Esperaba una discusion, pero mi tono de voz debio de disuadirla. Retrocedio y cerro la puerta al marcharse. La senora Perez bajo la cabeza. Miro su bolso como si temiera que fueran a darle un tiron.

– Wayne lo planifico todo cuidadosamente. Es lo que nos dijo Gil. Pensaban llevar a Margot al bosque. Tenia que ser una broma. Su hermana les ayudo a enganarla. Le dijo a Margot que iban a encontrarse con unos chicos guapos. Gil se puso un pasamontanas. Agarro a Margot y la ato. Esto debia ser todo. Pensaban dejarla asi unos minutos. Ella se desharia de la cuerda o ellos la desatarian. Era una estupidez, muy inmaduro, pero son cosas que pasan.

Yo sabia que era cierto. En aquel entonces en el campamento se hacian todo tipo de «bromitas». Recuerdo que una vez cogimos a un nino y trasladamos su cama al bosque. Se desperto por la manana solo, al aire libre, aterrado. Iluminabamos a un campista dormido a los ojos con una linterna, imitabamos el sonido de un tren y lo sacudiamos gritando «?Sal de las vias!» y mirabamos como el nino salia disparado de la cama. Recorde que habia dos campistas matones que llamaban a los demas chicos «mariquitas». Una noche, cuando los dos dormian profundamente, cogimos a uno, lo desnudamos y lo metimos en la cama con el otro. Por la manana, los demas campistas los encontraron juntos en la misma cama. Se acabo el acoso.

Atar a una calientabraguetas y dejarla un rato sola en el bosque… No me habria sorprendido.

– Entonces algo salio espantosamente mal -dijo la senora Perez.

Espere. A la senora Perez se le escapo una lagrima. Busco en el bolso y saco un punado de panuelos de papel. Se seco los ojos y se esforzo por dominarse.

– Wayne Steubens saco una cuchilla de afeitar.

Creo que se me abrieron un poco los ojos cuando dijo esto. Practicamente veia la escena. Veia a los cinco en el bosque, imaginaba sus caras, su sorpresa.

– Mire, Margot enseguida se dio cuenta de que era una broma. Se lo tomo bien. Dejo que Gil la atara. Entonces empezo a burlarse de mi hijo. Se rio de el, dijo que no sabia como tratar a una mujer de verdad. Los mismos insultos que las mujeres han lanzado contra los hombres toda la vida. Pero Gil no hizo nada. ?Que podia hacer? De repente, Wayne tenia la cuchilla en la mano. Primero, Gil penso que formaba parte de la actuacion. Para asustarla. Pero Wayne no dudo. Se acerco a Margot y le corto el cuello de oreja a oreja.

Cerre los ojos. Volvi a verlo. Vi la hoja cruzando aquella piel tan joven, la sangre vertida, la fuerza vital que la abandonaba. Mientras degollaban a Margot Green, yo estaba a pocos centenares de metros de distancia haciendo el amor con mi novia. Probablemente aquello tenia algun sentido, de esa forma horrible en que los actos humanos corren adyacentes de la forma mas asombrosa, pero en ese momento me costaba verlo.

– Por un momento nadie se movio. Se quedaron paralizados. Entonces Wayne les sonrio y dijo «Gracias por vuestra ayuda».

Frunci el ceno, pero tal vez empezaba a entenderlo. Camille habia atraido a Margot al bosque, Gil la habia atado…

– Entonces Wayne levanto la cuchilla. Gil dijo que podian ver lo mucho que disfrutaba Wayne con lo que habia hecho. Como miraba el cadaver de Margot. Se le habia despertado la sed. Fue a por ellos. Y ellos corrieron. Corrieron en direcciones diferentes. Wayne les persiguio. Gil corrio y corrio. No se lo que paso exactamente. Pero podemos imaginarlo. Wayne atrapo a Doug Billingham y le mato. Pero Gil se escapo. Y su hermana tambien.

La enfermera volvio.

– Lo siento, senor Copeland, pero tengo que tomarle el pulso y la tension arterial.

Asenti con la cabeza para que pasara. Tenia que recuperarme. Sentia el corazon desbocado en el pecho. Otra vez. Si no me calmaba, me tendrian alli para siempre.

La enfermera trabajo rapida y silenciosamente. La senora Perez miro la habitacion como si acabara de entrar en ella, como si acabara de darse cuenta de donde estaba. Temi que iba a perderla.

– ?Esta bien? -pregunte.

Ella asintio.

