pasado despues. Mas tarde, se encontro otra vez con Chamique y la acompano a la parada de autobus.
– ?Le parecio angustiada? -pregunte.
Flynn dijo que no, que justo lo contrario. Chamique «sonreia» y «estaba contenta» y despreocupada. Su descripcion de Pollyanna sono a exagerada.
– Asi que cuando Chamique Johnson conto lo de que habia ido a la barrica de cerveza con usted y que despues habia subido y habian tirado de ella en el pasillo - dije-, ?eso era una mentira?
Flynn era suficientemente listo para no picar.
– Yo le digo lo que vi.
– ?Conoce a alguien llamado Cal o Jim?
Lo penso un momento.
– Conozco a un par de chicos que se llaman Jim. No conozco a ningun Cal.
– ?Esta al corriente de que la senorita Johnson ha declarado que los hombres que la violaron se llamaban -no queria que Flynn protestara por este juego semantico, pero levante los ojos al cielo un poco cuando dije la palabra «llamaban»- Cal y Jim?
No sabia como contestar a eso y opto por la verdad.
– Lo he oido.
– ?En la fiesta habia alguien llamado Cal o Jim?
– Que yo sepa, no.
– Ya. ?Sabe alguna razon por la que el senor Jenrette y el senor Marantz pudieran llamarse asi entre ellos?
– No.
– ?Alguna vez ha oido esos nombres juntos? Me refiero a antes de la presunta violacion.
– No que yo recuerde.
– ?Asi que no puede aportar ninguna luz sobre el porque la senorita Johnson testificaria que sus atacantes se llamaban Cal y Jim?
Pubin protesto a gritos.
– ?Como quiere que sepa por que ha mentido esta mujer trastornada y ebria?
Mantuve los ojos fijos en el testigo.
– ?No se le ocurre nada, senor Flynn?
– Nada -dijo firmemente.
Mire a Loren Muse. Tenia la cabeza baja; estaba manejando la BlackBerry. Levanto la cabeza, me miro y asintio.
– Senoria -dije-, tengo mas preguntas para este testigo, pero ahora podria ser un buen momento para hacer una pausa y almorzar.
El juez Pierce estuvo de acuerdo.
Intente no echar a correr hacia Loren Muse.
– Lo tenemos -dijo ella con una sonrisa-. El fax esta en tu despacho.
Capitulo 19
Por suerte Lucy no tenia clase por la manana. Entre lo que habia bebido y lo que habia trasnochado con Sylvia Potter, se quedo en la cama hasta mediodia. Al levantarse llamo a una de las consejeras de la escuela, Katherine Lucas, una terapeuta que Lucy siempre habia considerado muy buena. Le explico la situacion de Sylvia. Lucas sabria lo que convenia hacer.
Penso en la entrada del diario que habia iniciado todo aquello. El bosque. Los gritos. La sangre. Sylvia Potter no lo habia visto. ?Quien entonces?
Ni idea.
La noche anterior habia decidido llamar a Paul. Habia llegado a la conclusion de que el necesitaba saber lo que pasaba. ?O habia sido el efecto del alcohol? Ahora que era de dia y estaba sobria, ?todavia le parecia una buena idea?
Una hora despues, encontro el numero del despacho de Paul en el ordenador. Era el fiscal del condado de Essex y era viudo. Jane habia muerto de cancer. Paul habia creado una asociacion sin fines de lucro con el nombre de su esposa. Lucy se pregunto como se sentiria Paul, pero no habia forma de averiguarlo todavia.
Con mano temblorosa, marco el numero. Cuando le contesto la operadora, pidio hablar con Paul Copeland. Le dolio decirlo. Se dio cuenta de que no habia pronunciado su nombre en voz alta en veinte anos.
Paul Copeland.
Se puso una mujer y dijo:
– Fiscal del condado.
– Querria hablar con Paul Copeland, por favor.
– ?De parte de quien? -pregunto ella.
– Soy una vieja amiga -dijo Lucy.
Nada.
– Me llamo Lucy. Digale que soy Lucy. De hace veinte anos.
– ?Tiene apellido, Lucy?
– Usted digaselo, ?vale?
– El fiscal Copeland no esta en el despacho en este momento. ?Quiere dejar un numero para que la llame?
Lucy le dio el telefono de su casa, el del despacho y el del movil.
– ?Puede decirme sobre que quiere hablar con el?
– Solo digale que soy Lucy. Y que es importante.
Muse y yo nos encontrabamos en el despacho. La puerta estaba cerrada. Habiamos pedido bocadillos para almorzar. El mio era de ensalada de pollo con pan integral. Muse estaba devorando uno con albondigas del tamano de una tabla de surf.
Yo tenia el fax en la mano.
– ?Donde esta tu detective? ?Cingle lo que sea?
– Shaker. Cingle Shaker. Vendra.
Me puse a revisar mis notas.
– ?Quieres comentarlo? -pregunto.
– No.
Ella sonreia de oreja a oreja.
– ?Que? -pregunte.
– Odio decir esto, siendo tu mi jefe y eso, pero eres un genio, Cope, maldita sea.
– Si, supongo que si -dije.
Volvi a mis notas.
– ?Quieres que te deje solo? -pregunto Muse.
– No. Puede que se me ocurra algo que necesite que hagas.
Ella levanto el bocadillo. Me sorprendio que fuera capaz de hacerlo sin ayuda de una grua industrial.
– Tu predecesor -dijo Muse, hincando el diente en el bocadillo-, cuando tenia un caso importante, a veces se sentaba ahi mirando a la nada y decia que habia entrado en la zona. Como si fuera Michael Jordan. ?Tu haces eso?
– No.
– Oye. -Masticar y tragar-. ?Te distraeria si planteara otro tema?
– ?Te refieres a algo que no tiene que ver con el caso?
– A eso me refiero.
Levante la cabeza.
– Me conviene distraerme. ?Que pasa?
Ella miro a un lado y se tomo un momento. Despues dijo:
– Tengo amigos en homicidios de Manhattan.
Tenia una idea de adonde queria ir a parar. Di un mordisquito a mi bocadillo de ensalada de pollo.
– Seco -dije.
– ?Que?
– La ensalada de pollo. Esta seca. -Deje el bocadillo y me limpie el dedo con la servilleta-. Dejame adivinar. Uno de tus amigos en homicidios te ha hablado del asesinato de Manolo Santiago.
– Si.
– ?Te ha contado mi teoria?
– ?De que era uno de los chicos a los que el Monitor Degollador mato en el campamento, a pesar de que sus padres aseguran que no es el?
– Esa es mi teoria.