– Le daria una respuesta ingeniosa -replico Lowell-, pero ustedes los urbanitas son demasiado listos para nosotros los paletos.

Al acercarse mas Muse se dio cuenta de que «atractiva» podia considerarse un eufemismo en aquel caso. Tara O'Neill estaba como un tren. Muse se fijo en que su fisico distraia tambien a los otros miembros del equipo. El forense no esta al mando de una escena del crimen. La policia manda. Pero todos se pasaban el rato mirando disimuladamente a Tara O'Neill. Muse se acerco a ella rapidamente.

– Soy Loren Muse, investigadora jefe del condado de Essex.

La mujer le ofrecio una mano enguantada.

– Tara O'Neill, forense.

– ?Que puede decirme del cadaver?

Ella la miro cautelosamente, pero Lowell le hizo una sena dandole el visto bueno.

– ?Es usted quien mando al senor Barrett aqui? -pregunto O'Neill.

– Si.

– Es un personaje interesante.

– Soy consciente de ello.

– Pero esa maquina funciona. No se como se las ha arreglado para encontrar estos huesos. Pero es bueno. Supongo que fue una suerte que tropezara primero con el craneo.

O'Neill parpadeo y miro a otra parte.

– ?Algun problema? -pregunto Muse.

Ella meneo la cabeza.

– Yo creci aqui. Solia jugar por aqui, justo en este sitio. Se diria que deberia haber sentido algo, no se, un escalofrio. Pero nada de nada.

Muse agito los pies, y espero.

– Yo tenia diez anos cuando esos adolescentes desaparecieron. Mis amigos y yo soliamos caminar por aqui. Encendiamos hogueras. Nos inventabamos historias en las que los dos chicos que nunca se encontraron seguian aqui, observandonos; eran muertos vivientes que nos perseguirian y nos matarian. Una estupidez. Solo una forma de hacer que tu novio te dejara su chaqueta y te abrazara.

Tara O'Neill sonrio y sacudio la cabeza.

– ?Doctora O'Neill?

– Si.

– Digame que ha descubierto, por favor.

– Todavia estamos en ello, pero por lo que puedo ver tenemos un esqueleto bastante completo. Se ha encontrado a menos de un metro de profundidad. Necesitare llevar los huesos al laboratorio para hacer una identificacion positiva.

– ?Que puede decirme ahora?

– Venga por aqui.

Acompano a Muse al otro lado del hoyo. Los huesos estaban etiquetados y dispuestos sobre una lona azul.

– ?No hay ropa? -pregunto Muse.

– No.

– ?Se ha desintegrado o enterraron el cadaver desnudo?

– No puedo asegurarlo. Pero como no hay monedas, ni joyas, ni botones ni cremalleras, ni siquiera zapatos, que normalmente duran mucho mas tiempo, diria que lo enterraron desnudo.

Muse miro fijamente el craneo marron.

– ?Causa de la muerte?

– Es demasiado pronto para saberlo. Pero algunas cosas si sabemos.

– ?Cuales?

– Los huesos estan en muy mal estado. No estaban enterrados muy hondo y llevan mucho tiempo aqui.

– ?Como cuanto?

– No sabria decirle. El ano pasado hice un curso de muestras de tierra en escenas del crimen. Por la forma como se ha modificado la tierra se puede saber cuanto tiempo lleva excavado un hoyo. Pero esto es muy preliminar.

– Lo que sea. ?Un calculo?

– Los huesos llevan aqui bastante tiempo. Yo diria que al menos quince anos. En resumen, y para responder a la pregunta que tiene en la cabeza, es consistente, muy consistente con el margen de tiempo en que tuvieron lugar los asesinatos en este bosque, hace veinte anos.

Muse trago saliva y pregunto lo que realmente queria consultar desde el principio.

– ?Puede decirme el sexo? ?Puede decirme si los huesos pertenecen a un varon o a una mujer?

Una voz grave las interrumpio.

– Eh, doctora.

Era uno de los tecnicos, con el anorak exigido para todos los de su equipo. Era un hombre tosco, con una barba poblada y una buena barriga. Tenia una palita en la mano y respiraba con la pesadez caracteristica de los que no estan en forma.

– ?Que pasa, Terry? -pregunto O'Neill.

– Creo que ya lo tenemos todo.

– ?Quieres dejarlo?

– Por esta noche, creo que si. Puede que tengamos que volver manana para asegurarnos. Pero nos gustaria llevarnos ahora el cadaver, si te parece bien.

– Concedeme dos minutos -dijo O'Neill.

Terry asintio y las dejo solas. Tara O'Neill siguio mirando los huesos.

– ?Tiene conocimientos sobre el esqueleto humano, investigadora Muse?

– Alguno.

– Sin un examen concienzudo, puede ser bastante dificil diferenciar entre el esqueleto masculino y el femenino. Una de las cosas en las que nos podemos basar es el tamano y la densidad de los huesos. Los masculinos tienen tendencia a ser mas gruesos y mas grandes, por supuesto. A veces la altura de la victima puede ayudar: los hombres suelen ser mas altos. Pero estas cosas a menudo no son definitivas.

– ?Me esta diciendo que no lo sabe?

O'Neill sonrio.

– No estoy diciendo eso en absoluto. Se lo ensenare, si me permite.

Tara O'Neill se puso en cuclillas y Muse la imito. O'Neill tenia una linterna pequena en la mano, de las que proyectan un haz estrecho pero potente.

– He dicho que era bastante dificil, no imposible. Mire.

Apunto la luz hacia el craneo.

– ?Sabe lo que esta mirando?

– No -dijo Muse.

– Primero, los huesos parecen ser mas bien ligeros. Segundo, mire el punto donde deberian estar las cejas.

– Vale.

– Eso se conoce tecnicamente como cresta supraorbital. Es mas pronunciada en los varones. Las mujeres tienen frentes muy verticales. Este craneo se ha gastado, pero se ve que la cresta no es pronunciada. Pero la clave, lo que quiero que vea, es la zona pelvica, mas concretamente la cavidad pelvica.

Desvio la linterna.

– ?Lo ve?

– Si, lo veo, creo. ?Y que?

– Es muy ancha.

– ?Que significa eso?

Tara O'Neill apago la linterna.

– Significa -dijo O'Neill, poniendose en pie- que su victima es caucasica, que media uno setenta mas o menos, la misma altura que Camille Copeland, por cierto, y si, era una mujer.

– No lo vas a creer -dijo Dillon.

York levanto la cabeza.

– ?Que?

– Tengo una concordancia para el Volkswagen. Solo hay catorce que coincidan en la zona de los tres estados. Pero este es el ganador. Uno matriculado a nombre de un tal Ira Silverstein. ?Te suena?

– ?No era el dueno del campamento?

– Si.

– ?Me estas diciendo que al fin y al cabo Copeland tenia razon?

– Tengo la direccion de Ira Silverstein -dijo Dillon-. Una especie de centro de rehabilitacion.

– ?A que esperas, pues? -dijo York-. Vamonos pitando.

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