Ella no dijo nada.
– ?Que significa eso?
– No puedo hablar de ello.
– ?Quien es P? Es Paul Copeland, ?verdad? ?Sabes que ahora es fiscal del condado o algo asi?
Ella nego con la cabeza.
– No me lo estas poniendo facil -dijo Lonnie.
Ella siguio con la boca cerrada.
– Bueno -dijo, poniendose de pie-. Te ayudare de todos modos.
– ?Como?
– Con Sylvia Potter.
– ?Que vas a hacer?
– La hare hablar.
– ?Como?
Lonnie ya se acercaba a la puerta.
– Tengo mis recursos.
De camino al restaurante indio, me desvie para ir a visitar a Jane.
No se por que lo hice. No voy muy a menudo, puede que tres veces al ano. No siento la presencia de mi mujer alli. Sus padres y ella eligieron el lugar de la sepultura. «Significa mucho para ellos», me habia explicado en el lecho de muerte. Y asi era. Distrajo a sus padres, especialmente a su madre, y les hizo sentir que estaban haciendo algo util.
No me importo mucho. Yo me negaba a creer que Jane iba a morir, incluso cuando se puso mal, realmente mal. Segui creyendo que lo superaria de alguna manera. Y para mi la muerte es la muerte: definitiva, el final, sin nada despues, la linea de meta y nada mas. Hermosos ataudes y tumbas bien cuidadas, incluso una tan bien cuidada como la de Jane, no cambian nada.
Aparque y segui caminando. Su tumba tenia flores frescas. Los que pertenecemos a la fe hebrea no hacemos eso. Ponemos piedras en la lapida. Eso me gustaba, aunque no se muy bien por que. Las flores, algo tan vivo y brillante, parecian obscenas contra el gris de su tumba. Mi esposa, mi bonita Jane, se pudria dos metros por debajo de esas lilas recien cortadas. Eso me parecia ofensivo.
Me sente en el banco de piedra. No hable con ella. El final habia sido horrible. Jane sufria y yo miraba. Al menos un tiempo. Optamos por el servicio medico domiciliario porque Jane deseaba morir en casa, pero entonces nos enfrentamos a la perdida de peso, a los olores, a la decadencia y a sus gemidos. El sonido que mas recuerdo, el que todavia me persigue en suenos, era esa horrible tos, mas asfixia que tos, cuando Jane no podia sacar la flema y le dolia mucho y estaba incomodisima, y duro meses y yo intentaba ser fuerte, pero no era tan fuerte como Jane y ella lo sabia.
Hubo una epoca al principio de nuestra relacion en que ella supo que yo tenia dudas. Habia perdido a una hermana. Mi madre me habia abandonado. Y por primera vez en mucho tiempo permitia que una mujer entrara en mi vida. Recuerdo una noche, tarde, que yo no podia dormir y estaba mirando el techo y Jane dormia a mi lado. Recuerdo que oia su respiracion profunda, tan tierna y perfecta y tan diferente de como seria al final. Su respiracion se aligero y fue despertandose lentamente. Me rodeo con los brazos y se acerco mas a mi.
– No soy ella -dijo bajito, como si me leyera el pensamiento-. Yo no te abandonare nunca.
Pero al final, me abandono.
Desde su muerte habia salido con algunas mujeres. Incluso habia experimentado una sensacion de compromiso emocional intenso. Algun dia espero encontrar a alguien y volver a casarme. Pero ahora mismo, pensando en aquella noche en nuestra cama, me daba la sensacion de que era probable que no sucediera.
«No soy ella», habia dicho mi esposa.
Evidentemente se referia a mi madre.
Mire la lapida. Lei el nombre de mi mujer. Amada madre, hija y esposa. A ambos lados tenia una especie de alas de angel. Me imagine a mis suegros eligiendola, el tamano correcto de las alas del angel, el diseno perfecto, todo. Habian comprado la parcela que habia junto a la de Jane sin decirmelo. Si no me casaba, imaginaba que seria para mi. Si me casaba, no se que harian mis suegros con ella.
Deseaba pedir ayuda a mi Jane. Deseaba pedirle que buscara donde fuera que estuviera por si encontraba a mi hermana, y que me dijera si Camille estaba viva o muerta. Sonrei como un tonto. Pare de golpe.
Estoy seguro de que los moviles estan muy mal vistos en los cementerios. Pero no crei que a Jane le importara. Saque el movil del bolsillo y marque el numero seis otra vez.
Sosh respondio al primer timbre.
– Tengo que pedirte un favor -dije.
– Ya te lo dije. Por telefono no.
– Encuentra a mi madre, Sosh.
Silencio.
– Tu puedes encontrarla. Te lo pido. Por el recuerdo de mi padre y mi hermana. Encuentra a mi madre.
– ?Y si no puedo?
– Puedes.
– Tu madre se marcho hace mucho tiempo.
– Lo se.
– ?Has pensado que tal vez tu madre no desea que la encuentren?
– Si -dije.
– ?Y?
– Mala suerte -dije-. No siempre tenemos lo que queremos. Encuentrala, Sosh, por favor.
Colgue el telefono y volvi a mirar la lapida de mi mujer.
– Te echamos de menos -dije en voz alta a mi esposa muerta-. Cara y yo. Te echamos muchisimo de menos.
Despues me levante y regrese al coche.
Capitulo 16
Raya Singh me esperaba en el aparcamiento del restaurante. Habia cambiado los velos del uniforme de camarera por unos vaqueros y una blusa azul oscuro. Llevaba el pelo recogido en una cola. El efecto no era menos deslumbrante. Menee la cabeza. Acababa de visitar la tumba de mi esposa y ya estaba admirando inadecuadamente la belleza de una jovencita.
El mundo tiene cosas interesantes.
Subio al asiento del pasajero. Olia de maravilla.
– ?Adonde? -pregunte.
– ?Sabes donde esta la carretera 17?
– Si.
– Pues cogela hacia el norte.
Sali del aparcamiento.
– ?Quieres empezar a contarme la verdad?
– Yo nunca te he mentido -dijo-. Solo decidi no contarte algunas cosas.
– ?Sigues afirmando que conociste a Santiago en la calle?
– Si.
No la crei.
– ?Alguna vez le oiste mencionar a un tal Perez?
No contesto.
– ?A un tal Gil Perez? -insisti.
– La salida hacia la 17 esta a la derecha.
– Se donde esta la salida, Raya.
Mire de soslayo su perfil perfecto. Ella observaba por la ventana, y estaba abrumadoramente hermosa.
– Cuentame eso de que le oiste mencionar mi nombre -dije.
– Ya te lo he contado.
– Cuentamelo otra vez.
Raya respiro hondo silenciosamente y cerro los ojos un momento.
– Manolo dijo que mentiste.
– ?Mentir sobre que?
– Mentir sobre algo relacionado con… -vacilo- con bosques o montes o algo por el estilo.