Los ojos de Chamique fueron rapidamente hacia el jurado. La expresion desafiante habia vuelto.

– Yo tambien tengo suenos.

Deje que esto calara antes de continuar.

– ?Y que suenos tenia esa noche, Chamique?

Mort Pubin estaba a punto de protestar otra vez, pero Flair Hickory le contuvo poniendole una mano en el brazo.

Chamique se encogio de hombros.

– Es una tonteria.

– Digamelo de todos modos.

– Pense que quiza… era una tonteria… pense que quiza podia gustarle, ?entiende?

– Entiendo -dije-. ?Como fue a la fiesta?

– Cogi un autobus en Irvington y despues camine.

– Y cuando llego a la fraternidad, ?el senor Flynn estaba alli?

– Si.

– ?Seguia mostrandose amable?

– Al principio si. -Se le escapo una lagrima-. Estuvo muy amable. Fue…

Callo.

– ?Fue que, Chamique?

– Al principio -le resbalo otra lagrima por la mejilla- fue la mejor noche de mi vida.

Deje que las palabras calaran. Se le escapo otra lagrima.

– ?Se encuentra bien? -pregunte.

Chamique se seco la lagrima.

– Estoy bien.

– ?Seguro?

Su voz volvia a ser dura.

– Formule su pregunta, senor Copeland -dijo.

Lo hacia estupendamente. El jurado estaba atento, pendiente de todas sus palabras, y la creian.

– ?Hubo un momento en el que el comportamiento del senor Flynn hacia usted cambio?

– Si.

– ?Cuando?

– Le vi susurrar algo a ese otro de alli -respondio senalando a Edward Jenrette.

– ?El senor Jenrette?

– Si, el.

Jenrette intento encogerse ante la mirada de Chamique. Lo consiguio a medias.

– ?Vio que el senor Jenrette susurraba algo al senor Flynn?

– Si.

– ?Y que paso a continuacion?

– Jerry me pregunto si queria dar un paseo.

– ?Se refiere a Jerry Flynn?

– Si.

– De acuerdo. Cuente lo que sucedio.

– Salimos. Tenian un barril de cerveza. Me preguntaron si queria una. Dije que no. Se comportaba de una forma nerviosa.

Mort Pubin se levanto.

– Protesto.

Hice un gesto de exasperacion.

– Senoria.

– Lo permitire -concedio el juez.

– Adelante -dije.

– Jerry sirvio una cerveza del barril y se quedo mirandola fijamente.

– ?Mirando la cerveza?

– Si, algo asi. Ya no me miraba a mi. Algo habia cambiado. Le pregunte si estaba bien. Dijo que si, que todo iba de maravilla. Y entonces -no se le quebro la voz, pero estuvo a punto- me dijo que estaba muy buena y que le gustaba ver como me quitaba la ropa.

– ?Eso la sorprendio?

– Si, nunca me habia hablado asi antes. Hablaba con voz ronca. -Trago saliva-. Como los otros.

– Continue.

– Dijo: «?Quieres subir a ver mi habitacion?».

– ?Que contesto usted?

– Dije que bueno.

– ?Queria ir a su habitacion?

Chamique cerro los ojos. Le cayo otra lagrima. Nego con la cabeza.

– Debe responder en voz alta.

– No -dijo ella.

– ?Por que subio?

– Queria gustarle.

– ?Y creia que le gustaria si subia con el a su habitacion?

– Sabia que no le gustaria si le decia que no -dijo Chamique en voz baja.

Me volvi y me acerque a la mesa. Fingi que consultaba mis notas. Solo queria que el jurado tuviera tiempo de asumirlo todo. Chamique tenia la espalda recta, la barbilla alta. Intentaba que no se le notara, pero toda ella emanaba dolor.

– ?Que paso cuando subio?

– Cruce una puerta. -Volvio a mirar a Jenrette-. Y el me agarro.

De nuevo le hice senalar a Edward Jenrette e identificarle por el nombre.

– ?Habia alguien mas en la habitacion?

– Si. El.

Senalo a Barry Marantz. Me fije en las dos familias detras de los acusados. Los padres tenian esas expresiones mortuorias en las que parece que les tiran de la piel desde atras; los pomulos parecen demasiado prominentes, los ojos hundidos y rotos. Eran los centinelas, a punto para ofrecer refugio a sus vastagos.

Estaban destrozados. Me senti mal por ellos. Lastima. Edward Jenrette y Barry Marantz tenian personas que les protegian.

Chamique Johnson no tenia a nadie.

Parte de mi entendia lo que habia sucedido. Empiezas a beber, pierdes el control, olvidas que habra consecuencias. Tal vez no volverian a hacerlo nunca mas. Tal vez ya habian aprendido la leccion. Pero, de nuevo, lastima.

Habia personas que eran malas hasta el meollo, que siempre serian crueles y desagradables y harian dano a otros. Habia otras, tal vez la mayoria de los que pasaban por mi oficina, que solo metian la pata. Mi trabajo no es diferenciar entre unos y otros. Eso lo dejaba para el juez cuando dictara la sentencia.

– Bien -dije-, ?que sucedio entonces?

– El cerro la puerta.

– ?Cual de los dos?

Senalo a Marantz.

– Chamique, para facilitar las cosas, ?podria llamarle senor Marantz y al otro senor Jenrette?

Ella asintio.

– Asi que el senor Marantz cerro la puerta. ?Que sucedio entonces?

– El senor Jenrette me dijo que me pusiera de rodillas.

– ?Donde estaba el senor Flynn en ese momento?

– No lo se.

– ?No lo sabe? -Fingi sorpresa-. ?No subio con usted la escalera?

– Si.

– ?No estaba a su lado cuando el senor Jenrette la cogio del brazo?

– Si.

– ?Entonces?

– No lo se. No entro en la habitacion. Dejo que se cerrara la puerta.

– ?Volvio a verle?

– Hasta mas tarde no.

Respire hondo y me lance: Le pregunte a Chamique que habia pasado despues. La guie para que contara la agresion. El testimonio fue grafico. Hablo con claridad,

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