Cuanto echaba de menos esa risa…

No sabia cuanto tiempo habia estado alli, «asesinando» el Concierto 23 de Mozart. Y tampoco sabia cuando los recuerdos de su padre se habian convertido en recuerdos de Ty Allardyce.

Pero cuando llego al final del adagio noto que habia alguien detras de ella y, sin mirarlo, supo que era el.

– ?Cuanto tiempo llevas ahi? -exclamo.

– El tiempo suficiente para descubrir que tienes un alma sensible y mucho talento para tocar el piano.

Phinn se levanto abruptamente.

– Hay que afinarlo.

– No sabia que tocases tan bien. Afinado o no, ha sido precioso.

Ty, alto y moreno, se interponia en su camino, como si no quisiera dejarla salir.

– Si, bueno… pense que estaba sola -consiguio decir Phinn, emocionada.

El levanto una mano para tocar su cara.

– ?Que es esto? -murmuro. Y luego, con toda ternura, aparto una lagrima con su dedo-. ?Te trae recuerdos tristes?

– Es que no habia vuelto a tocar desde que mi padre murio…

– Ven aqui -Ty la abrazo entonces-. Creo que es hora de que alguien te de un abrazo.

Y curiosamente, Phinn se dejo abrazar, disfrutando del calor de su torso. Pero no podia ser. Aquello no estaba bien, penso.

– Has venido a casa en busca de paz y tranquilidad -empezo a decir-. No te preocupes, ya estoy bien.

Ty la solto y dio un paso atras, los ojos grises clavados en su cara.

– ?Si te prometo llamar a alguien para que afine el piano, me prometes tu que volveras a tocarlo cuando te parezca? Esta es tu casa ahora.

Demasiado emocionada como para decir algo, Phinn salio de la habitacion y subio corriendo a su dormitorio. Pero no estaba pensando en su padre sino en Ty Allardyce y en lo complejo que era aquel hombre.

Despues de haber intentado echarla de alli en un par de ocasiones, ahora le decia que estaba en su casa… evidentemente, se referia a una casa temporal, claro, pero aun asi…

Recordaba el roce de su mano en la cara, el calor de su torso… y queria volver a estar alli, entre sus brazos.

En fin, le gustaba, no le gustaba, lo odiaba, queria verlo… si el era un hombre complejo, ?que era ella? Solo entonces se dio cuenta de lo contenta que estaba de que Ty hubiese vuelto a Broadlands Hall.

De modo que era completamente absurdo seguir en su habitacion. ?Timida ella? Nunca. Phinn miro su reloj. El reloj de Ty…

?Que demonios le hacia aquel hombre?

Nada. Nada en absoluto, se dijo a si misma.

Sin embargo, aunque habia estado rodeada de hombres casi toda su vida, Tyrell Allardyce era diferente a todos ellos. Debia ser por eso por lo que se sentia tan rara con el.

Y, como habia vuelto, no habia ninguna razon para bajar porque ya no tenia que hacerle compania a Ash.

Sin embargo, si fue al establo a ver a Ruby y se quedo un rato con ella. Pero despues volvio a su dormitorio y, aunque nunca habia pensado mucho en la ropa que llevaba, paso algun tiempo preguntandose si debia ponerse un vestido para cenar.

Diez minutos despues, sin haber tomado una decision, Phinn penso que estaba perdiendo la cabeza. Un pantalon y un jersey habian sido mas que suficiente durante toda la semana. ?Por que demonios queria ponerse un vestido solo porque Ty estuviera en casa?

A las ocho menos cuarto, con un pantalon y un polo de manga corta, Phinn bajo al salon, donde los dos hermanos estaban charlando.

Ty no menciono el asunto del piano y ella se lo agradecio.

– ?Quieres tomar algo?

– No, gracias.

– Entonces lo mejor sera que vayamos a ver que nos ha preparado la senora Starkey.

Lo que les habia preparado la senora Starkey era una soberbio sufle de queso y trucha con almendras.

– Phinn me llevo a pescar ayer -comento Ash-. ?Has visto el riachuelo que he dibujado? Esta medio escondido detras de Long Meadow.

– ?Long Meadow?

– Una pradera que hay detras de la casa -dijo Phinn.

– ?Deberias ver a Phinn tirando la cana! Ha prometido ensenarme a pescar con mosca.

– ?Hay algo que no sepas hacer? -rio Ty.

– Muchas cosas. Pero al senor Caldicott le gustaban las truchas…

Ty miro su plato.

– ?No me digas que las habeis pescado vosotros?

– ?Las he pescado yo! -exclamo Ash-. Phinn pesco unas cuantas, pero las devolvio al agua. Aunque las que yo pesque no eran tan grandes…

– Nunca seras un pescador como Dios manda -rio Phinn, sabiendo que todos los pescadores exageraban el tamano de sus presas. Claro que, evidentemente, la senora Starkey debia haber ido a la pescaderia esa manana.

– ?Que mas cosas habeis hecho esta semana?

– He paseado mucho -contesto Ash-. He hecho algunos recados para Phinn… y he puesto un cartel de Peligro en esa zona del riachuelo en la que casi me ahogo. Ah, y Phinn dice que soy «estupendo».

Phinn solto una carcajada, pero cuando miro a Ty le parecio que se habia puesto serio de repente. Casi parecia enfadado y no entendia por que.

Cuando terminaron de cenar se disculpo para ir a ver a Ruby y no espero a ver si les parecia bien o mal. Estar al lado de Ty la ponia nerviosa y solo estar con su yegua la calmaba. Y, mientras se calmaba, empezo a entender esa mirada hostil…

Leanne le habia roto el corazon a su hermano y Ty, viendo que Ash y ella se llevaban tan bien, debia tener miedo de que le hiciera lo mismo. No habia otra explicacion.

Bueno, pues no tenia que preocuparse. Ash y ella solo eran buenos amigos y deberia decirselo. Pero antes de que se diera la vuelta vio que Ruby levantaba las orejas y supo que no tendria que ir a buscarlo.

– Queria hablar contigo, Phinn.

Por un momento penso que iba a pedirle que se fuera de Broadlands Hall pero, incluso asustada, el orgullo hizo que se mostrase a la defensiva.

– ?Que he hecho ahora?

– Pero bueno… ?quien ha dicho que hayas hecho nada?

– Baja la voz, estas asustando a Ruby.

Ty sacudio la cabeza.

– Desde luego, eres increible -murmuro, sacando algo del bolsillo del pantalon-. Toma, esto es para ti.

Phinn se quedo asombrada al ver que era un reloj. Un reloj precioso, ademas.

– El que te preste es demasiado grande para una muneca tan delicada como la tuya.

Cuando Phinn vio que era de una marca muy conocida, y muy lujosa, se puso colorada.

– No puedo aceptarlo… es demasiado caro.

– ?Como que no puedes aceptarlo?

– ?Es demasiado caro, Ty!

– No seas ridicula.

Eso la enfurecio.

– ?No me llames ridicula! Mi reloj solo costo unas cuarenta libras y no me quiero ni imaginar lo que te habra costado este. Si quieres que te devuelva el tuyo…

– Quedatelo -suspiro Ty-. ?Te he ofendido, Phinn? No era mi intencion.

Y, en ese momento, Phinn supo sin la menor duda que estaba enamorada de el.

– No, no es eso. Es un regalo demasiado caro.

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