– ?Cual es su teoria, senor Copeland? Porque me muero de ganas de escucharla.
No dije nada.
El abrio los brazos en un gesto rotundo.
– ?Que un asesino en serie que degollo en Indiana y Virginia resulto ser monitor en un campamento de verano donde degollaron al menos a otras dos victimas?
Tenia su parte de razon. No dejaba de pensar en eso desde el principio y no lograba explicarmelo.
– Conoce usted los hechos, distorsionados o no. Es fiscal. Digame lo que cree que paso.
Lo pense. Espero. Lo pense un poco mas.
– Todavia no lo se -dije-. Puede que sea demasiado pronto para teorizar. Puede que necesitemos conocer mas hechos.
– Y mientras lo hace -dijo-, un tipo como Wayne Steubens mata a algunos campistas mas.
Otra vez tenia parte de razon. Pense en las pruebas de violacion contra Jenrette y Marantz. Si lo pensabas objetivamente, habia tantas pruebas, quiza mas, contra Wayne Steubens.
O al menos antes las habia.
– No mato a Gil Perez -dije.
– Le he oido. En aras de la discusion, eliminemoslo de la ecuacion. Supongamos que no matara a Perez. -Levanto ambas manos con las palmas hacia el techo-. ?En que situacion nos deja eso?
Reflexione sobre ello. «En la situacion de preguntarme que demonios le sucedio a mi hermana», pense.
Capitulo 29
Una hora despues me encontraba sentado en un avion. Aun no habian cerrado la puerta cuando Muse me llamo.
– ?Como te ha ido con Steubens? -pregunto.
– Te lo contare mas tarde. ?Que tal en la sala?
– Mociones y tonterias asi, por lo que me han dicho. Han utilizado mucho la frase «bajo consideracion». Ser abogado debe de ser mortalmente aburrido. ?Como puede ser que no te estalle el cerebro en dias como este?
– No es facil. ?No ha pasado nada, entonces?
– Nada, pero manana tienes el dia libre. El juez quiere ver a todos los abogados en su despacho a primera hora del jueves.
– ?Por que?
– Se ha hablado mucho del rollo de «bajo consideracion», pero tu ayudante como se llame ha dicho que probablemente no era nada importante. Oye, tengo algo mas para ti.
– ?Que?
– He pedido a nuestro mejor pirado de la informatica que peinara esos diarios que le mandaron a tu amiga Lucy.
– ?Y?
– Pues que todo concuerda con lo que ya sabias. Al menos al principio.
– ?A que te refieres con «al principio»?
– He cogido la informacion que me ha pasado y he hecho algunas llamadas, investigando un poco. Y he descubierto algo interesante.
– ?Que?
– Creo que ya se quien mando esos diarios.
– ?Quien?
– ?Llevas encima la BlackBerry?
– Si.
– Es mucha cosa. Acabaremos antes si te mando los detalles por correo electronico.
– De acuerdo.
– No quiero decir nada mas. Preferiria ver si llegas a la misma conclusion que yo.
Mientras pensaba en aquello recorde mi conversacion con Geoff Bedford.
– No quieres que distorsione los hechos para que se ajusten a las teorias, ?verdad?
– ?Que?
– No importa, Muse. Mandame el correo.
Cuatro horas despues de despedirme de Geoff Bedford, estaba en el despacho adyacente al de Lucy, utilizado habitualmente por un profesor de lengua que se estaba tomando un ano sabatico. Lucy tenia la llave.
Ella estaba mirando por la ventana cuando su ayudante, un tal Lonnie Berger, entro sin llamar. Era curioso que Lonnie me recordara en cierto modo al padre de Lucy, Ira. Tenia ese aire de Peter Pan, de aspirante a marginado. No pretendo cargarme a los hippies, los izquierdistas o lo que se les quiera llamar. Les necesitamos. Creo firmemente que se les necesita en ambos extremos politicos, incluso (o tal vez mas) aquellos con los que no puedes estar de acuerdo o a los que quieres odiar. Todo seria muy aburrido sin ellos. Los argumentos no serian tan elaborados. Pensemoslo racionalmente: no se puede tener izquierda sin derecha. Y no se puede tener centro sin los dos anteriores.
– ?Que pasa, Luce? Tengo una cita con una camarera canon… -Lonnie me vio y se interrumpio-. ?Quien es?
Lucy seguia mirando por la ventana.
– ?Y por que estamos en el despacho del profesor Mitnick?
– Soy Paul Copeland -dije.
Le ofreci la mano y la estrecho.
– Uau -dijo Lonnie-. Usted es el chico del relato, ?no? El senor P o lo que sea. Bueno, lei sobre el caso en internet y…
– Si, Lucy me informo de sus investigaciones aficionadas. Como sabra, tengo a investigadores bastante buenos, investigadores profesionales, de hecho, que trabajan para mi.
Me solto la mano.
– ?Hay algo que quiera contarnos? -pregunte.
– ?A que se refiere?
– Tenia razon, por cierto. El correo procedia de los ordenadores de la Biblioteca Frost y se mando a las seis cuarenta y dos de la tarde. Pero Sylvia Potter no estaba alli entre las seis y las siete de la tarde.
Empezo a retroceder.
– Tu si, Lonnie.
Sonrio a su modo torcido y sacudio la cabeza. Estaba ganando tiempo.
– Esta diciendo tonterias. A ver, espere… -Dejo de sonreir para fingir sorpresa e indignacion-. Vamos, Luce, tu no puedes creer que…
Por fin Lucy se volvio a mirarlo, pero no dijo nada.
Lonnie me senalo.
– No creeras a este tio, ?no? Es…
– ?Que soy?
No respondio. Lucy se limito a mirarlo. No dijo una palabra, solo le miro fijamente hasta que el empezo a aflojar. Al final Lonnie se dejo caer en una silla.
– Maldita sea -dijo.
Esperamos. El bajo la cabeza.
– No lo entiendes.
– Cuentanoslo -dije.
El miro a Lucy.
– ?Confias en este hombre?
– Mucho mas de lo que confio en ti -dijo ella.
– Yo que tu no lo haria. Es un mal tipo, Luce.
– Gracias por la calurosa recomendacion -dije-. Veamos, ?por que le mando esos diarios a Lucy?
Lonnie jugueteo con el pendiente.
– No tengo por que decirle nada.
– Por supuesto que si -dije-. Soy el fiscal del condado.
– ?Y?
– Lonnie, puedo hacer que le arresten por acoso.
– No es verdad. Para empezar no puede demostrar que yo haya mandado nada.
– Por supuesto que puedo. Cree que entiende de informatica y supongo que es cierto, a un nivel suficiente para impresionar a las alumnas. Pero los expertos de mi oficina, bueno, ellos son lo que se denominaria profesionales preparados. Sabemos que usted los mando. Tenemos las pruebas.
Lo penso un momento, intentando decidir si debia continuar negandolo o probar otra estrategia. Decidio probar.