– La escritura es plana…

– No noto su pasion por el tal P, ?y vosotros?

– ?La mano bajo la blusa? Por favor…

– A mi me ha parecido una tonteria.

– El narrador dice: «Nos besamos y fue tan apasionado…». No digas que fue apasionado, demuestralo.

Lucy moderaba. Aquella era la parte mas importante de la clase. Era dificil ensenar. A menudo pensaba en sus dias de estudio, las horas de lecturas pesadas y como no era capaz de recordar absolutamente nada de ellas. Las lecciones que realmente habia aprendido, las que habia interiorizado y recordaba y utilizaba, eran los comentarios breves que el profesor hacia durante la discusion. Ensenar era cuestion de calidad, no de cantidad. Si hablas demasiado, acabas siendo como el hilo musical, una molesta musica de fondo. Si dices muy poco, puedes marcar un gol.

A los profesores tambien les gusta que les presten atencion. Eso puede ser peligroso. Uno de sus primeros profesores le habia dado un consejo muy claro sobre esto: no todo gira en torno a ti. Lucy intentaba tenerlo presente siempre. Por otro lado, a los estudiantes tampoco les gusta que te mantengas distante. Asi que siempre que tenia ocasion de contar una anecdota, intentaba que fuera una en la que hubiera metido la pata -no tenia que pensar mucho para encontrarlas-, pero que al final habia acabado bien.

Otro problema era que los alumnos no decian lo que realmente creian sino lo que esperaban que causara buena impresion. Eso tambien era lo habitual en las reuniones del claustro; la prioridad era parecer bueno, no decir la verdad.

Pero esta vez Lucy se mostro mas agresiva de lo normal. Queria reacciones. Queria que el autor o la autora se manifestara. Asi que insistio.

– Representa que se trata de un recuerdo -dijo-. Pero ?alguien cree que esto sucedio realmente?

Eso los hizo callar a todos. Habia unas reglas no escritas en el aula y Lucy practicamente habia llamado mentiroso al autor. Aflojo un poco.

– Lo que he querido decir es que parece ficcion. Normalmente seria algo bueno, pero ?lo es en este caso? ?Hace que os cuestioneis la veracidad?

La discusion fue animada. Se levantaron manos. Los chicos debatieron entre ellos. Era el momento algido del trabajo. La verdad era que tenia pocas cosas en su vida. Pero le gustaban estos chicos. Cada semestre volvia a enamorarse de nuevo. Eran su familia, desde septiembre a diciembre o de enero a mayo. Entonces la abandonaban. Algunos volvian. Muy pocos. Y ella siempre se alegraba de verlos. Pero ya no volvian a ser su familia. Solo los estudiantes actuales tenian ese estatus. Era raro.

En determinado momento, Lonnie salio del aula. Lucy se pregunto adonde iba, pero estaba inmersa en la clase. Algunos dias esta duraba demasiado poco. Aquel era uno de ellos. Cuando termino la hora y los alumnos empezaron a recoger sus cosas, seguia sin tener ni idea de quien le habia mandado aquel diario anonimo.

– No lo olvideis -dijo Lucy-. Dos paginas mas del diario. Los quiero para manana -despues anadio-: Bueno, si quereis mandar mas de dos paginas, adelante. Lo que tengais esta bien.

Diez minutos despues, estaba en su despacho. Lonnie ya se encontraba alli.

– ?Has visto algo en sus caras? -pregunto.

– No -dijo.

Lucy empezo a recoger, metiendo papeles en la bolsa del portatil.

– ?Adonde vas? -pregunto Lonnie.

– He quedado.

El tono de ella le impidio seguir preguntando. Lucy «quedaba» un dia a la semana, pero no le confiaba a nadie adonde iba. Ni siquiera a Lonnie.

– Oh -dijo Lonnie.

Miraba al suelo. Lucy se detuvo.

– ?Que pasa, Lonnie?

– ?Estas segura de que quieres saber quien ha escrito el diario? No se que decirte pero este asunto me parece una traicion.

– Necesito saberlo.

– ?Por que?

– No puedo decirtelo.

– Esta bien -se conformo el.

– ?Esta bien que?

– ?A que hora volveras?

– Dentro de una o dos horas.

Lonnie miro el reloj.

– Para entonces puede que ya sepa quien lo ha enviado -dijo.

Capitulo 9

El juicio se pospuso hasta el dia siguiente.

