– Siento que la comida no este a tu gusto.
– ?Exagero? -Dillon miro a York-. A ver, ?esto sabe a vomitos o soy yo?
– Es la tercera porcion que te comes -dijo York.
– Y probablemente la ultima. Para que veais que lo digo en serio.
York miro a Max Reynolds.
– ?Que tienes para nosotros?
– Creo que he encontrado a nuestro hombre. O al menos, su coche.
Dillon pego un buen tiron a la pizza con los dientes.
– Menos hablar y mas actuar.
– Hay una tienda en la esquina a dos calles de donde encontraron el cadaver -empezo Reynolds-. El dueno ha tenido problemas de robos de los articulos que tiene en la calle. Asi que ha enfocado la camara en esa direccion.
– ?Un coreano? -pregunto Dillon.
– ?Como dices?
– El dueno de la tienda. ?Es coreano?
– No estoy seguro. ?Y eso que tiene que ver?
– Me juego lo que sea a que es coreano. Por eso pone la camara enfocando hacia fuera, por si le roban una naranja. Despues empieza a gritar que paga los impuestos cuando probablemente tiene a diez ilegales trabajando en el local y exige que alguien haga algo. Como si la policia pudiera perder el tiempo mirando sus cintas baratas y borrosas para encontrar al ladron de fruta.
Callo y York miro a Reynolds.
– Sigue.
– En fin, la camara nos da una vision parcial de la calle. Nos pusimos a buscar coches asi de antiguos, de mas de treinta anos, y mirad lo que hemos encontrado.
Reynolds ya tenia la cinta puesta en el sitio pertinente. Se vio un antiguo Volkswagen Escarabajo y el congelo la imagen.
– ?Este es nuestro coche? -pregunto York.
– Un Volkswagen Escarabajo de 1971. Uno de nuestros expertos dice que lo sabe por la suspension MacPherson delantera y por el maletero frontal. Mas importante aun, esta clase de coche concuerda con las fibras de alfombra que encontramos en la ropa del senor Santiago.
– Joder -dijo Dillon.
– ?Se ve la matricula? -pregunto York.
– No. Solo tenemos una imagen lateral. Ni una parte, ni siquiera el estado.
– Pero ?cuantos Volkswagens Escarabajo amarillos originales puede haber en circulacion? -dijo York-. Empezamos por los vehiculos matriculados en Nueva York, y despues Nueva Jersey y Connecticut.
Dillon asintio y hablo mientras masticaba como una vaca.
– Podriamos encontrar algo.
York se volvio hacia Reynolds.
– ?Algo mas?
– Dillon tenia razon, la calidad no es buena. Pero si lo amplio -apreto un boton y la imagen crecio-, tenemos una vision parcial del hombre.
Dillon entorno los ojos.
– Parece Jerry Garcia o algo asi.
– Cabellos grises largos, barba gris larga -convino Reynolds.
– ?Ya esta?
– Ya esta.
– Empecemos por buscar en trafico. Este coche no puede ser dificil de localizar -dijo York a Dillon.
Capitulo 34
Las acusaciones del sheriff Lowell resonaron en la quietud del bosque.
Lowell, que no era tonto, pensaba que Paul Copeland habia mentido sobre los asesinatos.
?Habria mentido? ?Era importante?
Muse lo penso un momento. Le gustaba Cope, eso estaba claro. Era un jefe estupendo y un fiscal de primera. Pero las palabras de Lowell la habian hecho retroceder. Le recordaban lo que ya sabia: era un caso de homicidio. Como cualquier otro. Te lleva donde te lleva, aunque te lleve a tu jefe.
Sin favoritismos.
Unos minutos despues se oyeron ruidos cerca y Muse distinguio a Andrew Barrett, que hacia de su cuerpo desgarbado, todo extremidades largas, codos y movimientos raros y bruscos, una obra de arte. Empujaba lo que parecia un cochecito de nino. Tenia que ser la XRJ. Muse lo llamo. Barrett levanto la cabeza, evidentemente molesto por la interrupcion. Cuando vio quien era, su cara se ilumino.
– ?Hola, Muse!
– Andrew.
– Cuanto me alegro de verte.
– Ya -dijo ella-. ?Que haces?
– ?Como que que hago? -Dejo la maquina. Habia tres jovenes con sudaderas de John Jay pululando al lado de el, estudiantes probablemente-. Busco tumbas.
– Creia que habias encontrado algo.
– Si. Esta ahi delante, a unos cien metros. Pero creia que faltaban dos cadaveres y he pensado que era mejor no dormirse en los laureles, por decirlo de algun modo.
Muse trago saliva.
– ?Has encontrado un cadaver?
La cara de Barrett mostraba el fervor normalmente reservado para las reuniones religiosas.
– Muse, esta maquina es una pasada. Hemos tenido suerte, eso tambien. No ha llovido en esta zona desde… no se, ?desde cuando, sheriff?
– Dos o tres semanas -dijo Lowell.
– Eso ayuda. Mucho. El suelo seco. ?Sabes algo de como funciona el radar que penetra en el suelo? Le he cargado 800 MHz a este trasto. Eso solo me da metro veinte, pero ?que metro veinte! La mayoria de las veces se busca demasiado profundo. Pero muy pocos asesinos cavan mas de metro o metro veinte. El otro problema es que las maquinas actuales tienen dificultades para diferenciar entre objetos de la misma medida. Por ejemplo, una caneria o unas raices profundas y lo que queremos: huesos. La XRJ no solo te da imagenes transversales mas claras del suelo, sino que ademas tiene el nuevo ampliador en 3D…
– ?Barrett? -dijo Muse.
El se levanto las gafas.
– ?Que?
– ?Te parece que tengo el mas ligero interes en como funciona tu maquina?
Volvio a bajarse las gafas.
– Ah…
– Lo unico que me importa es que tu trasto funcione. Asi que cuentame lo que has encontrado antes de que le pegue un tiro a alguien.
– Huesos, Muse -dijo con una sonrisa-. Hemos encontrado huesos.
– Humanos, ?no?
– Sin duda. De hecho, lo primero que hemos encontrado ha sido un craneo. Entonces hemos parado de cavar. Ahora lo estan haciendo los profesionales.
– ?Cuantos anos tienen?
– ?Que, los huesos?
– No, Barrett, el roble. Si, los huesos.
– ?Y como voy a saberlo? La forense tendra una idea. Esta en la escena del crimen.
Muse echo a correr. Lowell la siguio. Frente a ella podia distinguir unos faros potentes, como si estuvieran en un plato de cine. Sabia que muchos equipos de excavacion utilizaban voltaje potente incluso cuando excavaban a plena luz del dia. Como le habia dicho un tecnico en escenas del crimen, las luces potentes ayudan a diferenciar el oro de los restos del pecio: «Sin la luz es como juzgar si una tia es guapa estando borracho en un bar oscuro. Puedes pensar que tienes algo, pero por la manana te gustaria arrancarte un brazo».
Lowell senalo a una mujer atractiva con guantes de goma. Muse se imagino que seria otra estudiante, porque no tendria ni treinta anos. Llevaba los cabellos largos negro azabache pulcramente recogidos, como una bailarina de flamenco.
– Es la doctora O'Neill -dijo Lowell.
– ?Es su forense?
– Si. ?Sabia que aqui es un cargo electo?
– ?Quiere decir que hacen campanas y todo eso? ?En plan: hola, soy la doctora O'Neill y me porto de maravilla con los muertos?