La enfermera acabo.

– Esta manana le daran el alta.

– Estupendo.

Me sonrio forzadamente y nos dejo solos. Espere a que la senora Perez continuara.

– Evidentemente Gil estaba aterrado. Puede imaginarselo. Lo mismo que su hermana. Tiene que verlo desde su punto de vista. Eran jovenes. Casi les matan. Habian visto como degollaban a Margot Green. Pero quiza lo peor de todo eran las palabras de Wayne «Gracias por vuestra ayuda». ?Lo entiende?

– Les habia convertido en complices.

– Si.

– ?Y que hicieron?

– Se escondieron. Mas de veinticuatro horas. Su madre y yo estabamos desesperadas de angustia. Mi marido estaba en casa, en Irvington. Su padre tambien estaba en el campamento. Pero estaba fuera con las partidas de busqueda. Su madre y yo estabamos juntas cuando Gil llamo. El sabia el numero del telefono publico de la cocina. Habia marcado tres veces antes, pero colgaba siempre que contestaba un desconocido. Mas de un dia despues de que desaparecieran, lo descolgue yo.

– ?Gil le explico lo que habia pasado?

– Si.

– ?Se lo conto a mi madre?

Ella asintio. Yo empezaba a entenderlo.

– ?Hablaron con Wayne Steubens? -pregunte.

– No fue necesario. El ya habia hablado con tu madre.

– ?Que le dijo?

– Nada incriminatorio. Pero lo dejo claro. Se habia buscado una coartada para aquella noche. Mire, nosotras ya lo sabiamos. Las madres son asi.

– ?Que sabian?

– El hermano de Gil, Eduardo, estaba cumpliendo condena. Gil tenia algunos antecedentes: el y unos amigos habian robado un coche. Su familia era pobre, mi familia era pobre. Habria huellas en la cuerda. La policia se preguntaria por que su hermana habia atraido a Margot Green al bosque. Wayne se habia deshecho de las pruebas contra el. Era rico y muy querido y podia contratar al mejor abogado. Usted es fiscal, senor Copeland. Digame, si Gil y Camille se hubieran presentado, ?a quien habrian creido?

Cerre los ojos.

– Les dijeron que siguieran escondidos.

– Si.

– ?Quien puso su ropa en el bosque?

– Yo. Me encontre con Gil, que seguia en el bosque.

– ?Vio a mi hermana?

– No. El me dio su ropa. Se corto, apreto la camisa contra la herida. Le dije que siguiera escondido hasta que tuvieramos un plan. Su madre y yo intentamos hallar la manera de dar la vuelta a la situacion, de que la policia supiera la verdad. Pero no se nos ocurrio nada. Pasaron los dias. Yo sabia como podia ser la policia. Aunque nos creyeran, Gil seguiria siendo un complice. Lo mismo que Camille.

Me di cuenta de otra cosa.

– Tiene un hijo discapacitado.

– Si.

– Y necesitaba dinero. Para cuidarlo. Tal vez tambien para pagarle a Glenda una buena escuela. -Mis ojos se encontraron con los suyos-. ?Cuando decidieron que podian ganar dinero con una demanda?

– Eso no formaba parte de nuestro plan original. Eso llego mas tarde, cuando el padre de Billingham empezo a atacar al senor Silverstein por no proteger a su hijo.

– Vieron su oportunidad.

Ella se agito en la silla.

– El senor Silverstein deberia haberlos vigilado. No habrian ido al bosque. No estaba exento de culpa. Si, vi una oportunidad. Lo mismo que su madre.

La cabeza me daba vueltas. Intente que hiciera una pausa lo suficientemente larga para poder asumir esa nueva realidad.

– Me esta diciendo… -Pare-. ?Me esta diciendo que mis padres sabian que mi hermana estaba viva?

– Sus padres no -dijo.

Senti un frio glacial en el corazon.

– Oh, no…

No dijo nada.

– No se lo dijo a mi padre.

– No.

– ?Por que no?

– Porque le odiaba.

Me quede pasmado. Pense en las peleas, en la amargura, en la infelicidad.

– ?Tanto?

– ?Como?

– Una cosa es odiar a alguien -dije-. Pero ?odiaba tanto a mi padre como para dejar que pensara que su hija estaba muerta?

No me respondio.

– Le he hecho una pregunta, senora Perez.

– No conozco la respuesta. Lo siento.

– ?Usted se lo dijo al senor Perez?

– Si.

– Pero ella no se lo dijo a mi padre.

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