre Ruby no las tenia todas consigo cuando la visitaba el veterinario, pero era demasiado educada como para poner objeciones, de modo que se pegaba a Phinn mientras el hombre la examinaba.
– Esta mejor -anuncio Kit.
– ?Se ha puesto bien?
– Me temo que ya nunca va a ponerse bien -suspiro el veterinario-. Pero al menos se le ha pasado la infeccion.
Phinn bajo la mirada para intentar esconder el dolor que le producia la noticia.
– Gracias por todo -murmuro, mientras lo acompanaba al coche.
– Siempre es un placer verte -sonrio Kit. Un comentario que la sorprendio porque nunca le habia dicho algo asi. En realidad, siempre lo habia visto como un hombre timido, mas interesado en los animales que en las personas-. De hecho… -el pobre carraspeo, nervioso- habia pensado preguntarte si te apetecia que cenasemos juntos esta noche.
– Pues… -Phinn no sabia que decir.
– Si no puedes hoy, ?por que no me llamas algun dia? Se que no quieres separarte de Ruby, pero podriamos cenar algo en el Kings Arms, en Little Thornby.
Phinn estaba a punto de decir que si, pero algo la detuvo. Aunque si Ty volvia a Broadlands Hall ese fin de semana no tendria que hacerle compania a Ash…
– Me lo pensare -dijo por fin.
Cuando Kit se marcho, Phinn penso que era hora de atender sus obligaciones y fue a buscar a Ash. El sonido de alguien golpeando con un martillo la llevo hasta el riachuelo y, para su asombro, se encontro con Ash colocando un cartel que decia:
– Pensabas que era un inutil, ?eh? -sonrio al verla.
– Lo que pienso es que eres estupendo -rio ella, que sentia un gran afecto por aquel hombre tan dolido, tan fragil. Si tuviese un hermano, le encantaria que fuese como el.
Ashley sonrio y, por primera vez, Phinn penso que su presencia alli servia de algo. Tal vez el corazon de Ash estaba empezando a curar por fin.
Despues de comer empezo a llover y, aunque a Ruby no le importaba, llovia demasiado como para dejarla en el corral, asi que la instalo comodamente en el establo y subio a su habitacion a cambiarse de ropa. Estaba bajando de nuevo cuando sono el telefono.
Phinn habia visto a la senora Starkey alejandose en su coche quince minutos antes y como Ash no parecia estar por ningun sitio decidio contestar… con cierta esperanza de que no fuera Ty para decir que no iba a pasar por alli el fin de semana.
Fue un alivio escuchar la voz de Geraldine Walton, que le ofrecia mas balas de paja.
– Ya no tengo sitio para tanta paja, asi que si Ash pudiera pasar por aqui a recogerlas me haria un favor.
– Muchas gracias, Geraldine -sonrio Phinn, sabiendo con total certeza que la razon de esas llamadas era Ash y no ella-. Ash no esta por aqui en este momento, pero se lo dire en cuanto lo vea. Y gracias.
Iba a salir a buscarlo, pero no tuvo que hacerlo porque Ash entraba en casa en ese momento.
– ?No te apetece salir otra vez?
– ?Necesitas algo?
– A Geraldine Walton le sobran mas balas de paja…
No tuvo que decir nada mas y Ash no parecia tan reticente como en otras ocasiones.
– Ahora mismo voy.
La casa le parecia mas vacia que nunca y, sintiendose inquieta, estaba a punto de ir al establo para charlar con Ruby cuando vio que la puerta de la sala de musica estaba abierta. Wendy o Valerie debian haber olvidado cerrarla.
Estaba a punto de hacerlo, pero vacilo un momento. Aunque ella no tenia el talento musical de su padre, Ewart Hawkins la habia ensenado bien.
Pero hacia siglos que no tocaba…
Phinn empujo la puerta y entro en la sala. Las teclas del piano parecian invitarla y, sin pensar, alargo una mano y pulso una de ellas… y luego otra, recordando lo que su padre solia decir: «venga, carino, vamos a asesinar a Mozart».
Se le escapo un sollozo al pensar en el, pero se sento en el taburete y eso fue todo lo que hizo falta.
Estaba un poco oxidada por falta de practica, pero las notas seguian en su cabeza… las recordaba bien. A su padre le encantaba Mozart y siempre que pensaba en el lo veia tocando alguna pieza suya, recordando su risa.