– ?Si?

– Me importa mucho el bienestar de Cara. Sigue siendo mi sobrina. Sigue siendo la hija de mi hermana.

– Lo entiendo.

– En cambio tu no me importas nada.

Colgo el telefono.

Me recoste en los almohadones y espere a que Muse volviera, intentando repasar los hechos en mi dolorida cabeza. Lo repase todo paso a paso.

Glenda Perez habia dicho que mi hermana habia salido viva del bosque.

Ira Silverstein habia dicho que estaba muerta.

?A quien debia creer?

Glenda Perez parecia bastante normal. Ira Silverstein era un chiflado.

Un punto para Glenda Perez.

Tambien recorde que Ira habia hablado todo el rato de que queria que las cosas siguieran enterradas. Mato a Gil Perez, y habia estado a punto de matarme a mi, porque queria que dejaramos de investigar. Debia de pensar que mientras yo pensara que mi hermana podia seguir viva, continuaria buscando. Buscaria, arrasaria y haria lo que fuera necesario, sin pensar en las consecuencias, si creia que habia alguna posibilidad de encontrar a Camille. Estaba claro que Ira no deseaba eso.

Eso le daba un motivo para mentir, para decir que mi hermana estaba muerta.

Por otro lado, Glenda Perez tambien queria que dejara de investigar. Mientras yo mantuviera activa la investigacion, su familia corria un grave peligro. Su fraude y todos los otros casi delitos que ella habia enumerado podian salir a la luz. Ergo, ella tambien se habria dado cuenta de que la mejor manera de hacer que me retirara era convencerme de que nada habia cambiado en veinte anos, de que Wayne Steubens habia matado a mi hermana. A ella le habria interesado decirme que mi hermana estaba muerta.

Pero no es lo que habia dicho.

Otro punto para Glenda Perez.

Senti que la esperanza -otra vez esa palabra- crecia en mi interior.

Loren Muse volvio a entrar en la habitacion. Cerro la puerta detras de ella.

– Acabo de hablar con el sheriff Lowel! -dijo.

– ?Ah, si?

– Como he dicho, es su caso. No podia hablar de ciertas cosas hasta que me diera el visto bueno.

– ?Se trata de tu pregunta sobre el embarazo?

Muse se sento como si tuviera miedo de que la silla fuera a romperse. Puso las manos sobre el regazo. Era un gesto raro en ella. Muse normalmente gesticulaba como un siciliano atiborrado de anfetaminas que saliera despedido despues de ser golpeado por un coche a toda velocidad. Nunca la habia visto tan sumisa. Tenia los ojos bajos. Mi corazon sufrio por ella un momento. Intentaba por todos los medios hacer lo correcto. Como siempre.

– ?Muse?

Levanto la cabeza. No me gusto lo que vi.

– ?Que pasa?

– ?Recuerdas que mande a Andrew Barrett al campamento?

– Por supuesto -dije-. Barrett queria probar un nuevo aparatito de radar de penetracion del suelo. ?Que?

Muse me miro. Eso fue todo lo que hizo. Me miro y vi que se le humedecian los ojos. Despues hizo un asentimiento de cabeza. Fue el asentimiento mas triste que he visto en mi vida.

Senti que mi mundo se hundia de golpe.

Esperanza. La esperanza me habia calentado el corazon. Ahora habia desplegado las garras y lo habia estrujado. No podia respirar. Sacudi la cabeza pero Muse no dejo de asentir.

– Encontraron unos restos antiguos no muy lejos de donde se hallaron los otros dos cuerpos -dijo ella.

Sacudi la cabeza con mas fuerza. Ahora no. Despues de todo, no.

– Mujer, metro setenta, probablemente enterrada hace entre quince y trece anos.

Segui sacudiendo la cabeza. Muse paro, esperando que me recuperara. Intente aclarar mis pensamientos, intente no oir lo que me decia. Intente bloquearlo, intente rebobinar. Y entonces recorde algo.

– Espera, me has preguntado si Camille estaba embarazada. ?Estas diciendo que este cadaver… que pueden asegurar que estaba embarazada?

– No solo embarazada -dijo Muse-. Habia dado a luz.

