– ?Y ahora por que has vuelto?
– Quiero averiguar que le paso a mi hermana.
– La asesinaron. Como a los demas.
– No, a ella no.
No dijo nada. Decidi insistir un poco.
– Tu ya lo sabes, Ira. Gil Perez vino a verte, ?no?
Ira apreto los labios.
– Seco.
– ?Que?
– Estoy seco. Tenia un amigo de Cairns. Esta en Australia. El tipo mas enrollado que he conocido. Siempre decia «Un hombre no es un camello». Era su forma de pedir una copa.
Ira sonrio.
– No creo que te den una copa aqui, Ira.
– Ah, ya lo se. Tampoco he sido nunca un gran bebedor. Yo estaba mas por lo que ahora llaman «drogas recreativas». Me referia a agua. En esa nevera tienen Poland Spring. ?Sabias que Poland Spring llega directamente a ti desde Maine?
Se rio y no me moleste en decirle que el anuncio de la radio no era asi. Se levanto y avanzo tambaleandose hacia la derecha. Le segui. Habia una nevera en forma de baul con el logo de los New York Rangers. Abrio la tapa, cogio una botella, me la dio y cogio otra para el. La destapo y bebio a morro. Le cayo agua en la cara, y el blanco de la barba se volvio gris oscuro.
– Ahhhh -resoplo al terminar.
Intente redirigir la conversacion.
– Le dijiste a Lucy que querias verme.
– Si.
– ?Por que?
– Porque estas aqui.
Espere un poco mas.
– Estoy aqui porque me pediste que viniera -dije lentamente.
– No quiero decir aqui, en este lugar; quiero decir aqui, en nuestra vida.
– Ya te lo he dicho, solo quiero averiguar…
– ?Por que ahora?
Otra vez esa pregunta.
– Porque Gil Perez no murio aquella noche -dije-. Volvio. Te visito, ?no?
Los ojos de Ira se pusieron a mirar a lo lejos y empezo a caminar. Me puse a su lado.
– ?Estuvo aqui, Ira?
– No utilizo ese nombre -dijo.
Siguio caminando y note que cojeaba. Tenia la cara contorsionada por el dolor.
– ?Te encuentras bien? -pregunte.
– Necesito caminar.
– ?Adonde?
– Hay caminos. En el bosque. Ven.
– Ira, no he venido a…
– Dijo que se llamaba Manolo algo. Pero yo supe quien era. El pequeno Gilly Perez. ?Te acuerdas de el? ?De aquella epoca?
– Si.
Ira sacudio la cabeza.
– Un buen chico. Pero facil de manipular.
– ?Que queria?
– No me dijo quien era. Al principio no. No estaba exactamente igual, pero habia algo en sus gestos, ?entiendes? Puedes disimular cosas. Puedes engordar. Pero Gil seguia teniendo ese ligero ceceo. Se movia de la misma manera. Como si estuviera alerta todo el rato. ?Sabes a que me refiero?
– Si.
Creia que el recinto estaria cerrado, pero no lo estaba. Ira cruzo por un hueco entre los setos. Le segui. Frente a nosotros habia una colina boscosa. Ira cogio el camino.
– ?Puedes marcharte?
– Claro. Estoy aqui voluntariamente. Puedo entrar y salir cuando me place.
Siguio caminando.
– ?Que te dijo Gil? -pregunte.
– Queria saber que sucedio aquella noche.
– ?No lo sabia?
– Sabia algo. Queria saber mas.
– No lo comprendo.
– No tienes por que.
– Si, Ira, si tengo.
– Se acabo. Wayne esta en la carcel.
– Wayne no mato a Gil Perez.
– Yo creia que si.
Eso no lo entendi bien. Se movia mas deprisa, cojeando, con evidente dolor. Queria decirle que parara, pero su boca seguia moviendose.
– ?Menciono Gil a mi hermana?
Se paro un momento y su sonrisa era triste.
– Camille.
– Si.
– Pobrecilla.
– ?La menciono?
– Queria a tu padre, ya lo sabes. Un hombre tan amable, tan maltratado por la vida.
– ?Menciono Gil lo que le habia sucedido a mi hermana?
– Pobre Camille.
– Si. Camille. ?Dijo algo sobre ella?
Ira se puso a caminar otra vez.
– Cuanta sangre aquella noche.
– Por favor, Ira. Necesito que te concentres. ?Dijo algo Gil sobre Camille?
– No.
– Entonces, ?que queria?
– Lo mismo que tu.
– ?Que?
Se volvio.
– Respuestas.
– ?A que preguntas?
– Las mismas que tu. Que sucedio aquella noche… No lo entendia, Cope. Se acabo. Estan muertos. El asesino esta en la carcel. Deberias dejar descansar a los muertos.
– Gil no estaba muerto.
– Hasta ese dia, el dia que me visito, lo estaba. ?Entiendes?
– No.
– Se acabo. Los muertos se han ido. Los vivos estan a salvo.
Me adelante y le cogi el brazo.
– Ira, ?que te dijo Gil Perez?
– No lo entiendes.
Paramos. Ira miro colina abajo. Segui su mirada. Ya solo veia el tejado de la casa. Estabamos en pleno bosque. Los dos respirabamos mas pesadamente de lo que deberiamos. La cara de Ira estaba palida.
– Tiene que permanecer enterrado.
– ?El que?
– Es lo que le dije a Gil. Se habia acabado. Sigue adelante. Paso hace mucho tiempo. Estaba muerto. De repente ya no lo estaba. Pero deberia haberlo estado.
– Ira, escuchame. ?Que te dijo Gil?