Algunos diran que esto jugaba a mi favor en el caso, que el jurado tendria toda la noche para meditar sobre mi interrogatorio y que esto lo cambiaria todo, bla, bla, bla. Esta clase de especulacion era inutil. Era el ciclo de vida de un caso. Si habia algo positivo en esta situacion, se compensaria con el hecho de que Flair Hickory tendria mas tiempo para preparar el contrainterrogatorio. Los juicios funcionan asi. Te pone enfermo de los nervios, pero estas cosas tienden a igualar las partes. Llame a Loren Muse con el movil.

– ?Ya tienes algo?

– Sigo trabajando en ello.

Colgue y vi que tenia un mensaje del detective York. No sabia que pensar del hecho de que la senora Perez hubiera mentido sobre la cicatriz en el brazo de Gil. Si se lo preguntaba directamente, seguro que me diria que se habia equivocado. Que se le va a hacer.

Pero ?por que lo habria hecho?

?Estaba diciendo, en realidad, lo que creia que era verdad? ?Que ese cuerpo no era el de su hijo? ?Estaban los senores Perez simplemente cometiendo una equivocacion grave (pero comprensible)? ?Eran tan incapaces de asumir que Gil habia estado vivo todo ese tiempo que no podian aceptar lo que tenian ante sus propios ojos? ?O mentian?

Y si mentian, ?por que lo hacian? Antes de hablar con ellos, necesitaba contar con mas datos.

Tenia que conseguir la prueba definitiva de que el cadaver del deposito con el alias de Manolo Santiago era realmente el de Gil Perez, el chico que habia desaparecido en el bosque con mi hermana, Margot Green y Doug Billingham hacia casi veinte anos.

El mensaje de York decia: «Perdone que haya tardado tanto. Me pregunto por Raya Singh, la novia de la victima. Solo teniamos un movil de ella, aunque parezca increible. En fin, la llamamos. Trabaja en un restaurante indio de la Ruta 3 cerca del tunel Lincoln». Me dio su nombre y direccion. «Se supone que esta alli todo el dia. Si se entera del nombre autentico de Santiago, comuniquemelo. Por lo que parece, llevaba mucho tiempo usando este alias. Hemos encontrado indicios de el de hace seis anos en la zona de Los Angeles. Nada importante. Le llamare.»

No sabia como interpretar el mensaje. Nada importante. Me fui al coche, y en cuanto abri la puerta vi que habia algo raro.

Un sobre grande sobre el asiento del conductor.

Sabia que no era mio. Sabia que no lo habia dejado yo. Y sabia que habia cerrado el coche.

Alguien habia entrado en mi coche.

Cogi el sobre. Sin direccion, ni sello. Estaba totalmente en blanco. Me parecio fino. Me sente en el asiento de delante y cerre la puerta. El sobre estaba cerrado. Lo abri con el dedo indice. Meti la mano y saque el contenido.

Se me helo la sangre en las venas cuando vi lo que era.

Una fotografia de mi padre.

Frunci el ceno.

– ?Que co…?

En el pie, escrito a maquina en el borde blanco, estaba su nombre y el ano: «Vladimir Copeland». Nada mas.

No entendia nada.

Me quede quieto un momento mirando la fotografia de mi amado padre. Pense en su carrera de medico en Leningrado, en todo lo que le habian arrebatado, en que su vida habia acabado siendo una serie interminable de tragedias y decepciones. Le recorde discutiendo con mi madre, los dos hechos polvo y sin nadie mas a quien gritar que el uno al otro. Recorde a mi madre llorando sola. Recorde a Camille conmigo algunas de aquellas noches. Ella y yo no nos peleabamos nunca, algo raro entre hermanos, pero tal vez es que habiamos vivido mucho. A veces me cogia de la mano y me decia que salieramos a dar un paseo. Pero casi siempre ibamos a la habitacion de Camille y ella ponia una de sus canciones pop favoritas y me hablaba de ella, de por que le gustaba, como si tuviera un significado oculto, y despues me hablaba de algun chico de la escuela que le gustaba. Yo la escuchaba y sentia aquella curiosa sensacion de satisfaccion.

No entendia nada. ?Por que aquella fotografia…?

Habia algo mas en el sobre.

Lo puse boca abajo. Nada. Meti la mano hasta el fondo. Parecia una tarjeta. La saque. Si, era una tarjeta. Con rayas rojas. Ese lado, el pautado, estaba en blanco. Pero en el otro lado, el que era liso, alguien habia mecanografiado tres palabras en letras mayusculas:

EL PRIMER SECRETO

– ?Sabes quien envio el diario? -pregunto Lucy.

– Todavia no -dijo Lonnie-. Pero lo sabre.

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