– Porque mi hermana estaba alli.

– No, Cope, no me referia a esto. -Se echo un poco hacia delante-. ?Por que ahora? Tu mismo has dicho que han pasado veinte anos. Asi que, amigo mio, dime, ?por que necesitas saberlo ahora?

– No estoy seguro -dije.

Sus ojos se fijaron en los mios. Intente mantener el tipo. Cambio de papeles: el psicopata intentaba descubrir si yo le mentia.

– El momento es muy interesante -dijo.

– ?Y eso por que?

– Porque tu no eres mi unico visitante sorpresa reciente.

Asenti lentamente, intentando no parecer ansioso.

– ?Quien mas ha venido?

– ?Por que deberia decirtelo?

– ?Por que no?

Wayne Steubens se acomodo.

– Sigues siendo guapo, Cope.

– Tu tambien -dije-. Pero no podemos salir, es imposible.

– La verdad es que deberia estar enfadado contigo.

– ?Ah, si?

– Me echaste a perder aquel verano.

Compartimentar. Ya he hablado de esto. Se que mi cara no mostro nada, pero fue como si me hubieran degollado con varias cuchillas de afeitar. Estaba conversando de banalidades con un asesino en serie. Le mire las manos. Me imagine la sangre. Me imagine la hoja en aquellas gargantas indefensas. Aquellas manos. Aquellas manos aparentemente inocuas que ahora tenia unidas sobre la mesa de acero. ?Que habian hecho?

Controle la respiracion.

– ?Que hice para echartelo a perder? -pregunte.

– Ella habria sido mia.

– ?Quien habria sido tuya?

– Lucy. Lo normal era que aquel verano se enrollara con alguien. De no haber estado tu, yo tenia mas de una posibilidad, no se si me entiendes.

No sabia muy bien que decir, pero me arriesgue.

– Yo creia que te interesaba Margot Green.

Sonrio.

– Estaba buena, ?eh?

– Sin duda.

– Era una calientabraguetas. ?Te acuerdas de aquel dia en la cancha de baloncesto?

Me acorde. De golpe. Es curioso como funcionan estas cosas. Margot era la tia buena del campamento y lo sabia, vaya si lo sabia. Siempre se ponia esas camisetas provocativas cuyo unico proposito eran ser mas obscenas que la desnudez. Aquel dia, una chica se habia hecho dano en la cancha de voleibol. No me acuerdo del nombre de la chica. Creo que resulto que se habia roto una pierna, pero no me acuerdo. Lo que si recordabamos, la imagen que compartia con aquel psicopata, era a Margot Green aterrada corriendo junto a la cancha de baloncesto con aquella camiseta tan provocativa, sacudiendo los pechos, pidiendo ayuda a gritos, y todos nosotros, tal vez treinta o cuarenta chicos que estabamos en la cancha, parados y mirandola con la boca abierta.

Si, los hombres son unos cerdos. Y los adolescentes tambien. El mundo es contradictorio. La naturaleza exige que los varones entre los catorce y los diecisiete, por decir algo, sean erecciones hormonales andantes. No se puede evitar. Sin embargo, la sociedad cree que eres demasiado joven para hacer algo y remediarlo, y tienes que sufrir. Y ese sufrimiento se multiplicaba por diez cuando aparecia Margot Green.

Parece que Dios tiene sentido del humor.

– Me acuerdo -dije.

– Menuda calientabraguetas -dijo Wayne-. ?Sabias que habia dejado a Gil?

– ?Margot?

– Si. Justo antes del asesinato. -Arqueo una ceja-. Da que pensar, ?no?

No me movi, le deje hablar, espere a que dijera algo mas. Lo dijo.

– La consegui, a Margot, ?sabes? Pero no era tan buena como Lucy.

Se puso una mano frente a la boca como si hubiera hablado demasiado. Menuda comedia. Me quede quieto.

– ?Sabias que Lucy y yo tuvimos un idilio antes de que tu llegaras aquel verano?

– Ya.

– Te estas poniendo verde, Cope. No estaras celoso, ?no?

