La pregunta parecia retorica, asi que Muse no contesto y siguio caminando.

– No es la indignacion -dijo el-. Ni siquiera son los muertos. Ellos ya no estan. No puedes hacer nada. Es lo que queda atras, el eco. Este bosque por el que camina. Algunos viejos creen que se oye un eco aqui. No es tan raro si te pones a pensarlo. Seguro que Billingham grito. El grita, resuena, rebota adelante y atras, el sonido va disminuyendo, pero no llega a desaparecer nunca del todo. Como si una parte de el siguiera gritando, incluso ahora. El asesinato resuena asi.

Muse mantuvo la cabeza baja, mirando donde ponia los pies en el suelo accidentado.

– ?Ha conocido a alguna de las familias de las victimas?

Ella lo penso.

– Solo a mi jefe.

– Paul Copeland -dijo Lowell.

– ?Se acuerda de el?

– Ya le he dicho que interrogue a todo el mundo del campamento.

La alarma volvio a sonar en la cabeza de Muse.

– ?Fue el quien le hizo investigar el caso? -pregunto Lowell.

Muse no contesto.

– El asesinato es injusto -siguio el-. Es como si Dios tuviera un plan y un orden natural. Lo crea y alguien decide desbaratarlo. Si resuelves el caso, es una ayuda. Pero es como si arrugaras una lamina de aluminio. Al encontrar al asesino vuelves a extenderla, pero para la familia, nunca recupera su forma.

– ?Una lamina de aluminio?

Lowell se encogio de hombros.

– Esta hecho un filosofo, sheriff.

– Mire a su jefe a los ojos de vez en cuando. Lo que paso en este bosque aquella noche sigue alli. Todavia resuena, ?no?

– No lo se -dijo Muse.

– Y yo no se si usted deberia estar aqui.

– ?Por que lo dice?

– Porque yo interrogue a su jefe aquella noche.

Muse paro de caminar.

– ?Me esta diciendo que existe un conflicto de intereses?

– Creo que es exactamente lo que podria estar diciendo.

– ?Paul Copeland fue sospechoso?

– El caso sigue abierto. A pesar de su interferencia, sigue siendo mi caso. Por lo tanto, no le respondere a esto. Pero si le dire una cosa: mintio sobre lo ocurrido.

– Era un chico que tenia que hacer guardia. No sabia lo importante que era.

– Eso no es excusa.

– Pero despues dijo la verdad, ?no?

Lowell no respondio.

– He leido el expediente -continuo Muse-. Se escapo y no hizo lo que debia hacer durante la guardia. Hablando de estar destrozado, ?que le parece el sentimiento de culpa que debe de sentir? Seguro que echa de menos a su hermana. Pero creo que le consume mas el sentimiento de culpa.

– Es interesante.

– ?Que?

– Ha dicho que le consume el sentimiento de culpa -dijo Lowell-. ?Que clase de culpa?

Muse siguio caminando.

– Es curioso, ?no le parece?

– ?Que? -pregunto Loren.

– Que aquella noche dejara su puesto. Pienselo un momento. Un chico tan responsable. Todos decian lo mismo de el. Y de repente, la noche que los campistas se escapan, la noche que Wayne Steubens planea cometer un asesinato, Paul Copeland decide portarse mal.

Muse no dijo nada.

– Querida colega, esto siempre me ha parecido demasiada coincidencia.

Lowell sonrio y se volvio.

– Venga, esta oscureciendo y usted quiere ver lo que ha encontrado su amigo Barrett -dijo.

Despues de que Glenda Perez se marchara, no llore, pero estuve a punto.

Me quede sentado, solo, estupefacto, sin saber que hacer, que pensar o que sentir. Me temblaba todo el cuerpo. Me mire las manos. Me temblaban de mala manera. Incluso hice eso que haces cuando crees que puedes estar sonando. Efectue todas las comprobaciones y no estaba sonando. Era real.

Camille estaba viva.

Mi hermana habia salido viva del bosque. Como Gil Perez.

Llame a Lucy al movil.

– Hola -dijo.

– No te vas a creer lo que acaba de decirme la hermana de Gil Perez.

– ?Que?

La puse al corriente. Cuando llegue a la parte de que Camille habia salido viva del bosque, Lucy pego un grito.

– ?Lo crees? -pregunto.

– ?Lo de Camille?

– Si.

– ?Por que iba a decirlo si no fuera verdad?

Lucy no dijo nada.

– ?Que? ?Crees que miente? ?Que motivos tendria?

– No lo se, Paul. Pero nos faltan muchas piezas.

– Lo comprendo, pero piensa un momento: Glenda Perez no tiene motivos para mentirme sobre esto.

Silencio.

– ?Que pasa, Lucy?

– Es que es muy raro. Si tu hermana esta viva, ?donde demonios ha estado todo este tiempo?

– No lo se.

– ?Que vas a hacer ahora?

Lo pense un momento, intentando serenarme. Era una buena pregunta. ?Ahora que? ?Que hacia ahora?

– He vuelto a hablar con mi padre -dijo Lucy.

– ?Y que?

– Recuerda algo sobre aquella noche.

– ?El que?

– No quiere decirmelo. Ha dicho que solo te lo dira a ti.

– ?A mi?

– Si. Ira ha dicho que quiere verte.

– ?Ahora?

– Si tu quieres.

– Quiero. ?Paso a recogerte?

Ella vacilo.

– ?Que?

– Ira ha dicho que quiere que vayas solo. Que no hablara delante de mi.

– De acuerdo.

Mas vacilacion.

– ?Paul?

– ?Que?

– Recogeme de todos modos. Esperare en el coche.

Los detectives de homicidios York y Dillon estaban en la «sala de tecnologia» comiendo pizza. La sala era en realidad un lugar de reunion donde tenian televisores, videos y cosas por el estilo.

Entro Max Reynolds.

– ?Como va?

– Esta pizza es un asco -dijo Dillon.

– Estamos en Nueva York, ni mas ni menos. La Gran Manzana. El hogar de la pizza. Y esto sabe a caca de perro.

Reynolds encendio el televisor.

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