habia ninguna lata. O si la habia ella no la habia visto. Era una posibilidad.
Entonces fue cuando le llego el olor.
Recordo algo que habia sucedido en el bosque cerca del campamento cuando ella tenia doce anos. Ira la habia llevado a dar un paseo. Oyeron tiros e Ira se volvio completamente loco. Los cazadores habian invadido su tierra. Los encontro y se puso a gritar que aquello era una propiedad privada. Uno de los cazadores se puso a gritarle tambien. Se acerco a ellos y golpeo el pecho de Ira, y Lucy recordaba aquel horrible olor. Ahora volvia a olerlo.
Lucy se volvio y miro en el asiento de atras.
Habia sangre en el suelo.
Y entonces, a lo lejos, oyo tiros.
Los restos del esqueleto estaban dispuestos en una mesa de acero con agujeritos. Los agujeros facilitaban la limpieza con manguera. El suelo era de baldosas y estaba inclinado hacia un desague en el centro, como en las duchas de un gimnasio, lo que tambien facilitaba la eliminacion de la suciedad. Muse no queria pensar en lo que bajaba por ese desguace, ni lo que utilizaban para limpiarlo; si un desatascador seria suficiente o habria que utilizar algo mas contundente.
Lowell estaba en un lado de la mesa, de pie, y Muse en el otro con Tara O'Neill.
– ?Que pasa? -pregunto Lowell.
– Primero, nos faltan algunos huesos. Cuando pueda volvere y echare otro vistazo. Cosas pequenas, nada importante. Es normal en un caso como este. Estaba a punto de pasarlo por rayos X, comprobar los centros de osificacion, especialmente en la clavicula.
– ?Que nos dira esto?
– Nos dara una idea de la edad. Los huesos dejan de crecer al hacernos mayores. El ultimo lugar de osificacion esta aqui, mas o menos donde la clavicula se une con el esternon. El proceso se detiene hacia los veintiun anos. Pero esto ahora no es importante.
Lowell miro a Muse y ella se encogio de hombros.
– ?Que es eso tan importante que ha encontrado?
– Esto.
O'Neill senalo la pelvis.
– Ya me lo ha ensenado antes -dijo Muse-. Es la prueba de que el esqueleto pertenecia a una mujer.
– Si, bueno, la pelvis es mas ancha, como le he dicho. Ademas tenemos la cresta menos prominente y menos densidad osea, todos los signos de que es una mujer. Yo no tengo ninguna duda: estamos viendo los restos del esqueleto de una mujer.
– ?Que va a ensenarnos?
– El hueso pubico.
– ?Que le pasa?
– ?Ve esto? Lo llamamos muesca, o mejor aun, erosion de los huesos pubicos.
– Entendido.
– El cartilago mantiene unidos los huesos. Esto es anatomia basica. Probablemente lo sabe. Normalmente pensamos en los cartilagos de la rodilla o el codo. Es elastico, se estira. Pero ?ve esto? Las marcas de la cara del hueso pubico. Se forman en la superficie cartilaginosa, donde los huesos se encontraban y despues se separaron.
O'Neill les miro a los dos con una expresion resplandeciente.
– ?Me siguen?
– No -dijo Muse.
– Estas muescas se forman cuando el cartilago se tensa. Cuando los huesos pubicos se separan.
Muse miro a Lowell, quien se encogio de hombros.
– ?Y esto significa? -probo Muse.
– Esto significa que en algun momento de su vida, los huesos se separaron. Y esto significa, investigadora Muse, que su victima dio a luz.
Capitulo 37
El tiempo no va mas lento cuando te estan apuntando con una pistola.
Muy al contrario, se acelera. Cuando Ira me apunto, esperaba tener tiempo para reaccionar. Empece a levantar las manos, una demostracion primitiva de que era inofensivo. Mi boca empezo a abrirse para intentar convencerle de que me dejara, para decirle que cooperaria y haria lo que quisiera. El corazon se me acelero, la respiracion se detuvo y mis ojos solo veian la pistola, nada mas que la abertura del canon, el enorme agujero negro que miraba hacia mi.
Pero no tuve tiempo para nada. No tuve tiempo de preguntar a Ira por que. No tuve tiempo de preguntarle que le habia pasado a mi hermana, si estaba viva o muerta, como habia escapado Gil del bosque aquella noche, si Wayne Steubens habia participado o no. No tuve tiempo de decirle a Ira que tenia razon, que debia abandonar, que abandonaria y todos podriamos volver a nuestra vida.
