Capitulo 35
Cuando Lucy subio al coche, aprete enseguida el boton del reproductor de CD. «Back in Your Arms» de Bruce empezo a sonar. Ella sonrio.
– ?Ya lo has descargado?
– Si.
– ?Te gusta?
– Mucho. He anadido algunas canciones mas. Una grabacion pirata de uno de los conciertos en solitario de Springsteen. «Drive All Night.»
– Esa cancion siempre me hace llorar.
– Todas las canciones te hacen llorar -dije.
– «Super Freak» de Rick James, no.
– Me doy por corregido.
– Ni «Promiscuous». Esa tampoco me hace llorar.
– ?Ni siquiera cuando Nelly canta Is your game MVP like Steve Nash?
– Ay, que bien me conoces.
Sonrei.
– Pareces tranquilo para ser alguien que acaba de saber que su difunta hermana podria estar viva.
– Compartimentar.
– ?Eso es una palabra?
– Es lo que hago. Pongo las cosas en cajas diferentes. Asi soporto esta locura. Me limito a ponerla en otro sitio un rato.
– Compartimentar -repitio Lucy.
– Exactamente.
– Los psicologos disponemos de otra palabra para compartimentar -dijo Lucy-. Lo llamamos «Negacion a lo grande».
– Llamalo como quieras. Algo se esta moviendo, Luce. Encontraremos a Camille. Estara bien.
– Los psicologos tambien tenemos una palabra para esto. Lo llamamos «Pensamiento iluso o incluso enganoso».
Conduje un rato mas.
– ?Que puede ser lo que tu padre ha recordado? -pregunte.
– No lo se. Pero sabemos que Gil Perez le visito. Creo que esa visita removio algo en la cabeza de Ira. No se que. Puede que no sea nada. No esta bien. Puede ser algo que se ha imaginado o que se ha inventado.
Aparcamos en una plaza cerca del Volkswagen Escarabajo de Ira. Fue curioso ver aquel viejo coche. Deberia haberme hecho volver al pasado. Solia pasearse con el por el campamento. Sacaba la cabeza por la ventanilla y sonreia y realizaba pequenas entregas. Dejaba que los campistas lo decoraran y fingia que participaba en un desfile. Pero ahora el viejo Volkswagen no desperto ninguna emocion en mi.
Mi compartimentacion se estaba resquebrajando. Porque tenia esperanza.
Tenia la esperanza de encontrar a mi hermana. Tenia la esperanza de estar conectando con una mujer por primera vez desde la muerte de Jane, de poder volver a sentir el latido de un corazon junto al mio.
Intente avisarme a mi mismo. Intente recordar que la esperanza era la mas cruel de todas las damas, que puede estrujarte el corazon como una taza de poliestireno. Pero ahora mismo no queria pensarlo. Queria la esperanza. Queria aferrarme a ella y dejar que me hiciera sentir ligero por un rato.
Mire a Lucy. Ella sonrio y senti que algo se me desgarraba en el pecho. Hacia tanto tiempo que no me sentia asi, que no notaba aquella sensacion de embriaguez. Entonces me sorprendi a mi mismo. Le cogi la cara con ambas manos y la acerque a la mia. Su sonrisa desaparecio. Sus ojos buscaron los mios. Alce su menton hacia arriba y la bese tan suavemente que casi me dolio. Senti un sobresalto. Oi que jadeaba. Me devolvio el beso.
Me sentia felizmente hecho trizas por ella.
Lucy bajo la cabeza hacia mi pecho. Oi que sollozaba bajito. La solte. Le acaricie el pelo y luche contra la sensacion de descontrol. No se cuanto rato estuvimos asi. Puede que fueran cinco minutos, puede que fueran quince. La verdad es que no lo se.
– Sera mejor que entres -dijo.
– ?Te quedaras aqui?
– Ira lo dejo claro. Tu solo. Pondre en marcha su coche, para que la bateria no se descargue.
No volvi a besarla. Baje del coche y subi por el camino. El paisaje circundante era pacifico y verde. Me parecio que la mansion era de ladrillo y estilo georgiano, casi perfectamente rectangular, con columnas blancas en la parte frontal. Me recordo una fraternidad a gran escala.
Habia una mujer en recepcion. Le di mi nombre. Me pidio que firmara el libro de visitas. Lo hice. Realizo una llamada y hablo en un susurro. Espere, escuchando la version hilo musical de algo de Neil Sedaka, que era un poco como escuchar una version hilo musical del hilo musical.
Por el pasillo se acerco una pelirroja con ropa de calle. Llevaba una falda y las gafas colgando del cuello. Parecia una enfermera intentando no parecer una enfermera.
– Soy Rebecca -dijo.
– Paul Copeland.
– Le acompanare a ver al senor Silverstein.
– Gracias.
Esperaba que siguieramos por el pasillo, pero me llevo a la parte de atras y despues fuera. Los jardines estaban bien cuidados. Era un poco temprano para encender las luces, pero ya estaban encendidas. Una hilera de densos setos rodeaba el recinto a modo de perros guardianes.
Localice enseguida a Ira Silverstein.
Habia cambiado y al mismo tiempo no habia cambiado nada. Hay gente asi. Se hacen mayores, los cabellos se les vuelven grises, se ensanchan, se encogen, pero siguen siendo igual que antes. Esto era lo que sucedia en el caso de Ira.
– ?Ira?
En el campamento nadie utilizaba apellidos. Los adultos eran tia o tio, pero ya no me veia llamandole tio Ira.
Ira llevaba un poncho que yo habia visto por ultima vez en un documental de Woodstock. Calzaba sandalias. Se levanto con lentitud y me abrazo. El campamento tambien era asi. Todo el mundo se abrazaba. Todos se amaban. Todo era muy
Me solto y dijo a Rebecca:
– Dejanos solos.
Rebecca se volvio. Ira me guio hasta un banco de cemento y madera verde del parque. Nos sentamos.
– Estas igual, Cope -dijo.
Se acordaba de mi apodo.
– Lo mismo que tu.
– Los malos anos deberian notarse mas en nuestros rostros, ?no?
– Supongo que si, Ira.
– ?A que te dedicas ahora?
– Soy el fiscal del condado.
– ?En serio?
– Si.
Fruncio el ceno.
– Una institucion muy seria.
El Ira de siempre.
– No proceso activistas antiguerra -dije para tranquilizarlo-. Me dedico a los asesinos y los violadores. Esa clase de gente.
Entorno los ojos.
– ?Por eso has venido?
– ?Como?
– ?Intentas encontrar asesinos y violadores?
No sabia que pensar de eso, asi que le segui la corriente.
– Bueno, en cierto modo, asi es. Intento averiguar que paso aquella noche en el bosque.
Ira cerro los ojos.
– Lucy me ha dicho que querias verme -dije.
– Si.
– ?Por que?
– Quiero saber por que has vuelto.
– No me habia ido a ninguna parte.
– Le rompiste el corazon a Lucy.
– Le escribi. Intente llamarla. Ella no me contesto.
– Aun asi. Sufrio mucho.
– No era mi intencion que sufriera.