– Fue hace veinte anos.

– Si, senor. Y si te soy sincero, solo consegui llegar a la segunda base. Seguro que tu llegaste mas lejos, Cope. Seguro que tu mojaste, ?no?

Estaba intentando provocarme, pero yo no pensaba seguirle el juego.

– Un caballero no cuenta sus conquistas -dije.

– Si, ya. No me interpretes mal, vosotros dos erais la bomba. Hasta un ciego podia verlo. Tu y Lucy teniais algo muy especial, ?verdad?

Me sonrio y parpadeo rapidamente.

– Lo tuvimos, hace mucho tiempo -dije.

– No lo dices de verdad, ?no? Nos hacemos mayores, claro, pero en muchos aspectos nos sentimos exactamente como entonces. ?No lo crees?

– La verdad es que no, Wayne.

– Bueno, la vida sigue, supongo. Nos permiten acceso a internet. Nada de paginas porno ni cosas asi, y controlan todas nuestras comunicaciones. Pero te busque en la red. Se que eres viudo y tienes una hija de seis anos. Pero no encontre su nombre. ?Que pasa?

Esta vez no pude evitarlo, el efecto fue visceral. Oir a ese psicopata mencionando a mi hija fue peor que tener su fotografia en mi despacho. Me trague la rabia y fui al grano.

– ?Que paso en aquel bosque, Wayne?

– Que murieron personas.

– No juegues conmigo.

– Solo uno de nosotros esta jugando, Cope. Si quieres la verdad, empecemos por ti. ?Por que has venido hoy? Porque el momento no es una coincidencia. Los dos lo sabemos.

Mire detras de mi. Sabia que nos vigilaban. Habia pedido que no nos escucharan. Hice una sena para que entrara alguien. Un guardia abrio la puerta.

– Diga, senor -dijo el guardia.

– ?El senor Steubens ha tenido otras visitas en las ultimas dos semanas?

– Si, senor, una.

– ?Quien?

– Puedo buscarle el nombre, si lo desea.

– Se lo agradecere.

El guardia se marcho y yo volvi a mirar a Wayne, que no parecia preocupado.

– Touche -dijo-. Pero no era necesario. Yo te lo dire. Un tal Curt Smith.

– No conozco a nadie llamado asi.

– Ya, pero el si te conoce. Trabaja para una empresa llamada MVD.

– ?Un detective privado?

– Si.

– Y vino porque queria… -ya lo habia entendido, los muy hijos de puta- queria descubrir trapos sucios sobre mi.

Wayne Steubens se toco la nariz y despues me senalo con el dedo.

– ?Que te ofrecio? -pregunte.

– Su jefe habia sido federal. Dijo que podia conseguir una mejora en mi estatus.

– ?Le dijiste algo?

– No. Por dos razones. Una, su oferta era un farol. Un ex federal no puede hacer nada por mi.

– ?Y dos?

Wayne Steubens se echo hacia delante. Se aseguro de que le mirara a los ojos.

– Quiero que me escuches, Cope. Quiero que me escuches atentamente.

Le sostuve la mirada.

– En mi vida he hecho muchas cosas malas. No entrare en detalles. No hay ninguna necesidad. He cometido errores. Me he pasado los ultimos dieciocho anos en este agujero pagando por ellos. No es mi lugar. De verdad. No hablare de Indiana o Virginia ni nada. Esas personas que murieron, yo no las conocia. Eran desconocidos.

Callo, cerro los ojos, se froto la cara. Tenia una cara ancha. La piel brillante, casi cerosa. Volvio a abrir los ojos y se aseguro de que le estaba mirando. Le miraba. No podria haberme movido ni aunque hubiera querido.

– Pero, y esta es la segunda razon que me pedias, Cope, no tengo ni idea de lo que sucedio en ese bosque hace veinte anos. Porque yo no estaba alli. No se lo que les paso a mis amigos, no desconocidos, Cope, amigos: Margot Green o Doug Billingham o Gil Perez o tu hermana.

Silencio.

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