– Ya lo se -dije.

– No lo tengo tan claro. Deje que le explique algo. Wayne Steubens ha formado parte de mi vida durante casi veinte anos. Piense en eso. He visto lo convincente que puede ser cuando miente.

No estaba seguro de que estrategia seguir, asi que tantee y dije:

– Han aparecido otras pruebas.

Bedford fruncio el ceno. Las puntas del bigote bajaron junto con sus labios.

– ?A que se refiere?

– ?Sabe quien es Gil Perez?

– Por supuesto que lo se. Lo se todo y conozco a todos los que estuvieron involucrados en el caso.

– No hallaron su cadaver.

– No. Tampoco hallamos el de su hermana.

– ?Como se explica esto?

– Usted estuvo en el campamento. Conoce la zona.

– Si.

– ?Sabe cuantos kilometros cuadrados tiene ese bosque?

– Si.

Levanto la mano derecha y la miro.

– Hola, senor Aguja.

Despues hizo lo mismo con la izquierda.

– Le presento a mi amigo, el senor Pajar.

– Wayne Steubens es un hombre relativamente pequeno.

– ?Y que?

– Que Doug media metro ochenta. Gil era un chico duro. ?Como cree que Wayne pudo sorprenderlos o dominarlos a todos a la vez?

– Tenia un cuchillo y pudo hacerlo. Margot Green estaba atada. La degollo. No sabemos en que orden mato a los demas. Puede que tambien estuvieran atados, en diferentes lugares del bosque. No lo sabemos. Corrio detras de Doug Billingham. El cadaver de Billingham estaba en una tumba poco profunda a un kilometro de la de Margot. Tenia varias heridas de arma blanca, tambien algunas heridas defensivas en las manos. Encontramos sangre y ropa pertenecientes a su hermana y a Gil Perez. Ya lo sabe.

– Si.

Bedford inclino la silla hacia atras y se apoyo en las puntas de los pies.

– Digame, senor Copeland. ?Cuales son esas pruebas nuevas que de repente han salido a la luz?

– Gil Perez.

– ?Que pasa?

– No murio aquella noche. Ha muerto esta semana.

La silla cayo de golpe hacia delante.

– ?Disculpe?

Le conte lo de que Manolo Santiago era Gil Perez. Podria decir que me miro con escepticismo, pero eso seria hacerme un favor. En realidad, el agente Bedford me miro como si intentara convencerle de que el conejo Bunny existia.

– A ver si lo he entendido -dijo cuando yo termine. La camarera volvio con los cafes. Bedford no se puso nada en el suyo. Levanto la taza con cuidado y logro no meter el bigote dentro-. Los padres de Perez niegan que sea el. La policia de Manhattan no cree que sea el. Y usted me dice que…

– Es el.

Bedford chasqueo la lengua.

– Creo que ya me ha hecho perder bastante tiempo, senor Copeland.

Dejo el cafe y empezo a levantarse.

– Se que es el. Es solo cuestion de tiempo que pueda demostrarlo.

Bedford se detuvo.

– Veamos -dijo-. Juguemos a su manera. Digamos que se trata de Gil Perez. Que aquella noche sobrevivio.

– Vale.

– Eso no prueba la inocencia de Wayne Steubens. Para nada. Muchos creian… -me miro con dureza- que quiza Steubens tuvo un complice para los primeros asesinatos. Usted mismo se pregunta como pudo matar a tantos. Bien, si eran dos y hubo tres victimas, seria mas facil, ?no cree?

– Entonces ?ahora cree que Perez pudo ser su complice?

– No. ?Que dice! Ni siquiera creo que sobreviviera a aquella noche. Solo planteo hipotesis. Por si ese cadaver del deposito de Manhattan resulta ser Gil Perez.

Eche un sobre de azucar y un poco de leche a mi cafe.

– ?Conoce a sir Arthur Conan Doyle? -pregunte.

– El que escribio los misterios de Sherlock Holmes.

– Exactamente. Uno de los axiomas de Sherlock dice mas o menos asi: «Es un gran error teorizar antes de tener los datos, porque se distorsionan los hechos para que se ajusten a las teorias, en lugar de que las teorias se ajusten a los hechos».

– Empiezo a perder la paciencia, senor Copeland.

– Le he dado un hecho nuevo. En lugar de intentar repensar lo que sucedio, inmediatamente ha encontrado el modo de distorsionar el hecho para que se ajuste a su teoria.

Me miro fijamente sin decir nada. No le culpe por eso. Le estaba tratando con dureza, pero necesitaba provocarle.

– ?Sabe algo del pasado de Wayne Steubens? -pregunto.

– Algo.

– Encaja en el perfil como anillo al dedo.

– Los perfiles no son pruebas -dije.

– Pero ayudan. Por ejemplo, ?sabe que durante la adolescencia de Steubens desaparecieron animales en el barrio?

– ?En serio? Vaya, ya no necesito mas pruebas.

– Puedo darle un ejemplo ilustrativo.

– Adelante.

– Tenemos un testigo ocular de esto. Es un chico llamado Charlie Kadison. Entonces no dijo nada porque tenia demasiado miedo. Cuando Wayne Steubens tenia dieciseis anos, enterro a un perrito blanco, no me acuerdo de la raza, es un nombre en frances…

– ?Bichon Frise?

– Eso. Enterro al perro hasta el cuello. Solo le sobresalia la cabeza. El pobre animal no podia moverse.

– Que bestia.

– No, es peor aun.

Dio otro sorbo con exquisitos modales. Espere. Dejo el cafe sobre la mesa y se seco la boca con una servilleta.

– Despues de enterrar el perro, su viejo companero de campamento va a la casa de otro chico, Kadison. Su familia tenia uno de esos cortacespedes. Se lo pidio prestado…

Callo, me miro y asenti.

– Aggg -dije.

– Tengo otros casos como este. Puede que una docena.

– Y aun asi Wayne Steubens consiguio un empleo para trabajar en el campamento…

– Menuda sorpresa. No creo que ese Ira Silverstein fuera muy riguroso comprobando antecedentes.

– ?Y nadie penso en Wayne cuando ocurrieron esos primeros asesinatos?

– No sabiamos nada de esto. En primer lugar, fue la policia local quien se encargo del caso del campamento PACE, no nosotros. No era un caso federal. Al menos al principio. Ademas, la gente estaba demasiado asustada para hablar durante la epoca de estudiante de Steubens. Como Charlie Kadison. Tambien debe recordar que Steubens procedia de una familia rica. Su padre murio cuando el era pequeno, pero su madre le protegio, pago a gente para que se callara, lo que fuera. Era sobreprotectora, por cierto. Muy conservadora. Muy estricta.

– ?Otra evidencia en su perfil del asesino en serie?

– No se trata solo de un perfil, senor Copeland. Usted conoce los hechos. Steubens vivia en Nueva York pero se las arreglo para estar en los tres lugares, Virginia, Indiana, Pensilvania, cuando los asesinatos tuvieron lugar. ?Es una coincidencia? Y lo mas importante, claro: encontramos cosas, los clasicos trofeos, pertenecientes a las victimas en su propiedad.

– No de todas las victimas -dije.

– Suficientes.

– Pero nada de los primeros cuatro campistas.

– Correcto.

– ?Por que no?

– ?Mi conjetura? Probablemente tenia prisa. Steubens tenia que deshacerse de los cadaveres. No tuvo tiempo.

– Repito que me parece que eso es distorsionar un poco los hechos -dije.

Se echo hacia atras y me miro.

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