Me quede paralizado. Intente asumirlo. No pude. Una cosa era saber que estaba embarazada. Eso podia haber pasado. Podia haber abortado, por ejemplo, no lo se. Pero que hubiera llevado el embarazo a termino, que hubiera dado a luz un bebe, y que ahora estuviera muerta, despues de todo…

– Descubre lo que sucedio, Muse.

– Lo descubrire.

– Y si hay un nino vivo…

– Tambien lo encontrare.

Capitulo 39

– Tengo noticias.

Aleksei Kokorov seguia siendo un especimen atroz, aunque impresionante. A finales de los ochenta, justo antes de que derribaran el Muro y su vida cambiara para siempre, Kokorov habia sido ayudante de Sosh en Intourist. Tenia su gracia si te parabas a pensarlo. En su pais eran agentes de elite del KGB. En 1974, estaban en el «Spetsgruppa A», el grupo especial que teoricamente era la unidad contraterrorista y de crimen, pero una manana fria de Navidad de 1979, su unidad habia tomado por asalto el Darulaman Palace en Kabul. No mucho despues, a Sosh lo habian destinado a trabajar en Intourist y se habia mudado a Nueva York. Kokorov, un hombre con el que Sosh no congeniaba especialmente, tambien se habia ido. Ambos habian dejado atras a sus familias. Asi eran las cosas. Nueva York era seductor. Un destino solo permitido a los sovieticos mas leales. Pero incluso estos necesitaban ser vigilados por un colega con el que no congeniaran demasiado o con el que no tuvieran amistad. Incluso los mas leales necesitaban que se les recordara que tenian seres amados en casa que podian sufrir por su culpa.

– Adelante -dijo Sosh.

Kokorov era un borracho. Siempre lo habia sido, pero en su juventud esto casi era una ventaja para el. Era fuerte y listo, y beber le volvia especialmente perverso. Obedecia como un perro. Pero los anos le habian pasado factura. Sus hijos eran mayores y no le necesitaban. Su esposa le habia dejado hacia anos. Era patetico, pero es que el representaba el pasado. Sosh y el no se caian bien, pero el vinculo existia de todos modos. Kokorov habia acabado siendo leal a Sosh y Sosh le tenia en nomina.

– Han encontrado un cadaver en aquel bosque -anuncio Kokorov.

Sosh cerro los ojos. No se esperaba esto y, sin embargo, no estaba totalmente sorprendido. Pavel Copeland queria desenterrar el pasado. Sosh tenia la esperanza de impedirselo. Hay cosas que es mejor que un hombre no sepa. Gavrel y Aline, sus hermanos, estaban enterrados en una fosa comun. Sin lapidas ni dignidad. Esto no le habia importado nunca a Sosh. Polvo al polvo, y todo ese rollo. Pero a veces pensaba en ello. A veces se preguntaba si Gavrel se levantaria un dia acusando con un dedo a su hermano pequeno, el que le habia robado un pedazo de pan hacia mas de sesenta anos. Fue solo un mordisco, Sosh lo sabia. No habria cambiado nada. Aun asi Sosh seguia pensando en lo que habia hecho, en ese pedacito de pan, todos los dias de su vida.

?De eso se trataba ahora? ?De los muertos buscando venganza?

– ?Como lo has sabido? -pregunto Sosh.

– Desde la visita de Pavel, he estado comprobando las noticias locales -respondio Kokorov-. En internet. Han informado de ello.

Sosh sonrio. Dos viejos gangsteres del KGB utilizando el internet norteamericano para recoger informacion; tenia gracia.

– ?Que debemos hacer? -pregunto Kokorov.

– ?Hacer?

– Si. ?Que debemos hacer?

– Nada, Aleksei. Fue hace mucho tiempo.

– El asesinato no prescribe en este pais. Investigaran.

– ?Y que descubriran?

Kokorov no dijo nada.

– Ha terminado. Ya no tenemos agencia ni pais que proteger.

Silencio. Aleksei se froto la barbilla y miro hacia otro lado.

– ?Que?

– ?Echas de menos aquella epoca, Sosh? -pregunto Aleksei.

– Echo de menos mi juventud -dijo-. Nada mas.

– La gente nos temia -dijo Kokorov-. Temblaban al vernos pasar.

– ?Y eso era bueno, Aleksei?

Su sonrisa era horrible, con unos dientes demasiado pequenos para su boca, como la de los roedores.

Вы читаете El Bosque
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату