– ?Mataste a esos chicos en Indiana y Virginia? -pregunte.
– ?Me creerias si dijera que no?
– Habia muchas pruebas.
– Si, las habia.
– Pero tu sigues proclamando tu inocencia.
– Si.
– ?Eres inocente, Wayne?
– Vayamos paso a paso, ?vale? Te estoy hablando de aquel verano. Te estoy hablando del campamento. Yo no mate a nadie. No se que sucedio en aquel bosque.
No dije nada.
– Ahora eres fiscal, ?no?
Asenti.
– Hay personas que indagan en tu pasado. Eso lo entiendo. Normalmente no le habria prestado mucha atencion. Excepto que ahora tu tambien estas aqui. Lo que significa que ha sucedido algo. Algo nuevo. Algo que tiene que ver con aquella noche.
– ?Adonde quieres ir a parar, Wayne?
– Siempre pensaste que yo los mate -dijo-. Pero ahora, por primera vez, ya no estas tan seguro.
No dije nada.
– Algo ha cambiado. Lo veo en tu cara. Por primera vez te preguntas en serio si tuve algo que ver con lo que sucedio aquella noche. Y si has descubierto algo nuevo, tienes la obligacion de contarmelo.
– No tengo ninguna obligacion, Wayne. No te juzgaron por esos asesinatos. Te juzgaron y condenaron por los asesinatos de Indiana y Virginia.
Abrio los brazos.
– Entonces ?que hay de malo en contarme lo que has averiguado?
Lo pense un momento. Tenia parte de razon. Si yo le decia que Gil Perez seguia vivo, no afectaria para nada a su condena, porque no le habian condenado por matar a Gil. Pero si proyectaria una larga sombra. Un caso de asesino en serie es un poco como la casa de los cadaveres proverbial y literalmente: si descubres que una victima no fue asesinada -al menos, no entonces ni por un asesino en serie- esa casa de cadaveres puede sencillamente implosionar.
Elegi la discrecion. Hasta que tuvieramos una identificacion positiva de Gil Perez no habia ninguna razon para decir nada. Le mire. ?Estaba loco? Yo creia que si. Pero ?como podia estar seguro? De todos modos, habia descubierto todo lo que podia por ese dia. Asi que me levante.
– Adios, Wayne.
– Adios, Cope.
Fui hacia la puerta.
– ?Cope?
Me volvi.
– Sabes que yo no les mate, ?no?
No conteste.
– Y si yo no les mate -siguio-, debes replantearte todo lo que sucedio aquella noche, no solo a Margot, a Doug, a Gil y a Camille. Sino lo que me sucedio a mi. Y a ti.
Capitulo 27
– Ira, mirame un momento.
Lucy habia esperado a que su padre pareciera bastante lucido. Se hallaba sentada frente a el en la habitacion. Ira habia sacado sus antiguos vinilos. Habia una cubierta con un James Taylor melenudo en
– ?Ira?
Este sonreia mirando una vieja foto de su epoca del campamento. El Volkswagen Escarabajo amarillo habia sido decorado por el grupo de las chicas mayores. Le habian puesto flores y signos de la paz por todas partes. Ira estaba en medio con los brazos cruzados. Las chicas rodeaban el coche. Todas llevaban pantalones cortos y camisetas y lucian sonrisas resplandecientes. Lucy recordaba aquel dia. Habia sido un buen dia, uno de esos que guardas en el cajon y lo sacas cuando te sientes especialmente triste.
– ?Ira?
El se volvio a mirarla.
– Estoy escuchando.
Sonaba el clasico himno antiguerra de 1965, el tema de Barry McGuire, «Eve of Destruction». A pesar de lo atormentada que era la cancion, a Lucy siempre la consolaba. La cancion pinta un panorama del mundo atrozmente sombrio. Canta sobre el mundo explotando, sobre cadaveres en el rio Jordan, sobre el miedo a que pulsen el boton nuclear, sobre el odio en la China comunista y en Selma, Alabama (una rima forzada, pero funcionaba), sobre todo de la hipocresia y el odio en el mundo, y en el estribillo pregunta casi burlonamente como puede ser tan ingenuo el oyente para no pensar que estamos al borde de la destruccion.
?Por que la consolaba, entonces?
Porque era cierto. El mundo era un lugar terrible y aterrador. El planeta estaba entonces al borde del precipicio. Pero habia sobrevivido, incluso podria decirse que habia prosperado. El mundo tambien parece bastante horrible hoy. Puedes creer que lo superaremos. El mundo de McGuire era igual de aterrador. Tal vez mas. Veinte anos atras estaba la Segunda Guerra Mundial, el nazismo. Eso hacia que los sesenta parecieran Disneylandia. Eso tambien lo superamos.
Siempre parece que estemos al borde de la destruccion. Y parece que siempre lo superamos.
Puede que todos sobrevivamos a la destruccion que hemos provocado.
Lucy sacudio la cabeza. Que ingenuidad. Que propio de Pollyanna. Deberia estar escarmentada.
Ira se habia arreglado la barba, pero sus cabellos seguian despeinados. El gris estaba adquiriendo un tono casi azulado. Le temblaban las manos y Lucy se pregunto si no serian los primeros sintomas de Parkinson. Sabia que sus ultimos anos no serian placidos. Pero la verdad era que los veinte anteriores tampoco habian sido muy buenos.
– ?Que pasa, carino?
Era evidente que estaba preocupado. Ese habia sido uno de los mayores atractivos de Ira, que se preocupaba sinceramente por las personas. Sabia escuchar como nadie. Detectaba la afliccion y deseaba encontrar la manera de aliviarla. Todos sentian esa empatia con Ira: todos los campistas, todos los padres, todos los amigos. Pero cuando eras su hija unica, la persona que el amaba por encima de todo, era como la manta mas calida en el dia mas frio.
Habia sido un padre verdaderamente magnifico. ?Cuanto le echaba de menos!
– En el diario de visitas dice que un tal Manolo Santiago te visito. -Lucy inclino la cabeza-. ?Te acuerdas, Ira?
A el se le borro la sonrisa.
– ?Ira?
– Si -dijo-. Me acuerdo.
– ?Que queria?
– Hablar.
– ?Hablar de que?
Ira fruncio los labios como si los forzara a mantenerse cerrados.
– ?Ira?
El sacudio la cabeza.
– Cuentamelo, por favor -dijo Lucy. Ira abrio la boca, pero no le salio ninguna palabra. Cuando por fin hablo su voz era un susurro.
– Sabes de que queria hablar.
Lucy miro por encima del hombro. Estaban solos en la habitacion. «Eve of Destruction» habia terminado. The Mamas and the Papas empezaron a decir que todas las hojas se habian vuelto marrones.
– ?El campamento? -dijo.
Ira asintio.
– ?Que queria saber?
Ira se echo a llorar.
– ?Ira?
– Yo no queria volver alli -dijo.
– Ya lo se.
– No dejaba de hacer preguntas.
– ?Sobre que, Ira? ?Que te pregunto?
Ira se tapo la cara con las manos.