No tuve tiempo de hacer nada de esto.
Porque Ira ya estaba apretando el gatillo.
Hace un ano lei un libro titulado Blink de Malcolm Gladwell. No osaria simplificar sus argumentos, pero parte de lo que dice es que necesitamos confiar mas en nuestro instinto, la parte animal de nuestro cerebro que automaticamente salta si un camion se le echa encima. Tambien plantea la teoria de que realizamos juicios inmediatos, a veces aparentemente basados en pocas pruebas, lo que solemos llamar corazonadas, y que a menudo acertamos. Tal vez era esto lo que pasaba aqui. Tal vez algo en la postura de Ira o en la forma en que sostenia el arma o lo que sea me hizo pensar que no hablaria conmigo, que iba a disparar y que yo iba a morir.
Algo me hizo saltar inmediatamente.
Pero la bala me toco de todos modos.
El apuntaba al centro de mi pecho. La bala me dio en un lado, desgarrandome la cintura como una lanza ardiente. Me desplome de lado e intente rodar detras de un arbol. Ira volvio a disparar. Esta vez no acerto. Segui rodando.
Mi mano tropezo con una piedra. No pense mucho. La recogi y la lance en direccion a Ira, sin dejar de rodar. Fue un gesto lastimoso, producto de la desesperacion, algo que haria un bebe tumbado boca abajo.
El lanzamiento no tenia ninguna fuerza. La piedra le dio, pero no creo que le afectara. Entonces me di cuenta de que este habia sido el plan de Ira desde el principio. Era por esto por lo que queria verme a solas. Era por esto por lo que me habia llevado al bosque. Porque queria dispararme.
Ira, esa alma bendita, era un asesino.
Mire detras de mi. Ira estaba demasiado cerca. Me paso por la cabeza aquella escena de la pelicula Los suegros, una comedia en la que dicen a Alan Arkin que esquive las balas corriendo en «serpentina». Esto no me serviria. El hombre solo estaba a un par de metros. Tenia una pistola. Yo ya estaba herido, sentia que perdia sangre.
Iba a morir.
Estabamos bajando la colina, yo rodando e Ira intentando no caer, tratando de recuperar el equilibrio para dispararme otra vez. Sabia que lo haria. Sabia que solo tenia un par de segundos.
Mi unica posibilidad era cambiar de direccion.
Me agarre a la tierra y frene. Esto pillo desprevenido a Ira. Intento frenar. Me agarre a un arbol con ambas manos y lance las piernas contra el. Esto tambien fue lastimoso, como un mal gimnasta en el potro. Pero Ira estaba al alcance de mi golpe y estaba bastante desequilibrado. Le di con los pies en un lado del tobillo derecho. No fue un golpe fuerte, pero si suficientemente fuerte.
Ira lanzo un grito y cayo al suelo.
«La pistola -pensaba yo-. Coge la pistola.»
Me arrastre hacia el. Yo era mas grande. Yo era mas joven. Estaba mas en forma. El era un anciano medio demente. Sin duda podia disparar un arma. Todavia tenia fuerza en los brazos y las piernas. Pero los anos y el consumo de drogas habian ralentizado sus reflejos.
Me monte sobre el, buscando la pistola. Antes la tenia en la mano derecha. Busque ese brazo. «Piensa en el brazo. Solo el brazo.» Lo cogi con ambas manos, coloque mi cuerpo sobre el, lo aprete y me incline.
Pero la mano estaba vacia.
Habia estado tan obsesionado con el brazo derecho que no vi llegar el izquierdo. Lo movio en un ancho arco. La pistola debio de caerse cuando el tropezo. Ahora la tenia en la mano izquierda, y la agarraba como una roca. Me golpeo la frente con la culata.
Fue como si un rayo me hubiera atravesado el craneo. Senti que el cerebro saltaba hacia la derecha, como si lo arrancaran de su sitio y empezara a traquetear. Mi cuerpo sufrio convulsiones.
Le solte.
Mire y vi que me estaba apuntando con la pistola.
– ?Quieto, policia!
Reconoci la voz.
Era York.
El aire se detuvo y se desmenuzo. Movi la mirada de la pistola a los ojos de Ira. Estabamos muy cerca, la pistola apuntando directamente a mi cara. Y lo vi. Iba a disparar y matarme. No llegarian a tiempo. La policia estaba aqui. Estaba casi encima de el. El tenia que saberlo. Pero iba a disparar de todos modos.
– ?Papa! ?No!